Es imposible no enamorarse de Lisboa, de sus contrastes y de la amabilidad de sus gentes. Del Chiado histórico a las grandes avenidas, del laberinto de Alfama a las animadas noches del Barrio Alto. La capital portuguesa no evita mostrarse tal y como es, moderna y muy viva, pero también aferrada al pasado y con un punto inevitable de saudade y melancolía.
Lisboa al primer vistazo
Hay flechazos que duran para siempre. Y esto es lo que se siente nada más poner un pie en Lisboa. Si algo tiene esta ciudad es que mantiene viva la sencillez y autenticidad que otras muchas ciudades ya han perdido. Aquí la vida se muestra tal y como es (y como ha sido siempre). Sin ocultar sus aires de decandencia, entre fachadas desconchadas, casas pintadas de colores, balcones con ropa tendida y viejos comercios. La ciudad se aferra a su propia identidad en una lucha contra el tiempo.
Plaza del Comercio
Esta plaza porticada en tres lados y con forma de U es la más emblemática de Lisboa. Para acceder a ella tienes que pasar por debajo del Arco Triunfal de Rua Augusta. Por cierto, puedes subir a su mirador para disfrutar de una bonita panorámica desde su terraza. Aquí era donde se encontraba el palacio real (antes del terremoto de 1775), en el que vivía José I, el monarca portugués cuya estatua preside la plaza.
El mirador de San Pedro de Alcántara
En el Barrio Alto está el lugar perfecto para disfrutar de las mejores vistas (y más completas) de Lisboa. Desde este mirador tendrás ante tus ojos el Castillo de San Jorge, la Catedrál o Sé, el casco histórico, la iglesia de São Vicente da Fora a lo lejos, y también la parte más nueva de la ciudad. Y además, está rodeado por unos bonitos jardines con esculturas blancas y mosaicos crando un espacio de lo más relajante.
El turístico tranvía 28
Es uno de los grandes atractivos de la ciudad y te permite realizar uno de los recorridos más clásicos. Este pintoresco tranvía amarillo, digno de un museo, te lleva por callejuelas estrechas atravesando los populares distritos de Graça, Alfama, Baixa y Estrela.
El Castillo de San Jorge
Es uno de los iconos de la ciudad y se puede acceder en el famoso tranvía 28. Construido en el siglo V por los visigodos y reformado varias veces después, este castillo es testigo del paso de sus distintos ocupantes. Sus vistas de la ciudad a 360º son impresionantes. Además de recorrer esta fortaleza con sus once torres, no pierdas la ocasión de pasear por las calles de alrededor donde te asaltará la sensación de que se ha detenido el tiempo.
Dirección a Belém
Al final del muelle y con el Monasterio de los Jerónimos a unos pasos, nos encontramos con la Torre de Belém. Pero antes, detente unos momentos ante el Monumento a los Descubrimientos, una inmensa carabela que da cuenta de la grandeza de la epopeya marítima portuguesa. Y ahora sí, elevándose sobre el agua, tendrás ante ti la torre de Belém, uno de los pocos monumentos de arquitectura típicamente manuelina del siglo XVI que sobrevivió al terremoto de 1755.
Monasterio de los Jerónimos
Esta obra arquitectónica tiene un sitio de honor dentro de la cultura y la identidad portuguesa. Situado en el barrio de Belém, fue construido en estilo manuelino a principios siglo XVI para celebrar el regreso de la India del navegante Vasco de Gama. El Monasterio está formado por la iglesia (donde se encuentra las tumbas del descubridor y de varios monarcas portugueses) y un hermoso claustro.
Los famosos pasteles
Un viaje a Lisboa nunca puede estar completo sin darse el gustazo de comer los populares pastéis de Belém o pasteles de nata. Los puedes tomar en cualquier cafetería o pastelería, pero te aconsejamos que te acerques hasta una pequeña tienda que se encuentra en Belém, junto al Monasterio. Se trata de un lugar tradicional lisboeta con azulejos y mucho ambiente. Entra al interior del establecimiento donde hay varias salas, y si encuentras una mesa libre (porque siempre está lleno de turistas) haz una parada y disfruta de la cara más dulce de Lisboa.
El Elevador de Santa Justa
Unos minutos en esta cabina de madera pulida, rodeada por una jaula de hierro con detalles góticos, serán suficientes para realizar un viaje en el tiempo. Desde este elevador de 45 metros, que conecta la Baixa con el famoso Chiado, te esperan una panorámica de la Plaza de Rossio, la del Comercio, el Convento de las Carmelitas, y más allá, el Castillo de San Jorge.
Lisboa a través de sus azulejos y fachadas
Los azulejos son la seña de identidad de esta ciudad. No pararás de descubrir y fotografirar fachadas que quedarán para siempre en tu memoria. Su variedad de colores y diseños dan forma a maravillosas estampas urbanas que resultan inconfundibles.
El Chiado y el Barrio Alto
Estos dos barrios, que se encuentran unidos casi sin poder diferenciar sus fronteras, forman parte de la Lisboa más diversa y auténtica con callejuelas, miradores y una gran oferta de tiendas y restaurantes. Y mientras que el Chiado es el barrio más bohemio y elegante, en el Barrio Alto encontrarás la versión más alternativa de la ciudad con graffitis y ropa tendida en las fachadas.
Convento do Carmo
Nada más bajarnos del elevador de Santa Justa, encontramos los enormes arcos de este convento que marcan la entrada al Chiado. Fue el templo gótico más importante de Lisboa hasta que el terremoto de 1755 lo tiró abajo, y hoy es la sede de un pequeño Museo Arqueológico. Solo por disfrutar de sus ruinas a cielo abierto ya está más que justificada la visita.
la Catedral de Lisboa
También conocida como la Sé, es el edificio religioso más importante y antiguo de la ciudad. Construido en el siglo XII, ha sobrevivido a varios terremotos. Está situada en el barrio de Alfama e impresiona por su sobria fachada de estilo románico y sus dos grandes torres almenadas, que por cierto, son visibles desde muchos lugares de la ciudad,
Barrio el Intendente
Lisboa son también sus barrios y los hay para todos los gustos. Pero si hay que destacar cuál es el más singular, estamos seguros de que el Intendente se lleva la palma. Es el mejor ejemplo de cómo esta ciudad vive en constante cambio. Se puso de moda cuando el alcalde Antonio Costa trasladó allí su despacho, hace ya más de 10 años, y de ser un barrio marginal, pasó a convertirse en un referente multicultural. Hoy es una zona frecuentada por artistas, estudiantes y cada vez más turistas que llegan hasta aquí atraídos por los animados cafés, restaurantes y tiendas vintage.
La nostalgia del fado
La mejor manera de adentrate en el alma de la cultura portuguesa es através del fado, un estilo musical que nació en las calles de Lisboa. Podrás dejarte llevar por sus sonidos y letras nostágicas en alguno de los restaurantes que hay en los barrios de la Alfama o Chiado. Y todo mientras disfrutas de lo mejor de la gastronomía portuguesa, que por cierto, está a la altura de las mejores del mundo.
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