¿Por qué se producen los cólicos del lactante? ¿Qué soluciones hay?

Un bebé llorando.
Un bebé llorando.
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Un bebé llorando.

El llanto de los bebés es algo natural e inevitable, pero cuando se prolonga aún más de lo común en el tiempo o no hay manera de pararlo puede volverse realmente disruptivo y frustrante para los padres y las personas cercanas.

Esto es lo que sucede durante los llamados cólicos, episodios de llanto intenso y prolongado durante horas sin causa aparente.

Hay que decir que no es fácil determinar el umbral por encima del cual ya no estamos ante un patrón de llanto normal y nos encontramos ante cólicos; sin embargo, de forma general se definen los cólicos como el llanto durante tres o más horas al día, tres o más días a la semana, durante tres o más semanas; sin embargo, un médico puede diagnosticarlos sin necesidad de que se cumpla en todos los casos esta pauta.

Para más inri, estos episodios suelen tener lugar durante la noche, en las horas de descanso de los padres, lo que añade un estrés considerable a esta primera etapa en la vida del niño.

Los episodios de cólicos alcanzan su punto máximo más o menos a las seis semanas de vida y suelen disminuir de manera significativa a partir de entre los 3 y los 4 meses. 

¿Por qué se producen?

La respuesta a qué provoca estos episodios no esta clara, y de hecho una de sus características es que no parecen tener una causa aparente. Además, muestran variaciones entre cada niño que son igualmente difíciles de explicar, como también lo es su autolimitación en el tiempo.

Sin embargo, se barajan distintas posibilidades que podrían contribuir a este fenómeno: un aparato digestivo no desarrollado del todo, un desequilibrio bacteriano en el tracto digestivo, alergias o intolerancias alimentarias, alimentación excesiva o insuficiente, eructos poco frecuentes, una forma temprana de migraña infantil y el estrés o la ansiedad familiar.

En este sentido, la evidencia hasta ahora disponible no muestra tampoco ninguna diferencia en función del sexo del bebé, de si el embarazo fue prematuro o a tiempo ni de si el bebé es amamantado o alimentado con fórmula.

¿Qué se puede hacer?

En realidad hay poco margen de actuación en este caso, ya que no hay ningún tratamiento como tal para evitar los cólicos. No obstante, sí que hay algunas estrategias que pueden ayudar a reducir la frecuencia, duración e intensidad de los cólicos.

Particularmente, es importante tratar de tranquilizar al bebé cuando se de uno de estos episodios. Para ello, podemos proporcionarle un chupete, llevarlo a pasear, cogerlo en brazos o mecerlo, envolverlo en una manta, darle un baño tibio, frotarle la tripa o la espalda, reproducirle sonidos suaves o tranquilizantes (como latidos del corazón), hacer o reproducir ruido de fondo (por ejemplo ruido blanco) y emplear una iluminación tenue.

Además, puede reducir el riesgo de cólicos tomar precauciones como cambiar la fórmula con la que estamos alimentando al bebé, cambiar la dieta materna (concretamente evitando alérgenos comunes y alimentos irritantes como la cebolla, el repollo o las bebidas con cafeína).

Por otra parte, teniendo en cuenta el estrés que supone para los padres y personas cercanas al bebé, es importante también tomar medidas para proteger la propia salud mental. Por ejemplo, es vital descansar, turnándose con la pareja o incluso pidiendo ayuda a un amigo; tampoco está mal dejar a veces al niño llorar en la cuna para reponerse durante un periodo corto; y, sobre todo, es recomendable expresar los propios sentimientos e incluso pedir ayuda profesional si se siente que es necesaria.

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