Por qué la vacuna de la gripe protege durante solo un año

García dice que la tercera dosis tiene sentido en mayores y es "perfectamente compatible" con la vacuna de gripe
Una enfermera se prepara para poner una vacuna
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García dice que la tercera dosis tiene sentido en mayores y es "perfectamente compatible" con la vacuna de gripe

Tras el levantamiento de las medidas sanitarias impuestas a tenor de la pandemia de SARS-CoV-2, se ha registrado en España un repunte de casos de gripe, una de las infecciones estacionales más importantes y comunes en nuestro país.

Es bien sabido que existen vacunas contra la gripe, y que de hecho anualmente se ponen en marcha campañas de vacunación de gran alcance contra esta enfermedad. Así, cabe preguntarse por qué a pesar de ello sigue siendo una enfermedad tan prevalente y con tantos costes económicos y sociales.

El patrón cíclico de la gripe

La gripe es una enfermedad infecciosa aguda causada por ciertos virus (concretamente, los influenzavirus A y B) de ARN que afecta a las vías respiratorias (altas y bajas) y en ocasiones a otros órganos y sistemas (como los músculos y el cerebro). Una de sus principales características está en su elevada transmisibilidad, que explica el patrón epidémico que sigue su propagación.

Normalmente, y a diferencia de los resfriados comunes (con los que en ocasiones se confunde), la gripe suele manifestarse súbitamente con fiebre alta, dolor de garganta, debilidad, dolores musculares, dolor estomacal, dolores articulares, cefalea y tos.

La razón de su estacionalidad no está del todo clara y es motivo de debate entre los académicos. Se ha propuesto que podría deberse al contacto físico más estrecho en las épocas más frías y lluviosas, en las que las personas tienden a pasar más tiempo en interiores; también, que las temperaturas más cálidas y secas del verano en las latitudes tempranas podrían dificultar la transmisión del patógeno al minimizar la expulsión de aerosoles.

Aún más misterioso es el modo en el que el virus sobrevive entre los distintos brotes epidémicos. Y es que en la actualidad se desconoce cuál es el verdadero reservorio del virus: si somos los propios seres humanos (y la prevalencia interepidémica es casi indetectable) o si es algún animal de ganado (la sospecha, especialmente, recae en los cerdos hacinados).

Un virus elusivo

En cualquier caso, y tal y como explica un artículo publicado por la Universidad de Harvard, hay dos razones principales por las que el virus de la gripe parece regresar cada año pese a la vacunación y por las que hay que volver a recibir el suero cada otoño.

La primera es sencilla: la eficacia de la inmunidad conferida por la vacuna va disminuyendo con el paso del tiempo. Esto sucede con muchos sueros, y es la razón por la que tantos de ellos requieren dosis de recuerdo para ser efectivos.

La segunda es más compleja, y requiere atender al funcionamiento de las vacunas víricas y a las características concretas de los virus causantes de la gripe.

Los virus están formados por dos partes: un genoma (conjunto de genes) y una cubierta de proteínas que lo protegen. Debido a que esta cubierta es también la herramienta de los virus para introducirse en nuestras células (que luego usan para replicar su material genético y así reproducirse), suele ser el objetivo de la vacuna.

Más específicamente, la mayoría de las vacunas víricas estimulan la producción de anticuerpos que reaccionan al detectar las estructuras externas de la cubierta de proteínas del virus, las mismas que le permiten atacar a las células. Estos anticuerpos, a su vez, indican al sistema inmune qué objetivo (partículas virales, en este caso) deben atacar.

Los virus, no obstante, tienen una gran capacidad de mutar, lo que se traduce en cambios en su composición y estructura. En particular, los influenzavirus tienden a cambiar a menudo estas estructuras externas, con lo que las vacunas preexistentes quedan obsoletas ante las nuevas cepas que se extienden cada año, y es necesario actualizarlas.

Hacia una vacuna universal contra la gripe

Hasta la actualidad, la solución a este problema había sido precisamente ese, la vacunación anual con sueros actualizados. Por ello, es necesario recibir cada cada año la inyección contra la gripe para estar correctamente inmunizados.

Para esta actualización, al comienzo del otoño se realizan diferentes estudios que identifican las cepas (ya que cada año se extienden varias diferentes) con mayor potencial epidémico y se elaboran los sueros con varias de ellas como objetivo.

La estrategia, sin embargo, podría cambiar en un futuro no muy lejano. Desde hace varios años, algunos investigadores han venido buscando las claves para una vacuna universal contra la gripe, una capaz de producir una inmunidad que se mantenga al margen de las mutaciones que el virus pueda sufrir.

La meta aún está lejos, pero algunos trabajos, tal y como se explica en el artículo, ya podrían haber encontrado un camino: en lugar de inmunizar contra las estructuras que se encuentran en las caras exteriores de la cubierta de proteínas del virus, inmunizar contra algunas estructuras interiores, menos sujetas a variaciones por mutaciones.

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