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Desacoplar el precio del gas de la luz... o cómo desmantelar un sistema que paga todas las energías a precio de 'solomillo'

Los precios de la luz siguen en máximos históricos.
Getty Images/iStockphoto

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha emprendido este miércoles una ronda de contactos con algunos de sus homólogos en la UE para, según los casos, recabar apoyos o hacer frente común a favor de la solución preferida por España para rebajar el disparado precio de la luz, que debe hacerse a nivel de la UE. Se trata del famoso "desacoplamiento" del gas del precio final de la luz, que supondría acabar con un sistema que a día de hoy supone pagar la energía necesaria para producir electricidad al precio de la fuente más cara, aunque sea la que menos contribuya a la generación de luz, frente a otras mucho más baratas.

Precisamente, Sánchez ha priorizado el acuerdo en Bruselas antes de definir las rebajas de impuestos y otros elementos del plan nacional para paliar los efectos de la guerra en Ucrania que aprobará el Gobierno el 29 de marzo, y será en el Consejo Europeo de la semana que viene -del 24 y 25 de marzo- cuando comprobará si es posible modificar un sistema en el que la energía más cara marca el precio de todas las demás. Un sistema que no solo está enriqueciendo a otros productores de energía cara, como las eléctricas, sino también a otras mucho más baratas, empezando por las renovables, que consideran los beneficios que están obteniendo ahora como una especie de justicia poética por el tratamiento que con anterioridad recibieron por los reguladores.

Todo esto es lo que encierra el actual mercado eléctrico que opera en toda la UE y también en España y que consiste en 24 subastas por día que van determinando qué fuentes van a componer en cada una de sus horas la energía necesaria para producir la electricidad que necesita el país.

"Van entrado de menor a mayor precio, es una subasta al alza", explican desde Omie, el operador oficial para la gestión del mercado de electricidad en la Península Ibérica. La necesidad de energía para cada hora del día se va cubriendo con las energías disponibles, de la más barata a la más cara.

Así, primero entran renovables como la fotovoltaica o la eólica, que son muy baratas, pero no siempre están disponibles en la misma medida, porque depende de que ese día haga sol o viento. Le suele seguir la energía nuclear, también barata y cuya participación suele ser estable, mientras que para el final quedan las caras. Si hasta hace unos años una de ellas era el carbón, ahora es la hidroeléctrica, que suele situarse justo por detrás del gas natural en sumarse a la subasta, y también en cuanto al precio más caro.

Por ejemplo, el "pool" energético para este miércoles a las 16.00 horas estaba conformado, por orden de potencia generada, por energía eólica, nuclear, cogeneración de residuos, solar, ciclo combinado (que es el gas, pero no importado en este caso), hidráulica y, mínimamente de carbón. A pesar de esta mezcla, todo se ha pagado a precio de gas natural y el precio medio del día ha sido de 263 euros por megavatio por hora.

'Pool' de la energía a las cuatro de la tarde del 16 de marzo.
Omie

Es más de la mitad que el 8 de marzo, cuando la media diaria del megavatio por hora alcanzó los 544 euros. Ese día, a las dos de la tarde, el 'pool' energético estaba formado por más energía solar y eólica que este miércoles, pero también por más gas y, sobre todo, por gas importado que a media tarde de este miércoles no se requería.

En el caso contrario está el domingo 9 de enero a las cuatro de la tarde, cuando el precio de la luz cayó a los 14 euros, con un compuesto sobre todo de energía eólica, nuclear, solar y de cogeneración de residuos, con muy poco carbón, muy poca energía hidráulica y nada de gas natural.

'Pool' de la energía a las cuatro de la tarde del 9 de enero.
Omie

Todo a precio de solomillo

Sin embargo, en la actualidad estos días son excepcionales y la norma es un precio de la luz desbocado por el gas natural, el más caro, que "contamina" el precio del resto. Lo es más aún por la tensión en el mercado que supone la guerra en Ucrania. El precio más caro depende del momento y también del lugar del que se trate, aunque como norma general cuestan más las energías que requieren un transporte. Pasa ahora con el gas natural y en Canarias y Baleares, que van por sistemas distintos, con el fuel, que es la energía más cara en las islas.

"Todos los mercados son así, el último que se necesita para cubrir la demanda marca el precio de toda la demanda", dicen en Omie. "Si el gas no entra, se queda la demanda sin cubrir", de modo que "se paga a ese precio todo el mercado", añaden. Esta es la explicación de lo que ocurre pero no de la causa y la situación se ha venido comparando con los distintos precios que tienen las carnes de distinta calidad. Si uno va a hacer la compra y pide cerdo, pollo y solomillo de ternera, lo normal es que pague por separado el precio de cada artículo y no todos al del solomillo, como ocurre ahora, trasladado al gas. Siguiendo con el paralelismo, en Omie apuntan que no es lo mismo ir a la tienda que vende el chóped que la que despacha el solomillo, que, de nuevo, sería el gas natural.

Si uno va a hacer la compra y pide cerdo, pollo y solomillo de ternera, lo normal es que pague por separado el precio de cada artículo y no todos al del solomillo

Ante la situación actual, España ve con esperanza que la propuesta de la Comisión Europea para la Cumbre europea de la semana que viene se abra a "evaluar las opciones para optimizar el diseño del mercado de la electricidad con el fin de aprovechar los beneficios de la energía de bajo coste", para lo que apunta a una de las maneras de desacoplar el gas del resto: poner un máximo al precio de la energía. En su documento, la Comisión cita a la Agencia de la UE para la Cooperación de los Reguladores de la Energía que propone un "precio transitorio" de 150 euros por megavatio por hora.

Distintas condiciones

Así esta diseñado en toda la UE, pero no es igual en todos los países, puesto que dependiendo de las horas de sol, del viento que sople, de la presencia de centrales nucleares o hasta de su cantidad de saltos de agua hace que las compras de energía diaria sean más o menos caras. 

Por ejemplo, países europeos como Finlandia o Austria, donde abundan los saltos de agua naturales, la energía hidroeléctrica cubre gran parte de la demanda, de modo que tienen menos necesidad de completarla con gas. En España, donde el agua está particularmente en los embalses, es más difícil aumentar la aportación de esta fuente de energía al llamado "pool", porque supondría vaciar día tras día los embalses, apuntan en OMIE. Precisamente, este verano el Gobierno inició una investigación a grandes compañías eléctricas por el vaciado de embalses que las organizaciones de consumidores relacionaron con un intento de producir más energía hidroeléctrica y aprovechar así el alto coste de la energía que ya se experimentaba, del que el gas tiraba hacia arriba Finalmente, Transición Ecológica no impuso ninguna sanción por unas prácticas que la vicepresidenta Teresa Ribera calificó de "escandalosas".

Por su parte, los mercados de futuros ya están descontando que el año que viene la energía será mucho más barata, porque se espera que haya mucha más renovable que, de ese modo, desplazaría al gas y otras fuentes de energía más caras hasta dejarlas fuera del 'pool'. 

Ganan todos

Hasta entonces, los países productores de gas aumentan sus ingresos por los precios que alcanza esta materia prima en el mercado internacional, pero también lo hacen lo de otras fuentes de energía, porque, al final, toda la que se consume se paga como si fuera gas. 

Bajo el lema de la teoría económica de que el precio adecuado es el que alguien está dispuesto a pagar, las empresas hidroeléctricas han estado fijando el precio de esa energía a un precio justo por debajo del que alcanza el gas natural, de modo que si éste entra en el `pool`, el precio de su energía se igualará al del gas y si no lo hace, su precio será ya alto por sí mismo.

También aprovechan las circunstancias las energías renovables, en lo que en el  este sector se ve una especie de revancha por los años en los que el Gobierno animó a los consumidores a pasarse al sistema libre y dejar el mercado regulado y, más recientemente, por la negativa a subir el precio hasta los 50 ó 60 euros por megavatio/hora cuando al principio de la pandemia se hundió el consumo energético y los precios tocaron un suelo de 20 euros. 

Igual que entonces no quisieron subir a 50 ó 60 euros, porque el mercado decía que 20 euros, ahora la energía renovable que va al mercado libre lo hace con sus normas, que es cobrarlo a precio de gas natural.