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Mucho más que un refugio escondido, un verdadero hogar para salir del infierno de la violencia de género

Margot Bardane, en la zona infantil del Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas.
20minutos

Ana Simón no puede evitar que se le humedezcan los ojos cuando uno de los niños que vive en el Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas (Carrmm) se le acerca corriendo para darle las gracias. "Así hemos estado durante todo el proyecto, con los sentimientos a flor de piel", cuenta mientras se seca las lágrimas y esboza una emotiva sonrisa. Ella es una de las 15 alumnas de la Escuela Madrileña de Decoración que han participado en la remodelación de las zonas comunes de este lugar, un lugar que en diciembre cumplirá 30 años ayudando a víctimas de violencia de género

"solo la igualdad nos hará  verdaderos seres humanos"

  • El Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas fue fundado por Ana María Pérez del Campo y es gestionado por la Federación Nacional de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas que ella misma preside. A sus 86 años, esta feminista piensa "seguir dando guerra" y clamando que "las mujeres unidas jamás serán vencidas". "Pero también hay que destacar que son multitud los hombres que se suman a nosotras y rechazan la violencia, el dominio y la esclavitud", ha apuntado, tras agradecer a la Escuela Madrileña de Decoración y a Ikea que hayan puesto el centro "guapo". "Acabar con la violencia empieza por la recuperación de las víctimas, no desde la compasión, porque son fuertes, valientes, inteligentes y capaces. Hay que ayudarlas a escapar y volver a empoderar a mujeres que han sido desempoderadas", ha remarcado y ha concluido: "Tenemos que luchar por la igualdad. Solo la igualdad puede hacernos verdaderos seres humanos". 

La presentación del rediseño se ha celebrado este jueves y a ella han asistido, en un plano muy discreto, las residentes de este centro y sus hijos. Para salvaguardar su intimidad y garantizar su seguridad, se han mantenido al margen del acto pero han hecho patente su agradecimiento. "¿Esto es para nosotras?", preguntaron algunas la primera vez que vieron el resultado, tristemente acostumbradas a una vida de desprecios. "Queremos que se sientan merecedoras de esto, que piensen que hay un futuro mejor para ellas y que la belleza sea un puntal más en su recuperación. La estética y el diseño son capaces de trasmitir paz y bienestar", explica Raquel Simón, fundadora y CEO de la escuela. 

Bajo esa premisa, y con la participación de Ikea, las promotoras del proyecto han intervenido en el hall, el salón, el jardín y la zona infantil, además de crear una nueva sala de cine. Espacios que antes eran impersonales, fríos y con un mobiliario que prácticamente no se había cambiado en las últimas tres décadas, han pasado a ser zonas acogedoras, cálidas... en definitiva, "lo más parecido posible a un hogar". Alfombras, mantas, cojines, sofás, plantas, maderas, lámparas de pie, candelabros, luces... caracterizan ahora unos rincones en los que las mujeres se sientan seguras pero también cómodas. "Hemos utilizado tonos bastante neutros como base pero dando toques de color, que aportan alegría", comenta Margot Bardane, otra de las estudiantes de diseño.

El jardín del Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas, recién remodelado y vacío para salvaguardar la intimidad de las residente.
IKEA

"Ha sido un trabajo en equipo. La pandemia ha hecho la vida más difícil a personas que ya tenían dificultades. Mucha gente no la ha vivido en hogares dignos y queremos ayudar a la recuperación como país generando esos verdaderos hogares. Este es un ejemplo", señala Laura Escalante, del equipo de Sostenibilidad de la empresa de muebles sueca, sentada junto a Raquel Simón; Ana María Pérez del Campo, fundadora del Carrmm, y la presentadora Nuria Roca, embajadora en redes sociales de la escuela de decoración. 

Este centro, de más de 3.000 metros cuadrados y de cinco plantas, cuenta con 28 habitaciones individuales para cada unidad familiar. Uno de los pisos está dedicado a los despachos del equipo multidisciplinar que contribuye a que sus usuarias escapen de la violencia. La estancia media oscila entre los doce y los dieciocho meses y actualmente acoge a medio centenar personas, entre mujeres y menores. "Se creó por la necesidad de que hubiese un lugar que no sirviese solo de refugio, sino que también permitiese la recuperación integral de las víctimas", comenta su directora técnica, Teresa Simón.

A través del embellecimiento de los espacios, los responsables de esta iniciativa han buscado generar una palanca más que dé fuerza a estas mujeres para empezar un nuevo camino; que centro de transformación sea igualmente un hogar para ellas que les permita salir de él siendo personas distintas a las que eran cuando entraron.

LAS ARTÍFICES DEL PROYECTO

"En el área infantil hemos buscado que haya opciones para todos los gustos y edades, porque en el centro no solo viven niños pequeños. Teníamos que buscar un equilibrio. Hay de todo: cocinitas, libros, peluches, pinturas… Damos mucho pie a la imaginación y con todo esto se puede lograr. Aquí no había nada, más allá de la zona de bancos, que los hemos forrado acolchándolos. Al fondo la madre pueda estar en un momento dado viendo la televisión mientras su hijo está aquí controlado, jugando, pintando… En esta parte hemos utilizado tonos más coloridos porque a los niños les llaman mucho la atención. Mientras lo estábamos montando miraban por la ventana y preguntaban cuándo podrían pasar", apunta Margot Bardane sobre una zona que pretende que los menores que viven en el centro recuperen su infancia y olviden el horror que desde tan pequeños han sufrido. 

Iris Piñal, en el jardín del Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas.

"Nos mostraron los espacios, que parecían zonas de paso, y lo primero que se me ocurrió es que se tendrían que asemejar a un hogar porque nos dijeron que estas mujeres podían estar aquí hasta casi dos años. Se nos ocurrió llenarlo todo de texturas para que fuera acogedor, que apeteciera estar en todos los rincones. Nos comunicaron muy bien las necesidades de las residentes y nos hicieron ver lo que necesitaban para estar cómodas. En lo último en lo que se piensa es en lo bien que les puede venir un entorno agradable en una situación tan complicada.  En un centro de este tipo se persigue ayudar a la mujer a recuperarse y estar en un espacio a gusto y confortable, del que te sientes parte, contribuye mucho al bienestar emocional", afirma Iris Piñal.

Raquel Valencia, en el salón del Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas.

"Salir de un máster en el que hemos podido aprender muchísimo y plasmar las ideas en un proyecto real ha sido increíble. Y poder hacerlo además en un proyecto muy diferente, con un marcado carácter de labor social, ha sido algo fantástico. Nos han dado vía libre para que dejáramos volar la imaginación y hemos podido crear estos espacios. El salón era especialmente oscuro y triste y ahora es otra historia donde apetece quedarse", recuerda Raquel Valencia sobre un lugar en el que hasta hace unos meses solo había unos sofás naranjas.

Ana Simón, en el jardín del Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas.

"Ha sido una gran oportunidad, un regalo, participar en esto recién salidas del máster, en un proyecto que no es cualquier cosa, es muy importante. Estamos felices y muy orgullosas de haber aportado nuestro grano de arena a esta causa. Nos ha gustado mucho el resultado y poder trabajar todas juntas nos ha permitido conocernos fuera de las clases. Ha sido muy gratificante el trabajo en equipo", manifiesta Ana Simón, sentada en el 'Jardín de las mujeres'. Este rincón solo para adultos, que antes contaba con mobiliario de plástico, es ahora una zona chill out, que promueve la socialización

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