Internacional

Qué se puede conseguir y qué parece imposible a través de la Conferencia sobre el Futuro de Europa

La Conferencia sobre el Futuro de Europa es entendida como un gran paso adelante para potenciar la participación ciudadana en el proceso de decisión de la Unión Europea. Como tal se ha proyectado, en una lucha de Bruselas por demostrar que la UE no es una máquina ajena a las necesidades de la gente. En el año de la recuperación tras la pandemia, para las instituciones, esto es todavía más importante si cabe. La última vez que se celebró una Conferencia (entonces Convención) de este tipo, en 2002, los ciudadanos no pudieron participar directamente. Ahora sí. Pero también resulta relevante gestionar las expectativas. ¿Qué se puede conseguir y qué no es tan sencillo de lograr a través de la CoFoE?

Interacción, cercanía, debate, democracia: las grandes ventajas

La primera clave de la CoFoE está en la plataforma interactiva que se ha creado para fomentar la participación ciudadana. Precisamente de ahí nacen las grandes ventajas de la conferencia. El principal objetivo es acercar la UE a la gente y la plataforma multilingüe y accesible lo va consiguiendo. Además, los paneles ciudadanos que se celebran cada cierto tiempo seleccionan a los participantes de manera aleatoria entre los 27 países miembros, de tal manera que se incluye en el desarrollo de la CoFoE a personas que quizás puedan ser ajenas al funcionamiento de la UE. Será necesario, eso sí, conjugar las demandas ciudadanas con una capacidad de actuar para que se canalicen las mismas con agilidad y transparencia por parte de las instituciones.

¿Habrá una reforma de los Tratados?

La respuesta más rápida a la pregunta es "no". Cuando la idea de la CoFoE estaba en fase embrionaria se habló de la posibilidad de que el resultado final de la misma fuera un nuevo Tratado. Pero el Consejo (los Estados miembros) frenaron ese plan, dejando claro que lo hablado y acordado en la conferencia no tendría que ser necesariamente vinculante. Todavía se pueden dar muchas vueltas, pero lo más factible es que las conclusiones que se saquen se canalicen por otras vías, fundamentalmente a través del Parlamento Europeo, que es la institución más directamente implicada en el día a día de la conferencia.

El Tratado de Lisboa dio sus primeros pasos como proyecto constitucional a finales de 2001 (con la Declaración sobre el futuro de la Unión Europea o Declaración de Laeken del Consejo Europeo) y fue tomando forma en 2002 y 2003 en el marco de la Convención europea que elaboró el Tratado por el que se establece una Constitución para Europa. El proceso que condujo al Tratado de Lisboa fue la consecuencia del resultado negativo de dos referendos sobre el Tratado constitucional celebrados en mayo y junio de 2005 en Francia y en Países Bajos. Sin unanimidad no se podía aprobar una Constitución Europea, y esta, por lo tanto, no vio la luz. 

Finalmente, el camino del medio fue la reforma del Tratado anterior y la aprobación de un Tratado de Lisboa que todavía se mantiene. Todo este resumen da buena cuenta de lo complejo que termina siendo tratar de reformar los Tratados, aunque muchas voces crean que ahora se da una buena oportunidad.

¿Y si se queda corta la CoFoE?

Precisamente la clave de la CoFoE está en cómo se gestionen las expectativas en torno a ella. Pensar que es la solución a todos los problemas es un error importante. La idea inicial era que la conferencia durase dos años, entre 2020 y 2022. Fue una propuesta impulsada por el presidente francés, Emmanuel Macron, y su objetivo era que la CoFoE terminase bajo la presidencia gala del Consejo de la UE. 

La pandemia cambió todo y la propuesta final fue reducir la CoFoE a un año, de tal manera que el punto final se mantuviera. Así se hará. Pero han pasado ya varias meses y el proceso todavía está aterrizando. Se han celebrado plenarios, consultas y eventos importantes y será a partir de ahora cuando todo lo hablado tenga que empezar a convertirse en algo tangible que falta por ver hasta dónde llega.