Berlín bien vale una "Champagne torte"
Este viaje
En el hotel adquirimos por 6,50 € un abono que nos permitía usar todoslos transportes públicos durante 24 horas. Con el coche íbamos a laestación del tren de cercanías que estaba a 5 km del hotel y desde allítardabas casi una hora en llegar al centro. Como Berlín es una ciudadenorme los lugares interesantes para el turista no están tanconcentrados como en Praga por lo que el uso del transporte público esvital.
Aparte de que Berlín ya me gustó la primera vez, y me sigue gustando,esta visita me ha dejado un sabor agridulce. Los lugares que recordabacon agrado los he encontrado muy cambiados. Cuando no había obras en lacalzada que estropeaban el panorama, te encontrabas con un edificioenvuelto en plástico por reformas o los tenderetes de productosasiáticos o de cualquier otro país que estropeaban el ambiente yfastidiaban la foto. Eso si no te encontrabas con una cola de autocaresque iban vomitando ‘tropecientos’ turistas de variado plumaje.
La visita a la
Otra decepción fue la
El museo, dada la cola kilométrica para entrar, otra vez será. Lasobras estropeaban la panorámica de La Puerta de Brandenburgo y lapopular calle ‘Unter den Linden’ (bajo los tilos) Esta puerta estáubicada en lo que antes era tierra de nadie, directamente al lado delmuro, y representa hoy, como ningún otro monumento, la separación y lareunificación de Alemania.
Para quitarnos el mal sabor nos fuimos a la avenida Kufurstendam dondedegustamos un capuchino acompañado de ‘Champagne torte’. Por suerte nitodo el turismo del mundo ha conseguido acabar con esta golosina.
Antonio
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