Rebecca Patterson, una británica de 38 años, acudió al médico aquejada de dolor en la lengua y una mancha blanquecina que sufría desde hacía años. Le diagnosticaron candidiasis oral, pero el tratamiento no funcionó y el dolor fue a peor, hasta el punto de que apenas podía hablar o comer. Tras una biopsia, se reveló la dura realidad: era cáncer, informa el diario Nottinghamshire Live.
El Queen's Medical Centre de Nottingham programó una complicada operación que duró 11 largas horas. A Rebecca le extirparon la parte derecha de la lengua. Al mismo tiempo, le quitaron parte del músculo, piel y vasos del brazo izquierdo para reconstruir el apéndice. La operación fue más complicada porque también le extirparon los ganglios linfáticos de la parte derecha y dos muelas para acomodar bien la nueva lengua.
El posoperatorio fue muy complicado: aparte de la enorme cicatriz del brazo, que la limitaba para moverse, de su cuello salían dos drenajes, le habían hecho una traqueotomía y era alimentada por una vía, por lo que tampoco podía moverse con libertad de cuello para arriba.
Tras varios días en el hospital fue enviada a casa para seguir con el posoperatorio, que implicó una larga temporada de no poder ingerir alimentos sólidos. Tras las secuelas físicas llegaron las psicológicas. Rebecca recibe tratamiento psicológico y evoluciona bien.
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