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Adiós al mito: la democracia no existe en las colonias de hormigas

Las hormigas de fuego, originarias de Sudamérica. (WIKIPEDIA)
WIKIPEDIA

La literatura y las películas han estandarizado la visión de las hormigas como un insecto laborioso que, gracias a la cooperación social, consigue sus objetivos. Todo mentira.

Es más, una colonia de hormigas se aleja mucho de la idea de comuna y es más similar a la de una ciudad cualquiera: las hormigas son egoístas y corruptas, como toda sociedad que se precie.

Según un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences de Estados Unidos, las hormigas machos llevan el gen real, que algunos transmiten selectivamente para asegurarse que sus vástagos se conviertan en reinas reproductoras y no en simples obreras, según recoge BBC Mundo.

Las conclusiones de la investigación revelan que las posibilidades de que una larva se convierta en reina dependen, en gran medida, de quién es el padre de la criatura.

Esto tira por tierra la idea de que a algunas larvas le dan ciertos alimentos que favorecen su desarrollo hasta convertirlas en reinas.

Al parecer, las hormigas diseminan su esperma en diferentes colonias para evitar que se note la injusta ventaja que dan a sus descendientes al transmitirles el gen real.