Vuelta al cole para combatir el cáncer de mama: "Todo pasa, esto también"

  • El Ramón y Cajal lanza la primera escuela en Madrid que ofrece información y consejos a las pacientes.
  • Las sesiones se celebran cada 15 días y durante un periodo de tres meses con 12 alumnas.
  • Tienen clases sobre tratamientos, sexualidad, cuidados de la piel, alimentación, técnicas de relajación...  
Seis pacientes de cáncer de mama junto a las profesionales del Hospital Ramón y Cajal.
Seis pacientes de cáncer de mama junto a las profesionales del Hospital Ramón y Cajal.
JORGE PARÍS
Seis pacientes de cáncer de mama junto a las profesionales del Hospital Ramón y Cajal.

Mayte levanta la mano en clase y comparte la gran duda que le come por dentro: "¿Y si no me quedan simétricas?". Habla de sus pechos, porque más pronto que tarde entrará en el quirófano del hospital Ramón y Cajal para someterse a una mastectomía. El diagnóstico llegó hace unos meses: el maldito cáncer de mama. Sus cinco compañeras de pupitre, sin embargo, le quitan hierro con humor: "¿Pero es que acaso siempre las has tenido simétricas?". Las risas se contangian y tranquilizan. Los miedos de Mayte fueron suyos mucho antes.

Cada 15 días y durante un periodo de tres meses, este grupo de mujeres se reúne en el hospital Ramón y Cajal libreta en mano para asistir a unas clases... peculiares. En esas mesas no hay Matemáticas ni Lengua, sino prótesis mamarias, técnicas de relajación, sexualidad y micropigmentación. Un programa de información y consejos para plantarle cara al cáncer. "Los tiempos que tenemos en consulta son tan escasos que no podemos dar a los pacientes todos los conocimientos que deberían tener", explica la doctora Belén Alonso Álvarez, médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación.

De esa necesidad nace precisamente la primera escuela en Madrid para pacientes con cáncer de mama, promovido por la Unidad de Patología Mamaria de ese centro, acreditada como Unidad de Excelencia. El objetivo es que las mujeres conozcan en profundidad todo el proceso en un entorno íntimo y humano. "Es una forma de que ellas puedan implicarse en la autogestión porque ahí va la medicina, quiere que el paciente sea partícipe en la toma de decisiones. Ya no hay tratamientos únicos, no hay un solo camino".

Clases... de todo tipo

Las encuestas que llevó a cabo la enfermera Inmaculada García, coordinadora de la escuela junto a la doctora Belén Alonso y la cirujana Belén Mazarrasa, le ayudaron a conocer en "qué temas se encontraban las pacientes más faltas de herramientas". Así nació el programa. ¿Pero qué estudian? De todo. Desde lo más básico (diferencias entre radio y quimio, técnicas de reconstrucción, tratamiento...) a la cabeza, fundamental para mantenerse anímicamente fuertes. "No se pueden descuidar las emociones y por eso contamos con una psicóloga clínica".

Pero no todo consiste en entender la teoría. La parte práctica también tiene un hueco en las sesiones: cómo cuidar la piel ante la agresividad de los tratamientos, qué comer, qué deporte practicar, cómo hacer las curas... "Les facilitamos información desde que se diagnostica la enfermedad hasta que termina el proceso", comenta por su parte Alonso.

En las clases de reconstrucción mamaria, por ejemplo, las alumnas pueden tocar los implantes y ver en qué consiste la micropigmentación de la areola y pezón. En otras, los dermatólogos les explican que la hidratación y la fotoprotección son claves para la piel, dañada en muchos casos por la radio.

La intimidad, algo fundamental

Lejos de la medicina, pero incluso más importante, son las clases íntimas en las que charlar sobre fertilidad y sexualidad. "Tratamos de crear un lugar de confianza para que nos pregunten dudas que en consulta no nos harían", detalla Mazarrasa. "Los tratamientos te dejan sin ganas y la relación de pareja se resiente. Son temas que las preocupan, ellos pueden tener miedo... Enfrentarse a su pareja con un cuerpo diferente no es fácil".

En este punto se encuentra Mayte, consciente de la lucha que librará frente al espejo cuando salga de quirófano. "Estas clases me tranquilizan y me ayudan a asumir lo que va a pasar porque no es fácil asimilar que te van a mutilar. Deja de ser tu cuerpo", se sincera a unas semanas de la cirugía. Para ella, es fundamental el feedback que recibe en la escuela con los profesionales y con las compañeras... "No es como meterte en Google y ponerte a buscar".

Y es que en el aula encuentra respuestas a una enfermedad que tiene "nombre, apellidos" y muy mala fama, a pesar de que la cirugía es cada vez menos agresiva y los índices de supervivencia, mayores. En este sentido coincide la enfermera García: "Están en un ambiente de confianza y tuteladas por profesionales. No siguen los consejos de ‘una amiga de’, sino que el debate está moderado por expertos".

Helena, otra de las alumnas, fue diagnosticada en julio de 2017 y ahora está "estupenda" y completamente recuperada. Aún así, no hace pellas ni un solo día porque las clases van dirigidas tanto a las mujeres que están en tratamiento como a las que ya lo han vencido. "Tenemos un grupo de WhatsApp. Te sienta muy bien ayudar a otras personas. Eso es lo único que eché de menos durante mi tratamiento, tener a otras personas que estaban pasando por lo mismo que yo", cuenta de aquella etapa de su vida. "Lo mejor de la escuela es la cercanía y el trato. No nos tratan como a enfermos, sino como a personas".

Helena es un referente para todas esas mujeres que como Mayte libran ahora la batalla. ¿Qué consejo se lleva de sus compañeras? "Que todo pasa, esto también", promete Mayte con esperanza.

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