Miles de personas desafían la lluvia en el Último Lunes de Gernika
Miles de personas desafiaron ayer a la lluvia en la Feria del Último Lunes de Gernika. La meteorología no espantó al público, pero sí dañó sus bolsillos. «Ha sido un mal verano. Con mucha humedad, y ha habido poca alubia», contaba un baserritarra con txapela tras uno de los 320 puestos con productos de caserío instalados en este mercado agrícol anual.
Y lo escaso es caro. El kilo de alubias se vendía ayer a entre 12 y 22 euros. El año pasado estaban a 10 y 12 euros. Precios que también afectaron a los tomates, la fruta y otros productos de la huerta.
Así que dos enemigos. O sólo uno con dos consecuencias: la lluvia, que incomodó al público, y que encareció sus compras. Los baserritarras protestaban porque entre los precios y el tiempo habían vendido menos que nunca. Frase clásica no obstante en esta clase de eventos. «¿Que es caro? Que el público vaya a la huerta, a ver si aún les parece caro», bromeaba una vendedora.
Con ese ambiente, el alcalde se apresuraba ayer a llamar a quien aún estaba en casa. «Un año más, está abarrotado», aseguraba animoso a media mañana Iñaki Gorroño.
Claro que en esta clase de eventos los precios nunca destacan por su baratura. El talo con chorizo salía a 4,50 euros, y nada tiene que ver este asunto con el lluvioso verano. Pero es día de feria y las cuadrillas decían «ponme otro». Jubilados, amas de casa y estudiantes hacían corro alrededor de botellas de sidra y txakoli, vendidas a 3 y 8 euros respectivamente.
Txapelas, forros polares marca autóctona... y rubios. Lleva años el Último Día de Gernika seduciendo a público de más allá del Pirineo. Alemanes o franceses que poco temen al inofensivo sirimiri. Abarrotado sí que estaba el ambiente. Agobiado, acaso. A falta de cifras oficiales, la organización esperaba ayer acoger a