Barcelona

La iglesia de Santa Anna, un hogar para los sintecho en Barcelona

La parroquia de Santa Anna de Barcelona acoge desde el pasado 16 de enero  a personas sintecho y en riesgo de exclusión social.
MERITXELL BAYARRI

Con solo entrar en la parroquia de Santa Anna se sabe que esta no es una iglesia cualquiera de Barcelona. En el ala derecha hay un espacio con bebida caliente y comida en la que alrededor se arremolinan personas que conversan sobre música, deportes o política. Los voluntarios y los sintecho colaboran los unos con los otros para luchar todos juntos contra el frío y la soledad.

Desde el 16 de enero, esta iglesia acoge a personas en riesgo de exclusión social. A principios de año lo hizo debido a la ola de frío. Habilitó los bancos como camas y suministrió sacos de dormir para dar cabida a unas 80 personas sin hogar. Ahora este proyecto se ha ido convirtiendo poco a poco en un 'Hospital de Campaña' que abre las 24 horas del día para ofrecer café, comida y descanso.

Como explica a 20minutos el párroco de la iglesia y uno de los impulsores de la iniciativa, Peio Sánchez, "por motivos de seguridad e higiene el espacio no podía seguir funcionando como albergue". Es por eso que él y otra de las organizadoras, la monja Viqui Molins, decidieron crear este proyecto para "proporcionar un sitio donde estar al lado de la personas, escucharlas y hacer que se sientan acompañadas".

Según Sánchez, el hecho de entrar en la parroquia o pedir un vaso de agua ya es la excusa perfecta para entablar una conversación. Añade que en momentos como estos se conoce mejor a las personas y pone como ejemplo un día después de misa en que una mujer salía de la iglesia con su hijo en silla de ruedas. "Una persona sintecho y con discapacidad psíquica le abre la puerta para ayudarla a salir y le pide que por favor nunca abandonde a su hijo como sus padres hicieron con él". El cura añade que a la mujer le conmovió tanto esta historia que se puso a llorar.

El caso de Obert

A diario, una media de 100 personas pasan por la parroquia de Santa Anna. Todos ellos tienen historias muy diferentes que les han llevado a vivir dramas y a sufrir más que nadie los estragos de la crisis. Es el caso de Obert, un hombre de 39 años de origen ecuatoriano. Vino a España en 2009 para encontrar un futuro mejor. Hasta el 2012 estuvo trabajando de ayudante de cocina y de camarero pero después se quedó sin trabajo. A partir de entonces vinieron dos años muy duros en los que apenas tenía ingresos y tuvo que apañárselas para sobrevivir.

Ahora tiene un empleo a media jornada y con él gana 330 euros al mes, lo justo para alquilar una habitación que le vale 200. El resto del dinero es para los gastos del hogar y lo que le queda lo ahorra para convalidar sus estudios en economía agrícola y así encontrar un nuevo empleo. Obert recuerda lo sencillo que es quedarse sin dinero y sin trabajo: "Cuesta estar bien psicológicamente, cuando te encuentras solo y sin nada es fácil caer en la depresión". Y explica que en su caso le ayudó mucho mantener la mente ocupada, leer y hacer muchos cursos.

En el centro de la ciudad, "justo en el corazón del comercio y del dinero, también se hacen gestas de solidaridad", destaca Peio Sánchez. Los restaurantes de la zona traen platos de comida para repartir durante el almuerzo y la cena. A la vez, las empresas donan alimentos que los voluntarios organizan para que se puedan aprovechar bien. El párroco de la iglesia también destaca la labor de la Guardia Urbana que "siempre pasa para ver si necesitamos algo y si surge algún conflicto viene enseguida".

Voluntarios vía Facebook

Desde que empezó la ola de frío, cada vez más gente se apuntó para hacer de voluntaria en el proyecto de Santa Anna. Facebook fue una de las principales vías de reclamo. Es el caso de Olga Cruzado, que decidió unirse a la iniciativa porque vio que en la iglesia también dejaban entrar a los animales. "Muchos sintecho no entran en según qué sitio porque no dejan pasar a sus mascotas. Vi que en la iglesia sí y lo encontré precioso".

Olga explica que en la parroquia hay cuatro o seis voluntarios por turno que reparten comida y limpian el espacio. Destaca el buen ambiente que hay y explica que "no se trata de dar un plato de comida y ya está, es acompañar a la gente". Actualmente hay 200 personas que colaboran con el 'Hospital de Campaña' que reciben una pequeña formación para poder hacer estar tarea.

Este proyecto es el primero de estas características que hay en Cataluña. Se inspira en la iniciativa llevada a cabo por el fundador de Mensajeros por la Paz, el padre Ángel, que abre su parroquia de San Antón de Madrid las 24 horas del día desde hace aproximadamente un año y medio. Aquí en Barcelona, el padre Peio Sánchez destaca el carácter abierto de la iniciativa que a diario recibe nuevas propuestas. "Intentamos ir más allá y buscar una solución para estas personas en colaboración con servicios sociales y otras entidades como Cáritas y Arrels Fundació".

En el mes que llevan abiertos ya han ayudado a mucha gente. Por ejemplo, a conseguir papeles para un refugiado, a encontrar trabajo para gente que está en el paro y vive en la calle o a buscar un hogar para un menor sin recursos. Como recuerda el padre Sánchez, una de estas personas le dijo: "Antes mes sentía invisible porque nadie hablaba conmigo, aquí soy visible".

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