555. Esos son los días que Stan Larkin ha vivido sin corazón, enganchado a una máquina que trasportaba dentro de una mochila. Hasta que, a principios del mes de mayo, pudieron hacerle un trasplante.
La maquina que durante todo este tiempo ha salvado al joven estadounidense funciona con aire comprimido y remplaza las funciones de un corazón sano. Es utilizada cuando ambos lados del órgano fallan y otros dispositivos de apoyo más comunes no son adecuados para mantener al paciente con vida.
"Era una montaña rusa emocional", ha declarado Larkin sobre su vida con el corazón artificial durante una rueda de prensa tras ser operado en el Centro Cardiovascular Frankel de la Universidad de Michigan.
A este chico de 25 años se le detectó cuando era adolescente una cardiopatía hereditaria, un tipo de fallo cardiaco que puede golpear a personas aparentemente sanas sin previo aviso. Su hermano Dominique, con la misma patología, también vivió enganchado a la misma máquina hasta que apareció un donante para él en 2015.
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