Artes

El 'irracional' Jean Dubuffet, de suministrador de vino de los nazis a antiartista determinante

Collage con alas de mariposas de Jean Dubuffet
Collection Fondation Dubuffet, Paris © 2015, ProLitteris, Zurich

Hay algo de la lógica irracional que predicaba el personaje —"la locura es la supernormalidad, lo normal es psicótico, falto de imaginación y creatividad", decía— en el par de elementos biográficos que explican la vida e influencia cultural de Jean Dubuffet (1901-1985), uno de los artistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX. El primero es su condición de comerciante al por mayor de vino, oficio que le permitió amasar una fortuna suficiente para no tener que preocuparse por nada más, sobre todo porque entre su clientela se encontraba la Wehrmacht, las fuerzas armadas nazis que ocuparon Francia entre 1940 y 1944. El segundo, la lectura de un libro de edición alemana cuyo título en español sería Arte de los enfermos mentales.

Con los réditos de la venta de vino a los uniformados de Hitler, Dubuffett, que siempre había querido ser pintor pero nunca había encontrado estilo, técnica o impulso, se decidió a dejarlo todo y, a partir de los 43 años, mientras los nazis huían en desbandada, decidió dedicarse profesionalmente al arte. Nunca se arrepintió del trato comercial con el ejército ocupante de las tres cuartas partes de Europa y cómplice del asesinato de millones de personas. En su autobiografía llegó a mencionarlo con el ácido humor demente que le caracterizaba: "creo en la violencia, la pasión, lo salvaje, la locura... Era lógico dar de beber a los lobos".

El arte de los 'locos'

En la dedicación a la creación plástica de aquel cuarentón burgués de la campiña francesa —y la posterior invención del Art Brut (arte en bruto o arte marginal: el producido fuera de toda norma o regla académica)— tuvo la misma importancia la lectura y contemplación extasiada del libro de dibujos y pinturas visionarias que en 1922 había recopilado el psiquiatra alemán Hans Prinzhorn (1886-1933) de entre 450 de sus pacientes en el hospital para enfermos mentales de la Universidad de Heidelberg [versión on line del fascsímil en alemán de la primera edición en la web de la institución, que permite bajar un archivo en PDF en alta resolución].

Aunque llegó tarde a la obra —que ya había causado una conmoción entre los surrealistas y simbolistas de toda Europa—, Dubuffet tomó las visiones de los dementes como un presagio y una constatación: lo locura es la única forma de racionalidad posible en un mundo basado en la ley de la selva y una vida cimentada en el absurdo. Desde entonces predicó con el ejemplo, sembró el mundo de obras alucinadas e insistió en que todos los seres humanos disponemos de un potencial creativo que las normas sociales anulan y que brota libremente en las creaciones de personas situadas al margen de la sociedad como los internos de hospitales psiquiátricos, autodidactas, solitarios, inadaptados o ancianos.

Junto a Bacon y Giacometti

Situado entre los grandes artistas de la segunda mitad del siglo XX —a la misma altura, según algunos, de los clásicos Bacon y Giacometti—, Dubuffet vuelve a la actualidad con la gran antología: Metamorphosen der Landschaft (Metamorfosis de los paisajes), una de las más importantes de las últimas décadas por volumen de obras —un centenar de pinturas y esculturas— y calidad —abarca todas las etapas del artista—. Se celebra, hasta el 8 de mayo, en la Fundacion Beyeler de Basilea (Suiza), la pinacoteca privada que el mítico marchante de arte Ernst Beyeler convirtió en el museo privado de arte moderno más importante del mundo.

La exposición se centra en la fascinante idea de Dubuffet del paisaje, a cuyo sentido clásico dio la vuelta, intuyendo que en cada rostro u objeto hay uno. Entre 1946 y 1947 produjo una serie de retratos caricaturescos de amigos y conocidos a la que llamó con ironía Plus beaux croient qu'ils (Más bellos de lo que ellos creen). A partir de esas primeras caras-paisaje viajó al Sáhara y embruteció su estilo con el uso de espátulas en vez de pinceles, acabado con pintura al aceite, entramados en forma de arpillera y laberintos.

Satirizó los desnudos hasta lo grotesco

Otra sección de la muestra enlaza la siempre presente idea del paisaje con el cuerpo, con dos series con las que atacó uno de los subgéneros clásicos más amados por los pintores, el desnudo femenino, que satirizó hasta dejarlo en un esquema esencial y grotesco en Corps de dames (Cuerpos de mujeres, 1950).

Lueg0 llegaría la etapa escultórica, con las Petites Statues de la vie précaire (Pequeñas estatuas de la vida precaria) para las que utilizaba objetos de todo cariz que recogía o encontraba al azar. De la última década del pintor, que fue especialmente prolífica, se exponen grandes paisajes mentales donde la forma se ha evaporado para devenir en un magma sin sustancia concreta que podría ser tomado como un antecendente del grafiti. Le sacaba de quicio que llamaran a esas obras abstractas, porque, decía, "el arte abstracto es tan irreal como el arte amarillo o el verde, la abstracción no existe".

Admirado por Hockney, Haring, Kelley, Barceló...

Los organizadores destacan las innovaciones de técnicas y materiales de Dubuffet, que usó antes que nadie como elementos artísticos la arena, las alas de mariposa, las esponjas y la escoria. También se añaden a la muestra las opiniones halagadoras hacia el maestro bruto de algunos artistas contemporáneos que lo tomaron como referencia, entre ellos el artista pop David Hockney, el muralista urbano Keith Haring y el cronista del malestar Mike Kelley.

De todos los hijos de Dubuffet, el más apasionado quizá sea el español Miquel Barceló, a quien el francés abrió los ojos. "Cuando tenía 17 años, leí algunos de los escritos de Dubuffet, pero apenas conocía sus pinturas. Me encantaron las descripciones de sus obras y los materiales. Sus escritos se leen como recetas culinarias: mermelada, mantequilla, ingredientes cocidos... Tanto entonces como hoy admiro su obra de profunda ósmosis entra la pintura, la poesía y la escritura", declaró el mallorquín en una reciente muestra conjunta.

La exposición de Basilea ofrece como extra la rarísima oportunidad de ver en directo lo que queda de la puesta en escena de Coucou Bazar, un espectáculo diseñado por Dubuffet entre 1972 y 1973 con elementos de pintura, teatro, música, performance y arte del happening. El gran retablo en movimiento sólo ha sido puesto en escena tres veces y ya resulta imposible verlo tal como lo imaginó su creador porque sólo dos de los figurines de cuerpo completo han soportado el paso del tiempo.