Cómo evitar la fiebrefobia, el miedo a la fiebre de los niños

  • Es más importante conocer el origen de la fiebre que la temperatura en sí.
  • La fiebre es la respuesta natural del cuerpo a la enfermedad; reducirla puede prolongar la dolencia; y hay que tratarla si tiene incómodo al niño.
  • Hay que tratarla si el niño está decaído, irritable o con dificultades para respirar.
Un bebé en brazos de su padre.
Un bebé en brazos de su padre.
GTRES
Un bebé en brazos de su padre.

La fiebre es uno de los motivos frecuentes de consulta para los pediatras. Ante el cuadro febril de un niño, siempre está justificada la precaución, pero con medida. La alarma exagerada no es conveniente. Hay que evitar la fiebrefobia, el miedo a la fiebre.

Ante la mínima subida de la temperatura corporal del bebé, los padres nerviosos experimentan una angustia injustificada por el estado de salud de sus hijos, sienten la necesidad de acudir inmediatamente a un servicio de urgencias o al pediatra y suelen administrarle medicación innecesariamente.

Según la doctora Amalia Arce, autora del blog Diario de una mamá pediatra, ante la fiebre lo importante "son los otros síntomas y cómo se encuentra el niño: si sigue jugando, los padres pueden estar más tranquilos que si se encuentra apagado".

Para los especialistas de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) "es más importante conocer el origen de la fiebre y el estado del niño que la temperatura en sí".

Es clave que los padres reciban educación sobre qué es la fiebre y cómo hay que tratarla. Deben saber que "la fiebre es una respuesta del organismo para hacer frente a las infecciones y que la tos sirve para eliminar secreciones", señala el pediatra Francisco Hijano.

Un informe de la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) recuerda a los padres que la fiebre por lo general es sólo la respuesta natural del cuerpo contra la enfermedad, que reducirla podría en realidad prolongar una dolencia y, en general, sólo hay que tratarla si ésta hace que el niño se sienta incómodo.

Según el doctor Hijano, muchas veces el miedo de los padres a la fiebre del niño, la fiebrefobia, "surge por desconocimiento y por la creencia de que ésta puede ser perjudicial y provocar convulsiones, que sólo se presentan en 4 de cada 100 casos".

Mejor analgésicos que antipiréticos

En este sentido, el doctor Ramón Ugarte, pediatra del Centro de Salud Olaguibel de Vitoria explica que "los antitérmicos (medicamentos para bajar la fiebre), prescritos frecuentemente, no son tan eficaces como se cree y pueden suponer un gasto energético injustificado en niños pequeños".

El doctor Ugarte aconseja "hablar a las familias de la necesidad eventual de analgésicos y no de antipiréticos o antitéticos" y añade que, "debe tratarse el dolor o las molestias que causan la fiebre y no la fiebre en sí misma".

Según los pediatras Luis Santos, del Hospital de Denia (Alicante), y Antonio Jurado, del Hospital Carlos Haya de Málaga, "la fiebre en general no hay que tratarla excepto cuando el niño esté decaído, irritable, tenga dificultades para respirar o rechace el alimento", es decir, cuando haya "una sensación de enfermedad", además de la fiebre.

Los expertos de AEPap coinciden en que la variedad de fármacos disponibles y su fácil dispensación, ya que muchos de ellos no requieren receta médica, hace que estos sean considerados como fármacos seguros y que se administren habitualmente.

Cúando actuar

Según un informe de la Academia Estadounidense de Pediatría ante la fiebre hay que actuar en función de la edad y temperatura del niño. Hay que llamar al médico:

  • Si un bebé de menos de tres meses tiene 38 ºC o más de fiebre
  • Si un bebé de entre tres y seis meses tiene 38 ºC o más de temperatura.
  • Si un niño mayor tiene una fiebre de 39.4 C o más.
  • Si cualquier pequeño tiene alta temperatura acompañada de letargo, dolor de cabeza, sarpullido, problemas para respirar o deshidratación.
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