Por las Rías Baixas, costa divina

Playa de A Panadeira, en la localidad pontevedresa de Sanxenxo.
WIKIPEDIA/Mário José Martins

El estuario más grande de Galicia aguarda en la costa pontevedresa. En la costa de Pontevedra se localizan las Rías Baixas, el mayor estuario gallego, caracterizado por sus bellas playas y acantilados. Dice la leyenda que este bello estuario es la señal dejada por Dios, que apoyó su mano aquí para descansar después de haber creado el mundo. Así quedó la marca de sus dedos, cinco rías de divino aspecto que bien podrían encajar en el mito.

En realidad su formación es fruto de la erosión provocada por el agua junto con los movimientos de la tierra. Hace millones de años, los antiguos valles fueron invadidos por el mar, generaron amplios espacios naturales de agua salada que conservaban las mareas pero que quedaban protegidos del océano abierto, lo que facilitó el desarrollo de un ecosistema único.

La moderna Sanxenxo

Esta dinámica localidad es la capital del turismo en la región. La población de Sanxenxo es joven, especialmente en verano y su desarrollo urbanístico es moderno, gracias a la explosión turística, que transformó la ciudad en torno a su jubilosa vida nocturna y sobre todo su playa. Los más de 4 kilómetros de arenal que responde al nombre de A Lanzada, se divide entre O Grove y Sanxenxo, siendo uno de los más visitados de Galicia. Cuenta con un santuario al que algunas leyendas le atribuyen influencia en la fertilidad.

Centro del turismo náutico es el puerto, que ofrece posibilidades de fondeo especialmente para naves de poco calado. Estas comparten el espacio con las pequeñas embarcaciones de pesca que faenan en el interior de la ría. De su humilde pasado pesquero queda huella en el barrio de los pescadores, así como en las afueras. Lo mismo sucede con Portonovo, cercano núcleo marinero de similares características. El tipismo de su puerto hace de este uno de los rincones con mayor encanto de las Rías Bajas.

Pero Sanxenxo no es el único precioso enclave de esta región. Hacia Pontevedra, bordeando la península de Morrazo, hay recónditos lugares como las ensenadas de San Simón, Aldán, Bueu y el crucero de Hio. A un paso de la capital está Combarro con uno de los mejores conjuntos de hórreos y cruceiros de la comunidad. Se trata respectivamente de graneros y cruces de piedra sobre un pilar, típicas gallegas. Cerca está el Monasterio de Poio y más arriba el de Armenteira, ambos edificios de leyenda.

Parque Nacional de las Islas Atlánticas

Dentro del maravilloso entorno de las Rías Baixas, se encuentra uno de los paisajes más increíbles que la simbiosis de tierra y mar pueda ofrecer. Este Parque Natural pontevedrés aglutina las Islas Cíes, y las islas de Ons, Cortegada y Sálvora. Estos cuatro grupos de islas rocosas se ubican en el estuario de las rías ofreciendo una cara salvaje y acantilada al oeste, que mira hacia el Atlántico. Sin embargo hacia el interior y las rías, el panorama se suaviza con hermosas playas y dunas.

Tal riqueza ecológica es apreciada por las colonias de aves marinas que pueblan estos archipiélagos. Destaca la gaviota patiamarilla con 35.000 parejas reproductoras y el cormorán moñudo con más de 1.000 parejas. También son de relevancia los fondos marinos por su biodiversidad, tanto en peces, moluscos y crustáceos, como en bosques de algas, así como la presencia de varias especies de delfines. Además, la isla de Cortejada alberga el mayor bosque de laurel de Europa.

Este santuario natural debe ser preservado y por ello el tráfico marítimo hasta las majestuosas Islas Cíes está restringido a 2.200 personas por día. Igualmente, el único sitio donde pernoctar es un camping con capacidad para 800 plazas. Paseando por sus senderos se descubren mágicos arenales, cuevas y acantilados, pero lo paradisíaco del entorno no es óbice para realizar un poco de turismo cultural, como una vista al poblado prerromano de las Cíes.

Una rica gastronomía

La oferta gastronómica de las Rías Baixas es casi inagotable, bendecida por materias primas de mar y tierra. Todo un embajador es su marisco, pero sin desmerecer carnes y pescados, que siempre despertarán más el apetito regados con un buen Albariño.

El frío invierno es combatido con otros brebajes como el aguardiente y la queimada. En verano, las ferias y fiestas gastronómicas inundan los pueblos de la zona, siendo una excelente ocasión para probar el muestrario de la cocina regional. Destaca entre estos eventos, la Feria del Albariño, en Cambados, declarada de Interés Turístico Nacional.

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