La ruta Escobar: los escenarios de la vida del capo colombiano

El hermano del narcotraficante, posando en su casa con una turista.
EFE/Luis Eduardo Noriega

Una ruta turística puede crearse a partir de casi cualquier cosa. Todo depende del interés del público. Se crean rutas desde la belleza de un paisaje, la espectacularidad de un lugar, la vida de un hombre ejemplar... o de uno nada ejemplar.

Es lo que se ha propuesto la familia de Pablo Escobar, el mayor narcotraficante de la historia de Colombia. Ha organizado un paseo turístico por Medellín, al más puro estilo del Tour de los Gangsters de Chicago, en el que idealiza la figura del capo colombiano.

De Los Olivos al Edificio Dallas

La ruta, que se realiza en camionetas de transporte escolar, reconstruye los últimos días de la vida de Escobar mientras la guía turística, Natalia Buitrago, relata la historia del fundador del Cartel de Medellín.

Comienza en el barrio de Los Olivos, donde se encuentra la casa en la que la Fuerza Pública abatió al capo, o donde el narcotraficante "se pegó un tiro", como sugiere la guía, alimentando así la leyenda acerca de la muerte de Pablo. Luego prosigue hasta el cementerio de Montesacro, pasando primero por las ruinas del Edificio Dallas, el llamado "Centro de Negocios", desde el que el narcotraficante arrancó su negocio de la droga.

La inscripción Pablo vive en una de las paredes del edificio, abandonado desde 1993, tras un atentado perpetrado por sus rivales, deleita al turista con el deseo de retroceder 30 años y conocer el Medellín de los narcotraficantes.

Un 'robin hood' paisa

Ya en el Montesacro se hace realidad el deseo de Don Pablo, como reza la lápida bajo la cual está enterrado junto a sus padres, un hermano, una tía y su guardaespaldas: estar enterrado en Colombia. Y es que bajo el lema "Prefiero una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos", Escobar emprendió una guerra contra el Estado en los años ochenta para evitar su extradición, que dejó un gran reguero de muertes.

El momento más celebrado es conocer en persona a Roberto Escobar, alias El Osito, hermano y compañero de andanzas de Pablo. Allí hacen sus delicias los intrépidos turistas, generalmente jóvenes europeos o norteamericanos que creen que Pablo Escobar se asemejó más a ese 'robin hood' paisa, como un día lo llamaron algunos medios colombianos, que al poderoso y sanguinario narcotraficante.

Antes de llegar a la vivienda, la precavida guía advierte a los visitantes: "Roberto justifica todo lo que hizo su hermano". Medio ciego y medio sordo, a causa del paquete bomba que le mandaron durante su reclusión en la cárcel, El Osito cuenta, como si de hazañas se tratase, las peripecias junto a su añorado hermano.

Del lujo a la necesidad

Agujeros de bala en paredes y cristales reminiscencia de un intento de secuestro, el comedor en el que Pablo celebró su último aniversario el día antes de ser abatido, caletas o escondites y una lancha que tenía la familia en la lujosa Hacienda Nápoles son algunas de las cosas que se pueden ver en esa vivienda.

El tour tiene un costo de 55.000 pesos (unos 23 euros). La familia Escobar dice que no les queda dinero, pese a que en los años ochenta reunieron una de las mayores fortunas del mundo.

La iniciativa no está bien vista ni por las autoridades ni por los habitantes de Medellín, que observan con estupor cómo se anuncia en las redes sociales y se ofrece a los turistas en los hostales y hoteles de esta ciudad, la cuna del narcotráfico en Colombia.