El nuevo Túnez: sol y playa, pero también cultura y patrimonio

La democrática revolución que ha vivido Túnez quiere cambiar muchas, también su oferta turística. Su administración de turismo ha decidido otorgar mayor protagonismo al turismo cultural e histórico del país ante el clásico y consolidado 'sol y playa'.

El objetivo, según la Oficina Nacional de Turismo de Túnez (ONTT), es dar a conocer su identidad tras el paso de numerosas civilizaciones a lo largo de la historia.

Túnez es el país más pequeño del Magreb, ubicado entre el Atlas y el mar Mediterráneo. Aproximadamente el 40% del país está compuesto por el desierto del Sahara; además, tiene 1.300 km de costa.

Tras la victoria del proceso democrático de Túnez en las pasadas elecciones del 23 de octubre se ha producido un cambio en el enfoque del sector turístico de país intentando que las personas que viajen a esta región se hagan eco de la importancia que ha tenido en los últimos siglos.

"El país vive su actualidad turística como un destino asentado de sol y playa pero, sobretodo, como un destino cultural aún por descubrir para la mayoría de visitantes europeos", dice la ONTT.

Su ubicación estratégica en el Mediterráneo y las numerosas civilizaciones que lo ocuparon (entre ellos la española durante el reinado de Carlos V) han configurado un país en alguno medida mestizo.

Culturalmente los tunecinos constituyen una nación bastante liberal. A lo largo de su historia han sido frecuentes los intercambios culturales con el resto de los pueblos mediterráneos. El arte ha estado muy influenciado por la mezcla cultural del país.

Fenicios, romanos, judíos y árabes son algunos de los pueblos que se establecieron en las costas del norte del país y también en la zona sur, en el desierto. A estos pueblos se le sumaron, tiempo después, musulmanes de España y turcos otomanos. También fue parte de la corona española durante el reinado de Carlos V.

De ese modo, en Túnez hallamos arte y patrimonio de diversos estilos, desde los aportes de los cartagineses y romanos hasta las casas alpinas de tejas rojas de Ain Draham, la arquitectura islámica de las medinas árabes y los habitáculos subterráneos de los bereberes del sur.