¿Qué hacer con el abrigo de visón de tu abuela? (si no significa lo mismo para ti que para ella)

Hasta los años 90 era un símbolo de estatus que casi toda mujer deseaba tener en su armario: hablamos de un abrigo de pieles. Muchas mujeres incluso se endeudaron, pagándolo a plazos, pensando en que sería una buena inversión que luego heredarían sus hijas y nietas. Pero llegado ese momento el abrigo de visón o astracán no tiene el mismo valor y muchísimo menos significa lo mismo. 

Una simple ojeada por cualquier web de compraventa de ropa nos arroja cientos de resultados donde se pueden encontrar abrigos en muy buen estado por menos de 100 euros. La pieza, que con tanto cariño compraron nuestras abuelas, en el mejor de los casos muere de aburrimiento en el fondo de un armario de la casa del pueblo. El motivo principal es que actualmente son muchos los jóvenes que reniegan de las pieles naturales. El aumento del movimiento 'eco' ha hecho que no solo no quieran ponerse estos abrigos, sino que los desprecian profundamente. Y eso que si miramos las fotos de street style de las capitales del norte de Europa o de Nueva York estos meses de frío, los abrigos de pelo han vuelto con fuerza. Muchos de ellos son sintéticos, aunque lo cierto es que las nuevas corrientes que apoyan la moda circular están volviendo a considerar el ponerse estos antiguos abrigos. Nunca comprarían uno nuevo, pero sí alargan la vida de los ya existentes, algo mucho más sostenible que confeccionar una prenda nueva en cualquier otro material.

Vincenzo Grillo/IMAXTREE.COM

Una vez solventado el problema ético, si es que te has decidido a utilizarlo, resulta que el abrigo en cuestión está pasado de moda. Pero como en Mujer.es estamos para ayudarte, vamos a darte una serie de ideas si eres de esas que tienen abandonada una pieza familiar que sólo está cogiendo polvo y ocupando mucho espacio.

Arréglalo

En internet hemos encontrado varias peleterías en toda España especialistas en darle una nueva vida a los abrigos de pieles. Los aligeran, les quitan las hombreras típicas de hace unas décadas, los estrechan o los cortan. Lo que sea necesario para convertirlo en una pieza moderna y 'ponible'. Incluso los combinan con otros materiales como la tela de gabardina para que sean prendas funcionales y a la última. No es algo barato, eso es cierto, pero garantizan que serás la dueña de algo único y original que durará muchísimo tiempo.

Conviértelo

¿No vas a ponértelo? Prueba a darle una nueva vida como mantita de sofá. Si la piel está en buenas condiciones, el abrigo se puede desarmar y volver a coser con esta forma. El material es tan gustoso que es una idea de lo más confortable. También puede servir para tapizar pequeñas banquetas o almohadones.

Véndelo

Cierto es que nunca vas a conseguir, ni de cerca, el dinero que tus antepasados pagaron por la pieza, pero por lo menos recuperarás unos eurillos y alguien le dará uso al abrigo, que siempre es mucho mejor que tenerlo 'aparcado' en cualquier caja del trastero. Todos sabemos que una prenda vale lo que alguien quiera pagar por ella, pero en cualquier caso te recomendamos que acudas a una peletería para que te la tasen y sepas bien qué es lo que tienes entre manos. Puede ser que por su tipo de piel, diseño o marca te lleves una grata sorpresa y eso solo los profesionales podrán decírtelo (y ponerlo a la venta en los circuitos adecuados).

Dónalo

En caso de que tu ética no te permita lucirlo ni hacer negocio con él, regálalo a alguna de las ONG’s que trabajan con productos de segunda mano. Ellos podrán beneficiarse de la venta o uso del abrigo y así, de alguna manera, podrás sacar algo positivo de una prenda que a ti te genera un conflicto.

Lo que es indudable es que hagas lo que hagas con él, si te has enfrentado al dilema del visón, habrás sido consciente lo que cambian las modas y cómo en muy poco tiempo una prenda que parecía el culmen del estatus se ha devaluado hasta casi desaparecer de tiendas y escaparates. Y aunque es cierto que las tendencias se repiten hasta la saciedad, raro sería que los abrigos de piel vuelvan a tener la simbología que adquirieron hace ya casi un siglo. El sueño de muchas mujeres es ahora, en muchos casos, un problema que esperamos hayamos ayudado a encontrar una solución.

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