Se está celebrando en París la semana de la Alta Costura. Cada año oímos hablar de estos exclusivos desfiles pero ¿qué son? Y sobre todo ¿para qué sirven?
Antes de entrar en materia hagamos un poquito de historia. La 'haute couture' nació a finales del siglo XIX en París y es la cara más elitista y más elevada de la industria de la moda. “La Alta Costura es un fabuloso laboratorio tanto de artesanía como de innovación en el diseño”, decía Ralph Toledano a Vogue, presidente de la Federación de la Alta Costura y de la Moda hasta julio de 2022 (ahora es Bruno Pavlovsky). Una definición mucho más reduccionista y básica sería decir que la Alta Costura es: un reducido y exclusivo círculo al que pertenecen unas pocas casas costureras que deben cumplir unos requisitos muy concretos y que está al alcance de apenas un 5% de bolsillos. Un diseño de alta costura puede costar de 20.000 euros para arriba y el tiempo de espera no es apto para impacientes.
Historia de la Alta Costura
En 1858 el diseñador británico Charles Frederick Worth fundó la primera casa de moda de alta costura en el número 7 de la rue de la Paix (París). Ahí empezó todo. Diez años más tarde se fundó la Federación de la Alta Costura y de la Moda que promueve la cultura de la moda francesa y preside las semanas de la moda tanto femeninas como masculinas en París. También aprueba cuáles son los diseñadores que poseen la suficiente calidad artesanal para poder presentar sus colecciones en este contexto, porque amigos y amigas no todo el mundo puede ser alta costura.
En 1945 se establecieron los requisitos, que fueron actualizados en 1992, que deben ser cumplidos por quienes aspiran a obtener esta categoría de Alta Costura. Son los siguientes:
- Contar con un atelier ubicado en París con un equipo de trabajo de mínimo 20 personas a tiempo completo.
- Presentar 2 colecciones como mínimo por año en las temporadas regulares: primavera/verano, otoño/invierno, en las cuales deben incluirse prendas tanto para el día como para la noche, y que contenga como mínimo 50 diseños originales.
- Realizarle al cliente privado, más de una prueba en compañía de los costureros para diseñar la prenda a su medida.
- Cada prenda diseñada y confeccionada debe ser única y exclusiva, las cuales serán calificadas por el jurado que conforma la Federación Francesa de Alta Costura.
- También debe tener a disposición a un grupo de expertos denominados 'les petite mains', que son modistos que invierten una gran cantidad de tiempo en la confección manual de vestidos de alta costura.
- La confección debe hacerse en su mayoría a mano, evitando el uso en lo posible de la máquina de coser.
- Cada pieza debe tener una cantidad de horas empleadas en su elaboración, como un ejemplo de esto, en el caso de los vestidos largos, debe ser de aproximadamente 5 horas.
¿Quiénes pertenecen a este exclusivo grupo? Los miembros oficiales son los siguientes: Chanel, Alexis Mabille, Alexandre Vauthier, Bouchra Karrar, Adeline André, Christian Dior, Franck Sorbier , Givenchy, Giambattista Valli, Jean Paul Gaultier, Julien Fournié , Maison Margiela, Maurizio Galante, Schiaparelli, Stéphane Rolland. Luego en cada edición hay firmas invitadas puntuales y fijas. Elie Saab, Valentino o Fendi son invitados habituales, y la española Juana Martín debutó el pasado año y ha repetido en las dos ediciones de 2023.
Cuentos de hadas y realidad
Para quienes piensen que es ostentanción desmedida o lujo obsceno, seamos francas, lo es. Pero no nos quedemos ahí. Pensemos en la industria de la moda en general (el 'prêt à porter') ahí está el negocio, ahí se mueve muchísimo dinero (según datos de la compañía de investigación de mercado Euromonitor International, las ventas mundiales de moda en 2020 fueron de 1.188.548 millones de dólares) y se genera empleo. La Alta Costura es la lujosa percha para un negocio que sí es multimillonario. La Alta Costura es el gran escaparate y a partir de ahí llega el negocio de las grandes multinacionales de moda y cosmética.
Pero la Alta Costura también es aspiración, sueños, cuentos de hadas y todas aquellas historias que nos hacen evadirnos de una realidad, como la de París, sede de este evento mágico. Allí los bordados y brocados de miles de euros nos epatan a pocos kilómetros de disturbios y muertes sin sentido. A veces vienen bien soñar, pero sin olvidaros de lo importante.
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