Teresa Viejo Periodista y escritora
OPINIÓN

Talentya. El regalo de conocerte

Teresa Viejo durante su experiencia en Talentya
Teresa Viejo durante su experiencia en Talentya
Cortesía de Teresa Viejo
Teresa Viejo durante su experiencia en Talentya

Hace años recibí una extraña invitación a un evento del que nunca había oído hablar. La propuesta llegó a través de una llamada telefónica, más breve de lo que requiere la confianza para decir "sí" cuando nuestra razón nos empuja al "no". La persona que me invitaba, dijo: "Se llama Talentya y, si quieres participar, tienes que estar en Mallorca tal día del mes de julio; cómo llegues es cuestión tuya. ¡Ah! Lleva ropa blanca para una de las noches". Recuerdo que al escucharle me asaltó la ridícula idea de que para nuestras abuelas 'ropa blanca' era sinónimo de muda limpia, y empecé a temer que el encuentro lo hubiera organizado algún grupo oculista.

¿Tú que habrías hecho? ¿Hubieras acudido al evento ignorando tu cometido en él y quiénes son los invitados? Cada vez que pienso en Talentya, una de las experiencias más inspiradoras de mi vida, me intriga saber cómo hubiera reaccionado alguien en mi situación con sentido común. Lo del sentido común no es porque carezca de él, sino porque hay que tenerlo para dirimir la más sensata de las opciones tras hacer cosas como preguntar en nuestro entorno si alguien ha oído hablar de una cosa llamada Talentya, rastrear las redes sociales del ex para no encontrarnos con él allí, pedir certificado de penales de los organizadores… No exagero, aquella era una 'cita social a ciegas' en la que necesitaba soltar y confiar y, durante aquel tiempo, estas cualidades no andaban entre mis virtudes.

Como habrás imaginado mi respuesta fue "SÍ" y, aunque volé a Mallorca, acepté un destino incierto con bastante recelo, que se transformó en una escuela de aprendizaje. En una de mis primeras lecciones entendí que los seres humanos necesitamos de confianza para conectar entre nosotros y esta fluye activando la curiosidad genuina. Cuando la vida nos acerca a seres singulares lejos de nuestro entorno, solo lograremos aprehender la riqueza de dicha experiencia aparcando el miedo que nos despierta lo desconocido; mejor aún, activando el interés hacia dichas personas, convencidas de que, de cada encuentro, saldremos mejores. En la siguiente lección me desprendí de esa máscara que usamos para emboscar tras ella nuestra vulnerabilidad, y fue tan liberador que en la basura terminaron el resto de mis caretas.

Fue tan liberador que en la basura terminaron el resto de mis caretas.

Cierto que tras aquella primera pregunta surgieron otras de difícil respuesta. ¿Qué es Talentya? ¿Cómo definir este círculo virtuoso a quienes ven el mundo como una hoja de Excel? ¿Cuál es su propósito? ¿Por qué Juanjo Fraile y Belén Blanco, los organizadores, abren las puertas de su casa a unos extraños, derrochando generosidad y empatía? ¿Dónde renuevan ellos la fuente de su confianza? Cada vez que he tenido la fortuna de regresar trato de indagar dichas respuestas y, en su lugar, se refuerzan un puñado de excelentes prácticas, que son para nosotros como mandamientos: somos un grupo de buenas personas convencidas de que la energía del amor propulsa el cambio anhelado, que es mejor apreciar que criticar, unir que separar, co-crear que destruir, trazar puentes antes que tabiques… Y al grupo siguen llegando buenas personas porque hay más luz que oscuridad, aunque menos ruidosa.

Fotografía de Talentya
Fotografía de Talentya
Cortesía de Teresa Viejo

Una de ellas fue la cantante Sole Giménez. Invité a Sole tras una conversación tan breve como la que mantuvieron conmigo -ahora sé que para persuadir no se precisan grandes discursos, sino palabras claras y motivadoras- y pensé que ella necesitaría más explicaciones, pero no fue así. La primera noche en Can Martí Feliú, la vetusta casa del siglo XIII donde se celebra Talentya, las dos nos adentramos en un salón iluminado por velas. Estábamos solas. De repente sentí la necesidad de formular la pregunta que me quemaba desde hacía semanas: "¿Por qué dijiste que sí, Sole?". Ella respondió: "Porque despertaste mi curiosidad y confío en ti, Teresa". Otra gran lección.

Sole Giménez y Teresa Viejo durante su experiencia de Talentya
Sole Giménez y Teresa Viejo durante su experiencia de Talentya
Cortesía de Teresa Viejo

Cuando los seres humanos nos inspiran miedo, nos alejamos de ellos y ya no hay conexión posible. Es la curiosidad la que crea redes amorosas. La que nos lleva a paladear el asombro y a jugar entre nosotros como niños

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