Sonia Fornieles Directora de mujer.es
OPINIÓN

Las mujeres y la ambición: manual de desuso

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Elizabeth Zott  quiere ser científica en una sociedad que sitúa a las mujeres en la esfera doméstica.
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Hay veces que no tengo claro el tema del que voy a escribir en esta columna, otras semanas no ocurre así, la actualidad o alguna experiencia vivida recientemente me ayudan a dar con el hilo. Ayer me estaba costando, que si el gobierno, que si las ministras, que si la camiseta de Irene Montero (con el mensaje Confía, coño)… No lo tenía claro. Mientras pensaba sobre qué escribir wasapeaba con mi amiga Marta y le decía que estaba atascada con la columna de hoy, a lo que ella me sugirió: "escribe sobre ambición". Bueno para ser exactas me dijo: ·"reivindica la ambición". Con ella hablo mucho de trabajo, de metas, de objetivos, de frustraciones, de dinero (compartimos profesión) y de ambición. Me suele dar vergüenza reconocer que la tengo y cuando hablo de ella antes digo: "a ver cómo cuento esto para que no suene mal", y es entonces cuando suena fatal.

Si eres mujer tener ambición está peor visto que si eres hombre, y créanme que no es un lugar común. Lo está. Tener interiorizado que "no se puede notar que tengo ambición", debe ser algo que está marcado en el ADN de (casi) todas las mujeres, aunque no compartamos ni un nucleótido más.

Optar a un cargo por encima del tuyo, mostrar interés por tu evolución dentro de una empresa, poner de manifiesto que mereces más sueldo del que (oh maldición) tú misma negociaste… son cosas que se nos (me) hacen bola y pienso que de ocurrir irán irremediablemente acompañadas del concepto 'ambiciosa'. 

Igual el origen de todo este complejo mal gestionado que tenemos las mujeres viene provocado por el significado mismo de la palabra ambición: Deseo ardiente de conseguir algo, especialmente poder, riquezas, dignidades o fama.

La RAE no especifica si para 'conseguir algo' la ambiciosa emplea tácticas malvadas como la traición o el engaño, pero damos por hecho que sí. Al menos yo doy por hecho que los demás lo van a ver así. Curiosa reflexión que me lleva al que sin duda es el más común de los lugares cuando hablamos de sexos y de qué cualidades nos diferencian: ellos piensan menos, de hecho ni siquiera se plantean si hasta ese lugar en el que están los ha llevado la ambición, el trabajo bien hecho o un golpe de suerte.

Pues sí, reivindico la ambición, esa que te hace ser mejor para conseguir un puesto de trabajo, ganar una carrera, encestar más triples en cada partido o tener por fin una casa frente al mar.

Si he generalizado de forma errada y me leen muchas mujeres que no se sienten así por favor cuenten en comentarios cómo lo hacen. Seguro que a mi amiga Marta y a mí nos va a venir muy bien.

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