Anitta Ruiz Consultora de moda | #LAROPAHABLA
OPINIÓN

Políticos y políticas guapas, ¿adivina a quién le va mejor?

Sanna Marin y Justine Trudeau
Sanna Marin, ex Primera Ministra de Finlandia,  y Justine Trudeau, Primer Ministro Canadiense
EFE/Canva
Sanna Marin y Justine Trudeau

"Que me gobierne a mí", fue probablemente el único comentario que puedo transcribir cuando en mi Instagram 'presenté' al nuevo primer ministro francés. Gabriel Attal, un jovencísimo y guapísimo hombre con una meteórica carrera que le ha llevado al puesto con tan sólo 34 años. Os podéis imaginar que la mayoría desconocían el currículum del muchacho (y me permito la licencia porque de verdad, es que es insultantemente joven) pero oye nada de esto impedía que recibiera todo tipo de piropos. 

Gabriel Attal, Ministro de Hacienda francés.
Gabriel Attal, Primer Ministro francés.
DPA vía Europa Press

Lo mismo pasa con su jefe, Emmanuel Macron, o con su homólogo canadiense, Justine Trudeau. Recordad que lo que más se viralizó de Pedro Sánchez en su último viaje a EEUU es que, tras una entrevista televisiva, las redes sociales dijeron que parecía el actor de Superman. Es decir, que ser guapo, parece que es toda una ventaja para dedicarse al mundo de la política. 

Justine Trudeaux
Justine Trudeau, Primer Ministro canadiense. 
Getty Images

Aquí podría viajar muchísimos años en el tiempo y hablar del famoso debate entre Kennedy y Nixon. Ese que siempre se ha dicho que el republicano ganó para los que lo escucharon en la radio y el demócrata para aquellos que lo vieron por televisión. La frescura, juventud y belleza sumó puntos y probablemente desequilibró la balanza en favor del último en el proceso electoral.

En ese momento se inauguró lo que me gusta llamar la "guapocracia" (el término no es mío, para mi desgracia). Es indiscutible que a los físicamente agraciados les suele ir mejor en política, y en otras muchas cosas en la vida, para que nos vamos a engañar. Los psicólogos llaman a esto 'efecto halo' y ya hemos hablado de ello en varias ocasiones en esta columna. Inconscientemente tendemos a atribuir propiedades positivas a la gente guapa. Pero ojo, aquí es cuando vienen las curvas. ¿La guapocracia funciona también en el mundo de las mujeres? Puede ser que en otros ámbitos pero en mi experiencia, en política, la cosa no está tan clara. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su visita en Navantia.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.
EFE/Cabalar

Ellas, políticas

Podemos poner ejemplos recientes, como el de Sanna Marin, la ex primera ministra de Finlandia. Una mujer atacada por tantos flancos, sobre todo después de una quizá algo desafortunada portada de revista con un insinuante escote, que finalmente optó por ocultarse tras un uniforme de trabajo en negro que sólo abandonó cuando perdió las últimas elecciones. 

Imagen de la revista donde aparece la primera ministra finlandesa con un escote. Imagen de la revista donde aparece la polémica fotografía de Sanna Marin.
 Sanna Marin, ex Primera Ministra de Finlandia.
Trendi

Lo mismo pasó con Jacinda Ardern, máxima autoridad política en Nueva Zelanda. Su belleza, su juventud, su desparpajo, pesaron más que sumaron en su carrera política. O al menos, no le aportaron nada bueno en ella. 

La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha anunciado este jueves a primera hora su renuncia como jefa de Gobierno.
La ex primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern.

Las más maduras del lugar recordaréis el lío que se montó con el posado en Vogue de las ministras de Zapatero. Estaban demasiado guapas para dedicarse a la política, decían. Aquí podría entrar a explicar muchas cosas sobre el hecho de que la envidia femenina sí que existe y que el 'efecto halo' aplicado a las mujeres no funciona exactamente igual entre nosotras. Pero prefiero que leáis el maravilloso artículo que ha escrito Marita Alonso en esta cabecera. La belleza femenina asusta. O por lo menos eso sigue pareciendo. "Si es tan guapa, seguro que lo ha tenido todo fácil. No será tan lista", son algunos de los comentarios que aparecen en el reportaje.

Reportaje que realizaron en VOGUE las ministras en 2004.
Fotografía que abría, en la revista Vogue, el reportaje de las ministras del primer gobierno paritario de la historia de España en 2004.
VOGUE

Un poco de historia

Para entender el porqué de todo esto os llevo hasta la Francia post revolucionaria. En ese momento los hombres dejaron de emperifollarse y las nuevas élites políticas designaron un estricto manual estético para los caballeros. Nada de pelucas, ni tacones, ni maquillaje. Todo atributo embellecedor quedaba reservado, desde ese momento, a las mujeres. Ellas se convirtieron en la señal de opulencia de padres y maridos ya que desde aquel momento no estaba bien visto que ellos "dedicaran excesivo tiempo a su cuidado personal". Fue lo que el psicoanalista Flügel llamó, "la gran renuncia masculina" en su aclamado ensayo 'Psicología del Vestido', publicado en 1935.

 Evidentemente las leyes suntuarias, aquellas que intentaban restringir o regular el lujo y la extravagancia en el vestir, existen desde que se redactan códigos reglamentarios pero las establecidas desde el siglo XIX cambiaron la pauta de comportamiento de hombres y mujeres. Puede ser que me esté liando un poco, pero lo que quiero decir es que esto de la diferente aceptación de la belleza de nuestros políticos según su sexo está muy arraigado en nuestra historia. Es labor nuestra cambiarlo.

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