Gema Cabañero
- Directora de I+I+D de 180 the Concept nutricosmética avanzada
La llegada de la Navidad tiene dos caras para muchas personas: reencuentros felices y fiestas y, por otro lado, pérdidas, tristeza y estrés. Si estas fiestas te producen síntomas negativos que se reflejan en tu bienestar interior y exterior quizás padezcas depresión blanca. Aunque el término 'depresión' puede generarnos confusión, no se trata de un trastorno mental propio de la enfermedad, sin embargo, si se trata de un estado emocional negativo que está producido por una serie de estímulos externos que desembocan en rechazo a estas fechas, ansiedad e insomnio.
¿Cómo afecta la depresión blanca?
Existen múltiples causas que la provocan la depresión blanca, desde la pérdida de seres queridos, pasando por las malas relaciones entre familiares hasta la incertidumbre que nos crea la llegada de un nuevo año y la falta de una estabilidad laboral. Algunos de las principales consecuencias que provoca esta afección son:
- Alteraciones del apetito: cuando nos exponemos a una situación que nos frusta y no sabemos cómo abarcar, el apetito es uno de los principales factores que se alteran. Comer emocionalmente puede dar lugar a que las personas coman de forma excesiva para dejar de sentir otras emociones. Sin embargo, como cada persona es diferente, otra de las formas en la que nos puede afectar este estado anímico, es en la falta de apetito. Estos cambios están provocados principalmente por un desajuste en el sistema nervioso, debido a que ni la serotonina, ni la progesterona, ni la testosterona, se encuentran como es debido en el organismo.
- Insomnio: la tensión o preocupación que producen ciertas situaciones no permiten la relajación previa al dormir e interrumpen el sueño de manera violenta.
- Nostalgia y añoranza: la pérdida de seres queridos o la falta de algún familiar produce que en estas fechas las personas recuerden las Navidades pasadas y generen expectativas que ya no se cumplirán este año, provocando una serie de emociones negativas
- Estrés y ansiedad: la imagen social de la Navidad se corresponde con una fiesta en la que todo el mundo es feliz y, muchas veces, no es así. Es por ello que las personas fingen en sus relaciones interpersonales para poder cumplir las expectativas generadas en torno a la Navidad y anteponen lo que se espera de ellos a sus deseos. Esto implica que se produzca un profundo sentimiento de ansiedad y malestar.
Por desgracia, el bienestar emocional va de la mano del físico y esta afección no solo afecta a nuestro humor, también se refleja en nuestro rostro o en la calidad de la piel. Otros efectos son la aparición de acné, inflamación cutánea o piel apagada.
¿Cómo podemos afrontarla? Desde el estómago
Cuando los síntomas se hacen perceptibles, tanto en el humor, en la salud interior y en el bienestar físico, es momento de tomar cartas en el asunto. Ponerse en manos de un profesional es un factor muy importante pero, además, debemos contar con una ayuda, que nos proteja desde el interior, como en el caso de vitaminas y nutrientes. Es imprescindible que estas propicien un estado de tranquilidad a la vez que fomenten vitalidad y un sueño reparador.
Para ello, algunos de los activos más reconocidos son el Citrato de Magnesio, por su capacidad para ayudar a conciliar el sueño gracias a que aumenta el GABA, el principal neurotransmisor inhibitorio en el sistema nervioso central.
Combatir emociones negativas necesita de un estado interior de tranquilidad, que nos permita afrontar los problemas, sin estrés ni ansiedad.
En estos casos, incluir en la dieta activos como el L-Triptofano, puede ser vital, ya que es precursor de la serotonina y la melatonina, capaces de propiciar un estado de bienestar y relajación. Otras de las vitaminas reconocidas por ello son el ácido fólico, que interviene en la formación de dopamina y serotonina o la Niacina, también conocida como vitamina B3.
Si las consecuencias en nuestro interior ya han afectado a nuestra apariencia, también es aconsejable incluir en el día a día suplementos naturales ricos en colágeno. Gracias a ser una célula proteica se encarga de dar estructura y firmeza a la piel y mantiene la salud de los músculos y articulaciones.
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