Tu coche de gasolina podría servirte en 2035: por qué los combustibles sintéticos son una alternativa real a los eléctricos

Los combustibles sintéticos o e-fuels nacen a partir únicamente de aire y agua, y en su proceso de fabricación absorben el CO2 contaminante que ya tiene la atmósfera para neutralizar el que emitan al ser quemados. Un circulo perfecto.

e-fuel Porsche.
El combustible sintético sirve para cualquier motor, desde clásicos a coches de carreras.
PORSCHE
e-fuel Porsche.

En el proceso de descarbonización del parque automovilístico parece haber tomado ventaja la electrificación, de hecho, se habla casi siempre de este término cuando se mira al futuro, pero nos olvidamos de que existen otras maneras y otras tecnologías que son capaces de proporcionar emisiones neutras de carbono a la atmósfera. Una de estas son los combustibles sintéticos, que, aunque emiten CO2 al ser quemados en un motor, resultan neutros debido al proceso que se realiza para fabricarlos, proceso que a día de hoy sigue siendo un desconocido para mucha gente.

Nuestro planeta goza de una riqueza inagotable como es la energía solar y la eólica, pero también es cierto que dependiendo de la zona del globo donde nos encontremos, estas dos fuentes energéticas pueden ver mermada su capacidad. Por ejemplo, en Alemania, los aerogeneradores funcionan a pleno rendimiento tan sólo 66 días al año, de media. Para un vehículo eléctrico, la utilización de esta energía renovable para su recarga supone un papel clave en la consecución de la neutralidad en su ciclo de vida, por lo que dependiendo de la región en la que se encuentre, quizá esto no llegue ni a ocurrir.

Planta e-fuel en Chile.
La planta de e-fuels de Porsche en Punta Arenas, Chile.
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A esto se añade el hecho de que en la actualidad existe en el mundo unos 1.300 millones de vehículos con motor de combustión interna que funcionan y que podrían seguir circulando durante muchos más años si se les diera de ‘beber’ un combustible diferente. Es aquí donde entran los llamados e-fuels o combustibles sintéticos, unos carburantes que se producen de forma prácticamente neutra en carbono y sobre los que Porsche, entre otros, ha puesto muchas esperanzas e inversión para que salgan adelante.

Punta Arenas, lugar donde Porsche ha construido su nueva planta de producción de e-fuels, es una región de apenas 130.000 habitantes situada en el extremo sur de Chile, en la región de la Patagonia. Esta zona es conocida por los fuertes vientos que soplan incesantemente, casi siempre en la misma dirección, además. Son tan potentes que generan en los árboles extrañas formas, formas a las que los lugareños denominan ‘arboles bandera’. Pues bien, si en Alemania los aerogeneradores funcionan 66 días de media al año a pleno rendimiento, en Punta Arenas podrían hacerlo 270 días anuales y, sin embargo, la región apenas utiliza la energía eólica. Pero Porsche quiere aprovechar este rico recurso.

Los aerogeneradores de esta región del sur de Chile pueden funcionar a pleno rendimiento 270 días anuales.
Los aerogeneradores de esta región del sur de Chile pueden funcionar a pleno rendimiento 270 días anuales.
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El objetivo de la firma alemana desde que inauguró su fábrica de Haru Oni (significa ‘tierra de vientos’ en el dialecto local) en diciembre de 2022, es utilizar la energía generada por el viento para fabricar los combustibles sintéticos, con un programa de producción para la actual fase pilotos de 130.000 litros anuales.

¿Cómo se produce el combustible sintético?

El primer paso para fabricar estos e-fuels requiere la electrólisis para producir hidrógeno. Esto requiere una gran cantidad de energía, razón por la cual quieren valerse de los aerogeneradores de la zona, ya que se tiene que separar a partir del agua, el hidrógeno del oxígeno.

Sin embargo, además del hidrógeno, la producción de e-fuels requiere otro componente de vital importancia, el dióxido de carbono (CO2), nuestro antagonista en la guerra contra las emisiones contaminantes. El CO2 puede separarse del aire mediante una captura directa, es decir, pasando el aire a través de un filtro cerámico, similar al catalizador de un coche, pero en lugar de metales preciosos en su interior, los canales de flujo están llenos de una sustancia química que retiene las moléculas de CO2. Una vez que todos los espacios están llenos, el filtro se cierra y se calienta. El calor libera el CO2, y este es aspirado a un depósito. En concreto, un litro de e-fuel necesita el hidrógeno de 3 litros de agua de mar desalinizada y el CO2 de 6.000 metros cúbicos de aire.

e-fuel Porsche.
El CO2 absorbido para su producción neutraliza el que emite al quemarlo el motor.
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El siguiente paso de este complejo proceso une el hidrógeno con el CO2 en una planta de síntesis, creando así metanol, un combustible muy duradero y adecuado para el almacenamiento y el transporte. Los motores de los barcos están diseñados para funcionar con metanol, por ejemplo. Sin embargo, en los de los coches se necesita realizar un proceso adicional, con compuestos de carbono añadidos para pasar de tener metanol a tener gasolina.

Planta e-fuel en Chile.
El e-fuel puede suministrarse en las gasolineras actuales sin realizar cambio alguno.
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Después de todo este proceso es como se llega a la obtención del combustible sintético, un combustible que no consiste en nada más que aire y agua, y que se podría distribuir en todas las gasolineras del mundo sin variar un ápice sus infraestructuras, con el consiguiente ahorro económico que supone esto. Además, cabe destacar que todos los motores de combustión actuales y pasados pueden funcionar con este tipo de carburante, desde los coches clásicos hasta los de competición. Pero el verdadero beneficio está en el hecho de que la combustión de estos e-fuels no liberará más CO2 del que se ha extraído del aire ambiente para su propia producción, lo que cerraría el circulo haciendo que lo emitido sea compensado o incluso superado por lo absorbido para crearlo. Es por esto que Porsche, junto con sus socios en Punta Arenas, están en pleno proceso de crecimiento, con el plan de alcanzar los 55 millones de litros a mediados de esta década y los 550 millones de litros dos años después. Una solución verde que haría que miles de millones de coches pudieran seguir circulando sin cambiar absolutamente nada en ellos.

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