El vino rosado se quita los prejuicios de encima

  • El vino rosado se está librando de los prejuicios y su demanda ha comenzado a experimentar un gran crecimiento en todo el mundo.
  • Se trata de un vino fresco ideal para tomar con tapas en verano.
  • Es falso que se elabora mezclando uvas blancas con uvas tintas.
Vino rosado
Vino rosado
GTRES
Vino rosado

El vino rosado no se hace mezclando uvas tintas y blancas, no es un producto de baja calidad y no está hecho para personas que no saben de vinos. Se trata de una bebida fresca y ligera elaborada para consumirse sobre todo en las épocas estivales y que vive ahora un claro momento de auge, tal y como demuestra la celebración este jueves del I Salón de Solo Rosados, el primer encuentro para profesionales centrado exclusivamente en esta variedad del vino.

"Se trata de un vino excepcional y, sobre todo, muy fresco. Es un vino que apetece muchísimo en las épocas de verano y que además pega extraordinariamente bien con una serie de platos como el arroz, las paellas o quizá un pescado y también para tapear. Es un vino hecho para disfrutar durante una determinada época del año que suele venir ligada al calor. Es un vino de temporada", explica Enrique Calduch, periodista de vinos y organizador del citado salón.

"La piel de las uvas tintas es la que tiene todos los atributos importantes de un vino, lo que da la fuerza, el color, la estructura... Los modernos vinos tintos se hacen manteniendo mucho tiempo el mosto en contacto con las pieles, con los hollejos, para que cojan mucho tanino, mucha fuerza, mucho color. En el caso de los rosados es al revés. Se mantienen durante un breve tiempo en contacto con las pieles para que no cojan mucho color —sólo un color rosado, que no llegue a ponerse rojo ni negro— y para que, en lugar de tener mucho tanino y mucha estructura, tenga menos, en nariz dé aromas de fresas, frambuesas, frutas del bosque agradables, florales incluso, y en boca no sea un vino rudo sino un vino de paso fácil, fresco, que se bebe frío",

Maite Calvo de la Banda, enóloga del Grupo Barón de Ley, considera el rosado una buena alternativa ligera al tinto. "Para la gente a la que no le gusta o no está muy acostumbrada a beber vinos tintos, el rosado es un vino que entra mucho mejor como aperitivo. La gente a la que le gustan los perfiles de vinos frescos tiende más hacia los blancos. Sin embargo, el rosado tiene la frugosidad en nariz de un blanco pero luego en boca es mucho más goloso, gana en volumen y en sensaciones rápidas. Es la antesala al mundo de los tintos, donde ya crece la complejidad", asegura. "Es ideal para tomar de aperitivo, en una terraza, entre comidas, con unas tapas...", afirma.

Un vino tecnológico

¿Eso significa que el vino rosado está por debajo del tinto? En realidad no, simplemente se trata de un producto diferente enfocado a otro tipo de consumo. "La gente piensa "puesto que no ha llegado a ser tinto lo han dejado como rosado", pero eso no es cierto. Tanto el rosado como el blanco son vinos más tecnológicos, porque hay que tener muchísimo más esmero en la elaboración. Son complicados", cuenta la enóloga.

"En el rosado se hace la maceración con las pieles en el tiempo justo para obtener el color óptimo que tú quieres, intentando que sea más o menos el mismo todos los años. Se tiene que hacer con mostos muy limpios, a nivel de fermentación las temperaturas van muy controladas, la selección de levaduras es muy importante... En ese sentido hay que trabajarlos más que los tintos y la mano del enólogo juega un papel más importante. En el tinto también es importante nuestra mano pero es mucho más agradecido, da mucho más juego al estar el mosto en largo contacto con las pieles", detalla.

Vino rosado.Sin embargo, es innegable que el vino rosado suele considerarse un vino de menor calidad. Calduch considera que uno de los motivos es "por la forma de hacerlo, porque no va orientado a envejecerse". "Exceptuando algunas bodegas que lo envejecen o lo trabajan de otra manera, es un vino de temporada", dice.

También da otra posible explicación, la existencia de los falsos rosados, que dieron muy mala fama a este tipo de vino. "Antiguamente se hacían los claretes, donde se mezclaban las uvas blancas con las tintas y salían como salían, con poco color y un sabor nada destacable. El rosado es un vino al que se le quita la fuerza para que sea fresco y agradable. Es otro estilo, nada que ver con los claretes", cuenta el crítico.

Pero ahora, a pesar de los prejuicios, el rosado está viviendo un gran momento. "Existe un auge enorme porque se está desarrollando mucho la exportación en muchos países. Ahora se han puesto de moda los rosados provenzales en Francia —que son más pálidos todavía que los habituales—, los que se están haciendo en California... y aquí empiezan a tener tirada", explica.

"Yo realmente decidí poner en marcha este salón porque, como crítico de vino he recibido en mi despacho, en muy poco tiempo, montones de muestras para que conozca y cate vinos rosados que están haciendo bodegas nuevas, sobre todo riojanas. Por lo visto allí han conseguido aumentar la exportación del vino rosado un 14% debido al auge que hay en el mundo", revela Calduch, una realidad que corrobora Maite Calvo de la Banda.

"Aunque no sé si vendrá acompañado de la demanda, sí que se está fomentando la inquietud hacia este tipo de vinos. En Francia, que siempre van un paso por delante en la comercialización de los vinos, ya hacía unos años que nos decían que la moda de los rosados estaba aumentando. No nos lo creíamos, pero ahora estamos viendo que sí. Nosotros lo notamos porque nuestro mayor volumen de comercialización es en exportación y es verdad que la demanda se va incrementando año tras año", relata la enóloga.

La última esperanza rosada

Aun así, según Calvo, "el vino rosado todavía es un gran desconocido aquí en España" mientras que "en el resto del mundo desde hace cinco años hay un gran crecimiento de la tendencia hacia este tipo de vinos".

"En España, si preguntas a cualquier ciudadano que no tenga mucha conocimiento del tema, piensa que se hacen blancos en Rueda y en Galicia, que se hacen tintos en Rioja y Ribera de Duero, y que en la Mancha se hacen de los dos tipos. De los rosados, mencionará los que se hacen en Navarra, pero no profundizará más. Se desconoce lo que se hace dentro de cada región, la riqueza de vinos que hay. El rosado se queda un poco fuera de categorizar y por eso yo creo que es un poco el desconocido", opina la experta.

Pero la tendencia está cambiando y el vino rosado va ganando adeptos. "La gente empieza a demandar vinos ligeros, fáciles de beber, afrutados, de los que se pueda disfrutar sin complicaciones. Llevamos un ritmo de vida tan intenso que no tenemos tiempo para detenernos en deleitarnos con nada, así que cada vez se buscan más vinos que den sensaciones rápidas y agradables. Desafortunadamente, a diario no tenemos tiempo para disfrutar de un Gran Reserva, pero el rosado encaja perfectamente en la dinámica de vida frenética que llevamos hoy en día", explica Calvo.

Es más, para muchos, el vino rosado es uno de los productos que pueden ayudar a la recuperación del sector en España, que pasa ahora por un mal momento, tal y como apunta Calduch: "España está ahora mismo bastante mal en el tema del consumo per cápita. Mientras que en otros países está aumentando o se está manteniendo, nosotros estamos bajando mucho. El consumo de vino está en niveles ridículos, de unos casi 20 litros por persona y año, cuando estábamos hace unos cuantos años en 60, que es lo que tienen los franceses, los italianos, los portugueses, los países elaboradores".

"Mucha gente cree que a través de los rosados, que son vinos más fáciles, podría cambiarse esta situación tan negativa. Son vinos simplemente para disfrutar en los que no te puede venir el típico experto tonto para decirte "¡pero bueno, cómo no comprendes la profundidad de aromas de frutas maduras con recuerdos de arándanos y un toque balsámico!", concluye el crítico acabando la frase con voz engolada y en tono de broma.

El futuro inmediato del vino se escribe con tinta rosa.

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