¡Qué hermosos recuerdos traen las comidas con amigos! Serán las risas al compartir tras una mesa grandes vivencias y complicidad. Y, además, de vez en cuando te llevas un regalo de lo menos esperado: nuevas recetas para tu repertorio. Dicen que todo en casa ajena está mucho más rico, pero creo que es el recuerdo el que lo potencia por mil, porque el ingrediente secreto es el amor.
En casa ponemos llamamos a las recetas que nos regalan con el nombre de quién nos las dio a probar. Con el tiempo, estas pociones mágicas, toman vida propia y pasan a nuestro recetario, pero siempre con el nombre de su autor y el recuerdo de cuando la probaste por primera vez.
La de hoy fue una de esas recetas que me regalaron. Más allá de su origen, la combinación de ingredientes de esta sabrosa preparación sorprende hasta los paladares más exquisitos. De todos los ingredientes que lleva, hoy destacaré la almendra, este magnífico fruto seco tan versátil y tan cercano a nuestra cultura mediterránea.
Aunque procede de Asia Occidental y Central, ahora se cultiva en Estados Unidos, Europa, Oriente Medio y Australia. Se considera que el almendro forma parte de nuestra alimentación desde hace más de 5.000 años. Parece que por esta época pudo haber alguna mutación o hibridación silvestre -según algunos autores- de sus antecesores más amargos, dando como resultado una almendra más dulce.
Originariamente se recolectaba silvestre y la difundieron por la cuenca mediterránea fenicios, griegos, romanos y árabes. Los primeros fueron los fenicios, que las introdujeron hace unos 2.000 años a. C. y fueron los griegos de la época de Alejandro Magno los primeros en cultivar almendros. Luego, los romanos la diseminaron por toda la cuenca mediterránea. Aunque finalmente fueron los árabes los que logran la gran expansión de este delicioso fruto y posteriormente los Franciscanos lo llevaron por América.
Las almendras se mencionan en la Biblia como símbolo de divina aprobación o para simbolizar a la virgen María y su nombre en hebreo significa luz. Como anécdota las almendras eran el ingrediente de los panes que consumían los faraones egipcios, representaba prosperidad, riqueza y salud.
Era muy común en los exploradores de la Ruta de la Seda comerlas como aperitivo en el siglo I d.C. y los itinerarios de esta ruta coinciden con la expansión de la especie.
Técnicamente son frutas en lugar de frutos secos porque las semillas están contenidas en una cáscara y rodeadas por una fruta carnosa, lo que las hace botánicamente similar a las nueces y pacanas. Los frutos de los almendros están listos para ser recolectados cuando se hayan endurecido y estén abiertos.
Beneficios para nuestra salud
Muchos fitoquímicos -compuestos producidos por las plantas- y la mayor parte de la fibra de las almendras se encuentran en la piel. Conviene optar por tomar las almendras crudas para aprovechar al máximo sus beneficios y que no estén peladas; las almendras blanqueadas carecen de su capa nutricional.
Las almendras contienen más proteínas, fibra, vitamina E y calcio que todos los demás frutos secos. Reducen el riesgo de enfermedades cardíacas, fortalecen los huesos y ayudan al cuerpo a absorber los nutrientes esenciales. Vayamos punto por punto:
Un corazón saludable. Las almendras contienen varios fitoquímicos, incluidos betasitosterol, con propiedades hipocolesterolemiantes; estigmasterol, con efecto antioxidante; y también hipocolesterolémico y campesterol, que se cree que ayudan a reducir el riesgo de enfermedades cardíacas. También se han identificado algunos polifenoles, proantocianidinas trímeras, tetrámeras y pentámeras con efectos antioxidantes con efecto cardioprotector y antienvejecimiento. Los estudios han demostrado que comer incluso un puñado de almendras, como parte de un estilo de vida activo y una dieta baja en grasas, puede ayudar a reducir los niveles de colesterol malo en la sangre, hasta en un 10%.
Huesos fuertes. Las almendras son una buena fuente de calcio, especialmente para las personas que no comen productos lácteos. Los estudios también sugieren que las almendras pueden disminuir el riesgo de osteoporosis al reducir la actividad de los osteoclastos, las células que causan la pérdida de calcio en los huesos.
Piel radiante. Las almendras son ricas en vitamina E, un poderoso antioxidante que ayuda a proteger la piel del daño de los radicales libres e inclusive para el tratamiento de diferentes afecciones de la piel relacionadas con procesos irritativos e inflamatorios.
Composición nutricional. La almendra es una buena fuente de vitamina E, biotina, magnesio y calcio. También contienen proteínas, fibra, vitaminas B1, B2 y B6, así como ácido fólico, fósforo, hierro, zinc, cobre y manganeso. Destaca en su contenido de Manganeso 110% (porcentaje de la ingesta diaria de referencia), Vitamina E 56%, Biotina 36% Magnesio 20%, proteínas 30% y en calcio 8%. Un puñado de almendras todos los días podría ayudar a reducir los niveles de colesterol malo hasta en un 10%.
Por último, antes de entrar en la receta, un consejo: las almendras contienen grasa que se enrancia con el tiempo por el contacto con el oxígeno y la luz solar. Guárdalas en un recipiente hermético, en un lugar oscuro y fresco, y cómelas rápidamente.
Receta de sopa fría de melón, lima y almendras para cuatro personas
Ingredientes:
- Un kilo de melón en trozos muy dulce.
- 100 gramos de almendras crudas no blanqueadas con piel y preferentemente orgánicas.
- 100 dl de leche de coco.
- Tres a cinco limas en función de cómo estén de jugosas y la ralladura de una o dos limas.
- Menta picada en abundancia, si tienes de tu terraza o jardín mejor.
- Un poquito de sal. Aquí puedes ver opciones de sal más saludables.
- Medio vaso de agua
Elaboración:
- En el vaso de una licuadora o en un procesador de alimentos coloca las almendras y tritúralas a velocidad máxima hasta que logres la textura de arena.
- Agrega la ralladura de la lima y vuelve a procesar un minuto para que se mezcle bien.
- Introduce el resto de ingredientes y tritura o procesa durante unos minutos hasta que quede homogéneo.
Puedes conservar esta deliciosa sopa en la nevera durante tres días. Sírvela a temperatura ambiente o fría, según el gusto de cada cual.
Bibliografía
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- NutriData Nueces, mantequilla de almendras, natural, sin sal agregada
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