Por qué las series cada vez tienen episodios más y más largos

Si necesitas una duración de largometraje para contar tu historia, quizás deberías plantearte lo que eres.
'Succession'
'Succession'
Cinemanía
'Succession'

El episodio final de Succession, la última gran serie de prestigio inquebrantable que ha concluido en HBO, dura casi 90 minutos. Lo que durante mucho tiempo se consideró la extensión estándar de un largometraje, en el caso de la serie de Jesse Armstrong supone la culminación de una temporada de diez episodios, cada uno por encima de la hora de duración; el penúltimo ya se fue hasta los 70 minutos.

Ted Lasso es otra serie muy laureada que concluye y en su temporada final ha estirado de manera radical la duración de sus episodios. En el caso de la ficción deportiva de Apple TV+ protagonizada por Jason Sudeikis la diferencia es más notoria ya que nació como una sitcom con episodios que no pasaban de la media hora para ir aumentando paulatinamente en cada nueva temporada: la segunda, en torno a los 40 minutos; la tercera, duraciones criminales de hasta 70 minutos.

En Netflix, los últimos episodios de La reina Carlota, el spin-off de Los Bridgerton, aumentan los 60 minutos habituales de la serie hasta los 75 y también ofrece un desenlace de 90 minutos. Aun así, son cifras que palidecen ante la barbaridad de Stranger Things en su cuarta temporada: episodios de más de una hora, incluso de hora y media, hasta culminar en un season finale de 140 minutos. Igual tienes que ir pidiendo una excedencia para ver lo que preparen los Duffer en la próxima.

No son episodios, son películas

Uno de los motivos detrás del crecimiento en el consumo de series durante las últimas décadas solía buscarse en la falta de tiempo libre que dejan los ritmos de nuestra sociedad turbocapitalista para el ocio audiovisual al acabar la jornada. Llegas a casa, enchufas tu pantalla favorita y consumes una dosis compacta de entretenimiento sin muchas complicaciones ni un compromiso temporal inasumible. 

La ventaja sobre el consumo doméstico de películas era la posibilidad de organizarse sin comerle muchas horas al sueño gracias a la duración estandarizada de la televisión (estadounidense y británica; la ficción televisiva española se movía en otras coordenadas). Según el tiempo que tuvieras, elegías una sitcom (20-30 minutos) o un drama (40-60 minutos si iba con el pedigrí subidito). Primero el cable premium (HBO y familia) y luego las plataformas de streaming hicieron que esa norma saltara por los aires.

Mejores interpretaciones de 2021
Jason Sudeikis en 'Ted Lasso'
Cinemanía

Ahora la creatividad no estaría limitada por los bloques publicitarios, decían, así que cada historia dispondría del tiempo suficiente para desarrollarse según sus necesidades. Sonaba bien, aunque en la práctica ya sabemos lo que sucedió: cantidades industriales de relleno estirando narraciones episódicas que concentraban sus acontecimientos importantes en apenas los últimos minutos (¿te acuerdas de las series Marvel de Netflix?).

El modelo streaming potencia las duraciones sobredimensionadas por un motivo muy sencillo: cuanto más dura el episodio, más tiempo te tiene pegado a la pantalla. A pesar de la criticada opacidad en los datos de audiencia de las plataformas, a todas les gusta sacar pecho con el número total de horas vistas de sus series, así que si un episodio le rasca un puñado extra de minutos a tu hora de irte a la cama, bienvenido sea.  Ya lo dijo Reed Hastings en 2017, el mayor competido de Netflix no son las otras plataformas: son las horas de sueño.

Breve historia de la TV alargada

Si de forma sistemática necesitas una duración de largometraje para contar tu historia, quizás deberías plantearte lo que eres. De todas maneras, como todo lo que tiene que ver con las estrategias de las plataformas de streaming, nada de esta tendencia es exactamente nuevo. 

Prácticamente desde el nacimiento de la televisión los creadores de historias han luchado contra las restricciones de duración demasiado férreas. Tótems como Te quiero, Lucy o M.A.S.H. experimentaron con los episodios especiales de mayor duración, ya sea divididos en dos partes o con gestas atléticas como el final de dos horas de la serie, dirigido por Alan Alda; durante décadas, fue la ficción televisiva más vista de la historia.

Rodaje de 'M.A.S.H.'
Rodaje de 'M.A.S.H.'
Cinemanía

Es fácil entender cómo este tipo de propuestas funcionaban gracia a su excepcionalidad. Friends, Perdidos y muchas otras concluían sus temporadas con un season finale del doble de duración; dividido en dos episodios, pero emitido la misma noche. Se vendía la sensación de evento, y a los comerciales siempre les ha gustado tirar la casa por la venta con los superlativos. 

El problema lo tenemos ahora que esa excepción se ha convertido en la norma y lo que destaca es justo lo contrario, como han demostrado Barry o Atlanta, dos títulos excelsos y plenamente hijos de la era del streaming compuestos por episodios en torno a la media hora. Se pueden hacer series de máxima calidad que también te dejan tiempo para vivir.

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