'Poquita fe' solo necesita 15 minutos de humor mínimo para que te partas de risa: este es su secreto

Montero y Maidagán vuelven a Movistar Plus+ con la serie más hilarante del año sobre una pareja de cándidos interpretados por Raúl Cimas y Esperanza Pedreño. Nos revelan la fórmula de su humor a la mínima expresión.
Raúl Cimas y Esperanza Pedreño en 'Poquita fe'
Raúl Cimas y Esperanza Pedreño en 'Poquita fe'
Cinemanía
Raúl Cimas y Esperanza Pedreño en 'Poquita fe'

Pepón Montero iba caminando por el ‘Upper Lavapiés’ cuando se encontró a un amigo al que hacía tiempo que no veía. “¡Hombre! ¡Hombre!”, empezó a gritar. Entre uno y otro había un sintecho durmiendo en un banco que, con los gritos, se pegó un buen susto. 

“Es una chorrada que apunté para lo próximo que escribamos”, confiesa a pocos metros de donde sucedió el incidente, en la terraza del Café Pavón, mientras un guía turístico en segway recita pedaleando las bondades del barrio a los pasajeros en el asiento trasero. Allí es donde tiene lugar la entrevista con Montero y Juan Maidagán, su pareja cómica habitual y cocreador de Poquita fe, cuya primera temporada ya está disponible en Movistar Plus+.

Montero y Maidagán: el origen

Esas notas a pie de calle sirven de arranque al proceso creativo de estos artesanos del humor que se conocieron en los 90. De la fiesta en casa de una amiga a los Canalone, un minuto al día de humor en Lo + Plus, programa para el que Montero, que allí ejercía de ayudante de dirección, fichó a Maidagán. Nacía así, no solo el mejor nombre de dúo cómico de los últimos tiempos, “Montero y Maidagán”, sino una nueva manera de hacer humor.

El siguiente crédito estrella de la pareja fue Camera Café, aunque cuando brillaron más fue en su debut en el cine. De hecho, hay que agradecerle a Arturo Valls, mítico Jesús Quesada en la serie, que se acordara de la pareja al dar el salto a la producción. Los del túnel es una película de catástrofes que empieza donde terminan las demás, con un plano cenital que se aleja de los supervivientes con mantas térmicas para acto seguido mostrarnos a sus personajes, las víctimas del desprendimiento de un túnel, gestionando el estrés postraumático montando un grupo de WhatsApp.

Tanto esos trabajos como los posteriores, sus series para Movistar Plus+ Justo antes de Cristo y ahora Poquita fe, tienen un denominador común. Esa legitimación de la chorrada que constituye la base de su humor. Ese “fijarse en la gente o en las pequeñas cosas” para escribir historias que tienen activado permanentemente y que luego convierten en material para la risa al contárselo el uno al otro. “Hasta una barra de pan nos puede dar para mucho”, se ríe Pepón. “Somos de darle vueltas a las cosas, sí –añade Juan–. Podemos llegar a discutir”.

Una es capaz de rastrear en sus ficciones anécdotas como la del sintecho asustado por los gritos de Montero. Como esos desconocidos en Poquita fe que se quedan atrapados en un ascensor y descubren que se les da muy bien cantar a capella entonando Amarraditos, de Maria Dolores Pradera y, ni cortos ni perezosos, fundan un coro. O las señoras que de pronto deciden darles dos besos a los guardas jurados del edificio en el que trabajan y caen en una espiral absurda de tener que besarlos todos los días cuando entran y salen de la oficina.

'Poquita fe': una pareja de cándidos

Poquita fe, una serie que la pareja tenía en mente desde hacía más de una década, está repleta de este sentido del humor en el que es difícil encontrar referencias. “Azcona está ahí siempre, claro. Es que lo tienes implantado de nacimiento –dice Pepón cuando le preguntamos por el tema–. Pero nosotros cuando detectamos ‘esto se parece a...’ decimos ‘uf, a otra cosa’. No nos gusta”.

Sin embargo, en el formato de esta nueva serie sí que encontramos algunos referentes. El primero de ellos, The Office. Después, sus herederos. Fleabag, por ejemplo. Series en las que los personajes interrumpen la acción para convertirse en narradores a cámara. Series que juegan con el concepto del making of. 

Aunque también es cierto que el arraigo cañí de Poquita fe y su montaje endiablado, bien picadito, la convierten en un animal de su propia especie. Porque Montero y Maidagán llevan este formato a sus últimas consecuencias, incluyendo tramas y personajes no ya secundarios sino terciarios, personajes que aparecen solo para decir una frase y luego nunca más los volvemos a ver. 

“El formato se nos ocurrió hace mucho tiempo también –recuerda Juan–. Fue por un encargo de la Film Commission de Florida. Hace tanto que ya el ordenador no me abre el documento”. “Era un encargo de unos sketches sobre cine. Había uno que eran los hermanos Coen pero en vez de dos eran ocho y no llegaban a un acuerdo nunca. Y uno de los sketches era una parodia de un making of. Un director, un guionista y un productor que quedaban para comer. Y estaba contado como Poquita fe”, añade Pepón.

'Poquita fe': reparto y personajes

Cuando fueron a Movistar Plus+ con este formato, Fran Araujo, valedor de la serie, les pidió que buscasen un hilo conductor. Fue así cuando se les ocurrió contar la vida de una pareja durante todo un año y que cada capítulo, de 15 minutos, resumiese un mes de sus vidas.

Y qué pareja. Berta (Esperanza Pedreño) y José Ramón (Raúl Cimas, a quien Montero y Maidagán abordaron por la calle para proponerle el proyecto) son dos ilusos pero dos ilusos majos, muy tiernos, de los que es fácil encariñarse enseguida. Él es guarda jurado; ella trabaja en una guardería. “Siempre quisimos que fueran dos cándidos, dos inocentes que no pegan en el mundo. Y que en su pequeño mundo estarían felices, pero hay tanto ruido alrededor...”, explica Pepón.

Porque además su mundo no es un mundo cualquiera. Los padres de Berta (María Jesús Hoyos y Juan Lombardero), su hermana anarquista (Julia de Castro), el vecino macarra (Chani Martín), la madre hippy de José Ramón (Marta Fernández Muro)… Todos ellos y muchos personajes secundarios más van apareciendo para comentar la vida de la pareja protagonista sirviéndose del formato del making of. ¡Y tienen mucho que comentar! 

“Al dar con el formato nos preguntamos... ¿A qué se lo ponemos? Podíamos montar historias más enrevesadas o ambiciosas, porque el formato da para eso, para mirar exhaustivamente cualquier cosa, ¿no? –reflexiona Juan–. Pero enseguida pensamos que algo tan exhaustivo y con tantos puntos de vista era mejor llevarlo a algo pequeño, a una pareja apocada. Llevarlo a la mínima expresión, a una cosita tan frágil”. 

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