Esta película ya nos contó la trama más impactante de 'La reina Carlota'

Nigel Hawthorne y Helen Mirren encarnaron a la soberana y su esposo Jorge III en 1994.
Corey Mylchreest en 'La reina Carlota' y Nigel Hawthorne en 'La locura del rey Jorge'.
Corey Mylchreest en 'La reina Carlota' y Nigel Hawthorne en 'La locura del rey Jorge'.
Cinemanía
Corey Mylchreest en 'La reina Carlota' y Nigel Hawthorne en 'La locura del rey Jorge'.

Jorge III (1738-1820) se le conoce como uno de los soberanos más gafes que jamás han ocupado el trono de Gran Bretaña. Por si no fuera bastante con el mochuelo de haber perdido las trece colonias que dieron origen a los Estados Unidos, este monarca arrastra para la historia el peso de una enfermedad mental que ahora nos recuerda La reina Carlota. 

El spin-off de Los Bridgerton ha llevado a Netflix la historia de estos misteriosos padecimientos, sufridos en este caso por Corey Mylchreest. Un siniestro episodio histórico que ya abordaron, con más de un punto de humor negro, dos instituciones del cine british como Helen Mirren y Nigel Hawthorne. 

Hablamos de La locura del rey Jorge, filme dirigido en 1994 por Nicholas Hytner y escrito por un Alan Bennett que adaptaba su propia obra teatral. En la cinta, ganadora de un Oscar a la Mejor dirección artística y nominada a otros tres, este hecho real aparece sin asomo del kitsch culebronero de la serie de Netflix, ofreciendo en cambio una reflexión vitriólica sobre el poder y sus consecuencias. 

Otra perspectiva tras 'La reina Carlota'

Cuando interpretó a Jorge III, Nigel Hawthorne era ya conocido y amado por el público británico gracias a su papel en la sitcom Sí, ministro. Algo que le ayudó a ganarse a los espectadores con una interpretación muy alejada de la de Mylchreest en la serie. 

En lugar de una figura romántica, el personaje aparece aquí como un sujeto de buen corazón, algo excéntrico (la película saca partido de su famosa afición por la agricultura) y que se esfuerza por ser un buen padre para sus hijos y un esposo amante para la Carlota de Mirren, quien, a su vez, le quiere con locura. Pero también como un rey autoritario y de carácter tirando a puritano.

Esto último ha convertido a Jorge en la némesis de su hijo mayor, un libertino justito de neuronas interpretado, con adecuada viscosidad, por Rupert Everett. Y también en la desesperación de su consejo de ministros, con un impasible William Pitt el Joven (Julian Wadham) a la cabeza.

Cuando los síntomas de la enfermedad mental se agudizan, la historia de Jorge III se llena de momentos desgarradores. Escenas como aquella en la que Mirren le pregunta a Hawthorne si está loco y este, bañado en lágrimas, le contesta "No lo sé" pueden resultar de lo más dolorosas para aquellos que tengan familiares o amigos con problemas psiquiátricos. 

A la tragedia personal se le suma la intriga política cuando el Príncipe de Gales mueve ficha para hacerse con el poder, aprovechando la enfermedad de su padre . El único rayo de esperanza llegará de manos del doctor Willis (Ian Holm), un galeno que se atreve a tratar a Jorge como a un paciente, y no como a un monarca inviolable protegido por el derecho divino. 

Los métodos de Willis distan de ser humanitarios para los estándares actuales, pero hacen efecto (más o menos) y le devuelven al monarca un asomo de estabilidad. Sin embargo, aunque permitan que el final de La locura del rey Jorge sea algo menos deprimente, no bastaron en la vida real para salvar a su protagonista. 

Los problemas mentales de Jorge III se agudizaron durante su vejez, agravándose tras la muerte de su hija Amelia en 1810. Al año siguiente, su hijo mayor consiguió por fin suplantarle en el poder: aunque, tras la muerte de su padre en 1820, este monarca tuvo Jorge IV como nombre dinástico, se conoce todavía hoy como 'el Príncipe Regente' (o 'Prinny', para abreviar). Y ha pasado a la historia como uno de los gobernantes más nefastos de la historia británica.  

¿De qué enfermedad hablamos?

Como sabemos, la enfermedad de Jorge III sigue siendo un misterio. Las condiciones de la medicina durante los años de su reinado (y no digamos ya las de la psiquiatría) ponen muy difícil identificar un problema que, dados sus síntomas, se identifica hoy con un trastorno bipolar. 

Sin embargo, La locura del rey Jorge apuesta por otra explicación: en sus títulos finales, el filme sugiere que el monarca padecía porfiria, una enfermedad de la sangre que afecta a varios órganos, entre ellos el sistema nervioso. Esta teoría ha sido descartada con el tiempo, pero Alan Bennett la incluyó muy a posta, y con mucha mala leche. 

Porque, como nos recuerda la película, la porfiria es hereditaria... y La locura del rey Jorge se estrenó poco después de que las revelaciones de Diana de Gales dejaran a la monarquía británica a los pies de los caballos. Según da a entender el filme, pues, la amenaza de un rey loco (o de un príncipe heredero cobarde e incompetente) siempre está ahí... y los súbditos siempre seremos quienes paguemos el pato. 

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