¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas en 3D? El prematuro agotamiento de 'Love, Death + Robots'

Los nuevos cortometrajes ni siquiera destacan por un concepto animado potente.
Fotograma del corto 'Respuesta evolutiva'
Fotograma del corto 'Respuesta evolutiva'
Fotograma del corto 'Respuesta evolutiva'

No se puede decir que David Fincher y Tim Miller no fueran con la verdad por delante cuando le propusieron la idea de Love, Death + Robots a Netflix. Lo que Miller quería, y Fincher le secundaba, era adaptar Heavy Metal para las nuevas generaciones, conservando su interés por la ultraviolencia, el erotismo y la fantasía. En definitiva, el pulp. La revista inaugurada a mediados de los 70 ya había dado pie en 1981 a una película de culto que en absoluto había rebajado las dosis de sangre y sexo, amparándose en un boom de la animación para adultos que entonces tuvo como principal estandarte a Ralph Bakshi. Miller quería recoger el testigo, pero pasaban los años y no obtenía financiación.

Heavy Metal fue el origen de Love, Death + Robots. Es decir, no se trató de un encomiable propósito de Miller y Fincher por homenajear la ciencia ficción dura o las antologías del terror. Lo único que querían era, bueno, echar unas risas. Animaciones molonas. Enseñar sangre y vísceras. Si las nuevas sensibilidades lo respaldaban, poner a muchas señoras en pelotas. Hacer honor, en fin, al espíritu tardoadolescente de Heavy Metal. Fue cosa de Netflix reconducir la idea a un nuevo Black Mirror que sucediese a la propia Black Mirror cuando esta antología había entrado en franca decadencia. Y cosa de los espectadores, en fin, afrontar Love, Death + Robots como algo más que esa juerga.

Nos costó salir del engaño en el primer volumen, pero los nuevos cortometrajes de Love, Death+Robots lo han confirmado de la más aparatosa de las maneras.

Fuera caretas

En 2017 se estrenó la cuarta temporada de Black Mirror, con críticas que ya alertaban del declive en el que había caído la serie de Charlie Brooker. Entre todos estos relatos resultaba particularmente interesante Cabeza de metal. No porque partiera de una gran idea o estuviera excelentemente resuelto, sino por el minimalismo que había escogido Brooker a la hora de plantear la historia. Cabeza de metal, dirigido por David Slade, se limitaba a narrar la persecución de un grupo de seres humanos por parte de unos robots asesinos. Ese era todo el high concept. Robots asesinos persiguiendo a humanos.

Lo divertido del relato era su relación con todo lo visto en Black Mirror hasta ahora. Por su condición sintética. ¿No había sido siempre tan sencillo como eso: humanos contra inteligencias artificiales peligrosas? ¿No tenía su gracia que Brooker hubiera acabado optando por reducir la identidad de Black Mirror a su más mínima esencia? Cabeza de metal no fue especialmente bien recibido por los espectadores, como tampoco lo ha sido dentro de Love, Death + Robots 2 el cortometraje titulado Cobijo. Cobijo tiene una trama mínima: un astronauta encarnado por Michael B. Jordan mediante captura de movimiento pasándolas canutas por culpa de un robot. El corto narra su enfrentamiento. Y ya.

Michael B. Jordan en 'Cobijo'
Michael B. Jordan en 'Cobijo'

Resulta curioso que Love, Death + Robots haya tardado la mitad de lo que tardó Black Mirror en pasar por esta síntesis autoconsciente, que en ambos casos ilustran lo básico que fue siempre su andamiaje. Y, también en ambos casos, un consabido agotamiento. A Love, Death + Robots se le han acabado las ideas a la segunda acometida, y por eso ha tenido que echar la mano más literal posible de la muerte y los robots del título.

Es así, prácticamente ninguno de los ocho nuevos cortometrajes destaca por la idea de partida. Y no pasa nada. Las pretensiones estomagantes del primer volumen han quedado en su mayor parte difuminadas para volver al pitch inicial de Miller, y permitir que cineastas y animadores puedan disfrutar con mundos fantásticos e imágenes potentes sin más ínfulas que pasárselo bien y el público se lo pase bien con ellos. La selección de relatos por adaptar (no hay ninguno de guion original) obedece al afán lúdico, y no hay mejor prueba de lo bien que puede llegar a funcionar que la pieza titulada Por toda la casa.

Fotograma de 'Por toda la casa'
Fotograma de 'Por toda la casa'

Este corto puede resumirse cual chiste, y desdeña atolondradamente posicionarse como reflexión sobre el género humano, nuestro lugar en el mundo y ese tipo de preguntas que suele hacerse la ciencia ficción seria a la que se supone que pertenece esta antología. Un molde en el que se asienta mejor Respuesta evolutiva, donde sí que encontramos un planteamiento bastante sugestivo: en un futuro indeterminado los humanos han encontrado el secreto de la inmortalidad y este ha pasado a ser un elemento fundamental de las dinámicas sociales, lo que conduce a que tanto los recién nacidos como aquellos que quieran reproducirse deban ser asesinados sin contemplaciones.

La idea original es de Paolo Bacigalupi, y supone un punto de partida perfecto para discurrir en torno al egoísmo humano y el culto al yo. ¿Cuál es el problema? Que Respuesta evolutiva no está a la altura del concepto. Ni a nivel retórico (los personajes verbalizan continuamente las conclusiones a las que debería llegar el espectador) ni de ejecución, con un desarrollo de la idea que se deshincha rápidamente. Y tiene mérito, apenas durando 15 minutos.

Respuesta evolutiva, dirigido por Jennifer Yuh, es un ejemplo perfecto de los problemas con los que ha de lidiar este Volumen 2 de Love, Death + Robots, porque aparte de que le venga grande la vocación scifi (como siempre le ha venido a la serie), resulta que en este caso ni siquiera es capaz de entrarnos por los ojos.

Fotograma de 'Respuesta evolutiva'
Fotograma de 'Respuesta evolutiva'

Los límites del realismo

El mundo cyberpunk que nos presenta Respuesta evolutiva es tan terriblemente genérico como solo podría serlo si hubiera recurrido de forma directa a Blade Runner como fuente de inspiración principal. Y es justo lo que hace. La atmósfera noir, con esas gabardinas y esos investigadores apesadumbrados, nos es conocida de sobra, de tal forma que se queda en un derivado sin mucha imaginación; uno que por si fuera poco termina de ser rematado con el elemento que más daño ha hecho a esta nueva antología: la animación hiperrealista en tres dimensiones.

Respuesta evolutiva no es el corto más afectado por una técnica animada que de tanto intentar ajustarse a nuestra realidad acaba resultando inexpresiva, ya que tiene por delante el citado Cobijo (donde el rostro de Michael B. Jordan nos remite a un valle inquietante que no transitábamos desde Final Fantasy: La fuerza interior o las intentonas de Robert Zemeckis dentro de este campo) o Nieve en el desierto, una pieza eminentemente fallida por canalizar una historia demasiado sobrecargada a través de un aparato formal mortecino, donde solo los estallidos de gore atinan a causar alguna impresión.

Fotograma de 'Nieve en el desierto'
Fotograma de 'Nieve en el desierto'

Lejos han quedado los tiempos en que la máxima aspiración del 3D era emular la realidad. No solo por los avances de Pixar (que se ha visto obligada a centrarse en el trabajo lumínico u otros tipos de animación para tener algo más complejo que renderizar), sino también por los videojuegos, a los que varios cortos de Love, Death + Robots ansían parecerse sin ofrecer ni una sola idea visual que justifique este trasvase. El hiperrealismo que ha situado a la animación 3D en una desagradecida encrucijada llega incluso a desmerecer el que pese a todo sigue siendo el mejor corto del Volumen 2, El gigante ahogado.

Dirigido por el propio Tim Miller y basado en un relato de J.G. Ballard, la carga evocadora de la historia que cuenta El gigante ahogado es monumental, y a nivel de guion es una obra rotundísima por muy excesivo que pueda ofrecerse su apego al medio literario (con una voz en off constante). No obstante, el tipo de animación elegida es el temible 3D hiperrealista, echando a perder la poesía de varios de sus tramos a base de movimientos mecánicos y recreaciones paisajísticas tan detalladas como inanes. Si había un corto que merecía una apuesta visual arriesgada y espontánea, era este.

Fotograma de 'El gigante ahogado'
Fotograma de 'El gigante ahogado'

Por supuesto, el 3D no implica que el acabado de la obra vaya a ser automáticamente insuficiente: solo lo hace una mala comprensión de sus posibilidades. El citado Por toda la casa emplea un stop motion falseado que le sienta estupendamente a su particular Santa Claus, mientras que el diseño de Servicio al cliente automatizado (por muy enervante que pueda ser su desarrollo) indudablemente tiene una personalidad diferenciada. Entre los aciertos también hay que hablar de lo propuesto en En la hierba alta, cuyos guiños a H.P. Lovecraft se bañan en una suerte de recreación al óleo que recuerda a lo desarrollado en el videojuego Disco Elysium.

Fotograma de 'En la hierba alta'
Fotograma de 'En la hierba alta'

Ninguno de estos cortometrajes destaca dentro de lo narrativo, pero el potencial de la animación para maravillarnos puede respirar, al igual que lo hace en Hielo. Este corto destaca en Love, Death + Robots por suscribir una visión autoral ya fuertemente definida; en concreto la de su director Robert Valley. Luego de trabajar en Aeon Flux y Tron: La resistencia, este artista conservó sus reconocibles diseños en el corto más unánimemente alabado de la primera tanda de Love, Death + Robots, por título Zima Blue, y en Hielo entrega un trabajo bastante menor pero que conserva plenamente su sello.

Fotograma de 'Hielo'
Fotograma de 'Hielo'

Pasajes seleccionados de Hielo, En la hierba alta o Por toda la casa demuestran que Love, Death + Robots aún puede ser una obra estimulante. Quizá, antes que adaptar historias complejas como El gigante ahogado con la idea de que el texto se imponga a lo formal, este sea el camino a seguir por la antología en el futuro.

Porque el pensamiento humano tiene límites, pero la animación no. La animación, si no se constriñe vanamente a imaginarios terrenales, se caracteriza precisamente por no tenerlos. Y ojalá Love, Death + Robots lo comprenda del todo en su próximo volumen. 

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