'La chica de nieve': la adaptación del libro de Javier Castillo con Milena Smit en Netflix atrapa, pero no sorprende

Su estructura en tres tiempos y la interpretación de Loreto Mauleón compensan algunas sombras de la serie de Netflix.
Milena Smit y Jose Coronado en 'La chica de nieve'
Milena Smit y Jose Coronado en 'La chica de nieve'
Cinemanía
Milena Smit y Jose Coronado en 'La chica de nieve'

[Este artículo contiene SPOILERS de 'LA CHICA DE NIEVE']

Vaya por delante el esfuerzo y hazaña de sus creadores por convertir el bestseller de Javier Castillo, con sus 512 páginas, en una miniserie de seis episodios. Jesús Mesas y Javier Andrés Roig han construido un guion con más luces que sombras. 

La gramática del audiovisual es bien distinta y aglutinar palabras en imágenes, con sus personajes, tramas y giros nunca resulta una tarea fácil. Más aún si en la novela hay capítulos de hasta 62 saltos temporales. Ellos se han quedado con tres y, en el plano geográfico, se han traído la historia desde el Nueva York original a España. Poco importa la localización cuando de universalizar temas se trata.

Una niña de 5 años desaparece entre la multitud de la Cabalgata de Reyes de Málaga. Es 2010. Ahí arranca la historia, que pone a trabajar desde el principio una doble trama siempre unida a Miren (Milena Smit), la protagonista: la que va por dentro de ella y la que ocurre afuera.

Flashbacks y contención

Esquivar la herida, una muy profunda, es lo que pretende la periodista. Para contarnos su trauma personal están los primeramente necesarios y después algo repetitivos flashback al suceso que vivió en el pasado. A veces, las imágenes llegan sin avisar y otras, las detonan determinados elementos externos, algo débiles para conseguirlo. 

Milena Smit en 'La chica de nieve'
Milena Smit en 'La chica de nieve'
Cinemanía

Lejos de lo puramente ilustrativo, hay otras revelaciones más sutiles. Preferimos estas al recurso demostrativo. La contención con que Milena Smit trabaja su dolor apretado es muy correcta, solo que le resta expresividad en momentos que piden que se rompa la forma para que asome el fondo. Tanto trauma no es fácil de gestionar.

En paralelo al plano personal está el profesional, que se centra en la investigación que la protagonista emprende para averiguar el paradero de Amaya Martín, la niña desaparecida. Aquí entra el personaje de un desaprovechado (a pesar de las buenas intenciones) Jose Coronado, que poco aporta a la historia, más allá de la representación modélica del periodismo y del mentor de profesión y vida que es para Miren: su profesor de periodismo, su compañero de rotativo y su protector. Aunque poco se profundiza en la relación entre ambos.

Equilibrios difíciles

Esa doble trama principal de La chica de nieve quiere avanzar a una, en un equilibrio que por momentos resta importancia a una historia en beneficio de la otra. Las investigaciones que va haciendo la protagonista para solucionar su propio “caso” se resuelven peor que las relacionadas con el de la niña, aunque algunos giros al respecto logran atrapar nuestra atención. 

El plano emocional pesa y seduce. Pero, aunque apreciamos que la búsqueda de Amaya Martín es también la propia recomposición de la protagonista, no terminamos de entender cuáles son sus (a veces) obsesivas razones por encontrarla.

Raúl Prieto y Loreto Mauleón en 'La chica de nieve'
Raúl Prieto y Loreto Mauleón en 'La chica de nieve'
Cinemanía

La investigación policial, en paralelo a la periodística, corre a cargo de Aixa Villagrán, que desempeña con enorme veracidad el personaje de la inspectora, quien también lleva otra herida, que se nos ofrece muy sutil. Especial mención para Loreto Mauleón y Raúl Prieto, en las carnes de los padres rotos a pedazos. En sus declaraciones a los medios, Mauleón sobrecoge y desgarra.

Líneas temporales

La chica de nieve abraza una estructura de tres líneas temporales, todo un acierto, que en ocasiones hasta se mezclan. Arranca en 2010, con la desaparición de la niña, para después dar el salto a 2016. Un suceso importante para la investigación marca ese inicio, que nos presenta un escenario tan distinto que deseamos saber qué ha ocurrido en ese tiempo. Es entonces cuando la serie retrocede a 2010 para revelárnoslo. Va y vuelve, va y vuelve. La fórmula se repite con un nuevo salto de 2016 a 2019, cuando otro acontecimiento hace avanzar el caso. 

'La chica de la nieve'
'La chica de la nieve'
Netflix

Hasta que llegamos al instante final del capítulo cuatro y la ficción cambia de punto de vista y se pasa al otro lado: al de Amaya Martín. Magistral Cecilia Freire en un quinto episodio que recorre y aglutina, muy eficazmente, nueve años de una vida. El último episodio eleva la tensión al máximo. Y cumple con el género del thriller.

En La chica de nieve de Netflix hay suspense, tensión, mucho drama y cierta sorpresa, pero no tanta como esperábamos. Eso sí, cumple su objetivo con creces: entretiene y engancha.

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