'La casa del dragón' episodio 7: el deseo y la ira se hacen carne y erigen los dos bandos definitivos de la guerra

Ya no hay secretos en Poniente. El conflicto entre los verdes y los negros está declarado, así como su falta de escrúpulos.
Rhaenyra con sus hijos en 'La casa del dragón'
Rhaenyra con sus hijos en 'La casa del dragón'
Cinemanía
Rhaenyra con sus hijos en 'La casa del dragón'

[Este artículo contiene SPOILERS de 'LA CASA DEL DRAGÓN' 1x07]

El capítulo 7 de La casa del dragón, "Marcaderiva", ha sacado la artillería que llevaba guardando desde su inicio. Ese conflicto latente, esa ira, esas palabras que nunca se dijeron, que nadie se atrevió a verbalizar. Los años sacuden y cambian a los personajes de La casa del dragón, que cada vez tienen menos miedo a luchar abiertamente por lo que todos han querido siempre: el ansiado trono de hierro.

Rhaenyra (Emma D’Arcy) y Alicent (Olivia Cooke) ya no son unas niñas y están muy lejos de la reconciliación. Además, sus hijos, familiares y demás personalidades que las rodean han acabado por heredar su guerra personal, que va camino de convertirse en un enfrentamiento a nivel civil. Este episodio revela lo que muchos piensan y les obliga a tomar decisiones apresuraras y dramáticas en favor de uno u otro bando. Te contamos lo que nos ha parecido a nosotros en un análisis que incluye SPOILERS.

Un conflicto que atraviesa generaciones

De tal palo, tal astilla. Ojo por ojo, diente por diente. Estos dos conocidos refranes ayudan a ilustrar lo que sucede durante una noche en Marcaderiva, la isla que alberga el castillo de los Velaryon, Marea Alta, y donde tiene lugar el funeral de Laena (Nanna Blondel) en un inicio de capítulo donde la calma precede a la tempestad.

Funeral en 'La casa del dragón'
Funeral en 'La casa del dragón'
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Efectivamente, tanto los Targaryen como los Hightower se han cansado de callar, y no es sino a través del dolor y el odio de sus hijos cuando el suyo acaba por ser finalmente expresado. Y es que Aemond Targaryen (Leo Ashton), segundo hijo de la reina, sigue obsesionado con la idea de ser jinete de dragón y se hace con el favor de Vhagar, la que fuera dragona de Laena Velaryon, antes que la hija de esta, Rhaena (Eva Ossei-Gerning). Una temeraria acción que tiene sus consecuencias (pese a la maravillosa secuencia de su primer vuelo), pues tanto Rhaena y su hermana como sus parientes Jacaerys (Leo Hart) y Lucerys (Harvey Sadler) Velaryon no están dispuestos a pasarla por alto.

Como ya hemos podido comprobar, Aemond y su hermano Aegon (Ty Tennant) son dos príncipes mimados, escurridizos y crueles, y así lo demuestra Aemond, atacando e insultando a los hijos de Rhaenyra pronunciando la palabra impronunciable: bastardos. ¿Se merecía perder un ojo después de esto? Que la audiencia lo juzgue. Lo que está claro es que este encontronazo entre los más jóvenes de cada Casa pone sobre la mesa lo que cada una de sus madres les ha inculcado durante años y provoca que la sangre se vierta por primera vez.

Los dos bandos de la guerra

Después de más de trece años, al fin tiene lugar el primer cara a cara real y público entre Rhaenyra y Alicent, y además no es moco de pavo. La Hightower está desesperada después de que su hijo menor quede tuerto, y exige que se haga lo mismo con el hijo de la heredera. Ante la negativa de un Viserys cada vez más moribundo (Paddy Considine), pero que sigue defendiendo a su hija le pese a quien le pese, la reina enloquece e intenta apuñalar a la que fuera su mejor amiga, hiriéndola en el antebrazo.

Rhaenyra y Alicent en 'La casa del dragón'
Rhaenyra y Alicent en 'La casa del dragón'
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Una explosión que solo es el resultado de años de silencio y apariencias. “Qué has hecho tú por el reino, dónde está el deber, el sacrificio. Obras a tu antojo”, le reprocha Alicent, mientras Rhaenyra asegura a la reina que, debajo de su manto de rectitud, ahora todo el mundo ve realmente quien es después de su violento arrebato. Las dos protagonistas ya no ocultan su aversión, la cual ya divide a toda una corte.

Una vez más, Otto Hightower (Rhys Ifans), restituido como Mano del Rey, es quien pone palabras a los hechos. “Tu hijo ha traído a Vhagar a nuestro bando”, le dice a Alicent, vaticinando la guerra por el trono que posiblemente acontecerá en la que dragones, soldados y demás armas mortales tendrían cabida. Guerra en la que Alicent tendría aliados como su padre, Criston Cole (Fabien Frankel) o Larys Strong (Matthew Needham), ahora nuevo señor de Harrenhal, mientras la princesa Rhaenyra contaría con los Velaryon y Daemon Targaryen (Matt Smith) a su favor.

Y es que la ira no es lo único que se hace carne en este episodio. También el deseo entre Daemon y Rhaenyra, tío y sobrina, que ya se palpaba desde el inicio de la ficción y que por fin se ve consumado, esta vez hasta el final. Ambos han quedado viudos (Rhaenyra no oficialmente, pero sí ha perdido al hombre al que amaba, Harwin Strong) y eso supone una enorme oportunidad para que la heredera engendre hijos legítimos Targaryen para que nadie pueda desprestigiarla más.

Una falta de escrúpulos a veces apresurada

El episodio siete de La casa del dragón nos tenía reservada una sorpresa más. Un complot final que llega a confundir tanto a personajes como a la audiencia, pero que deja claro el carácter más escondido de Rhenyra, quien después de que el bueno de Laenor (John MacMillan) muestre su intención de apoyarla fervientemente a ella y a sus hijos, es capaz de desterrarlo para siempre para cumplir su plan con Daemon. 

Es verdad que, al contrario de lo que ya todos creerán en la corte, el joven Velaryon está vivo, pero eso no quita que veamos hasta dónde puede llegar la heredera. ¿Choca esto con la personalidad de la protagonista, o es algo que siempre estuvo ahí?

Daemon y Rhaenyra en 'La casa del dragón'
Daemon y Rhaenyra en 'La casa del dragón'
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Alicent, Larys, Otto, Rhaenyra, Daemon. Son muchos los personajes que ya han demostrado no tener escrúpulos en un mundo que “o te comes, o te comen”, y que pueden llegar a realizar acciones muy crueles con tal de conseguir sus objetivos. Sin embargo, La casa del dragón se está dando mucha prisa en efectuar determinadas acciones y a veces no resultan del todo creíbles, como la boda entre Rhaenyra y Daemon (a priori bastante secreta) acto seguido de la supuesta muerte de Laenor. ¿Nadie tiene nada que decir? ¿De verdad los hijos de la princesa asisten al enlace como si nada? Eso sí, el príncipe díscolo encantado, cada vez más cerca del trono.

Un capítulo brillante, cuidadosamente construido desde que empezara la ficción de HBO, pues supone el colofón de los seis anteriores. Una tensión dramática bien hilada pese al apresuramiento en algunas de sus decisiones y un reparto que sigue bordando cada secuencia. La casa del dragón sigue destacando visual y técnicamente, pero lo más interesante es que es en su argumento donde reside su mayor virtud.

‘La casa del dragón’ episodio 8: la última cena de los verdes y los negros

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