'Kid Cosmic': los superhéroes de andar por casa de Craig McCracken

El creador de “Las Supernenas”, firma su mejor serie para Netflix
Kid Cosmic
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Netflix
Kid Cosmic

El departamento de animación de Netflix lleva creciendo desde hace años, con clara intención de hacer frente a la llegada de Disney+ al mundo del streaming. Para ello ha reclutado a icónicas figuras del medio animado, como Alex Hirsch (Gravity Falls) o Jorge Gutiérrez (El libro de la vida), con la promesa de absoluta libertad creativa. Y si Kid Cosmic es señal de algo, van por el buen camino.

Creada por Craig McCracken (autor de Las Supernenas, Foster, la casa de los amigos imaginarios y la infravaloradísima Galaxia Wander) y estrenada en mitad de la mayor fiebre superheroica de nuestros tiempos, la serie bebe tanto de la era dorada de los cómics de Marvel y DC como del espíritu infantil que conllevaba leerlos de chaval y ponerte a dibujar los tuyos propios.

Tal era el caso de McCracken, que los garabateaba de forma constante a los seis años y no entendía por qué no eran publicados de inmediato. Esa inocencia infantil, y la autoconfianza que surgía de ella, era lo que le llevaba a todas partes – y es, en el fondo, lo que motiva también al protagonista de Kid Cosmic, un joven huérfano que encuentra cinco Piedras del Poder que asignan al portador distintos superpoderes y su primera reacción es compartirlas con sus mejores amigos (y un gato).

Su entusiasta personalidad termina guiando una historia emotiva e hilarante que aprovecha al límite su formato serializado sin convertirse por ello en un solo ente: la estructura permite al equipo jugar al máximo con el formato, dedicando episodios enteros a un falso documental o a una pelea de bar al más puro estilo Zombies Party sin dejar nunca de avanzar su narrativa ni de permitir a sus personajes (“los Héroes Locales”) crecer y cambiar de forma genuina.

Libertad para garabatear

En el fondo, se nota que McCracken llevaba décadas deseando hacer esto. Sus anteriores series ya contaban con cada vez más pinceladas de continuidad, pero se veían limitadas por las ansias de sus cadenas de poder repetir episodios aleatorios en televisión y no perder la atención de su público por el camino. Kid Cosmic está contentísima de haber sido liberada de todo ello y poder centrarse en narrar un arco de temporada perfectamente calibrado de principio a fin... quizá sin poder resistirse a concluir con algún que otro cliffhanger marveliano.

Mas su forma no eclipsa en ningún momento a su fondo, que se niega a alejarse del espíritu de ese gran tebeo de superhéroes que McCracken planeaba con sus garabatos infantiles: es una historia de fantasía pura enfrentada a la realidad de ser un superhéroe a través de los ojos de un niño, con la energía exacta de un grupo de chavales dibujando tebeos juntos después de clase o rodando una película casera con sus mejores amigos tras hacerse con la cámara de su abuelo.

Incluso su espectacular estilo visual se inspira en eso: los diseños y fondos de McCracken y su equipo establecen ese balance entre el realismo y el cartoon presente en cómics cuya primera lectura está tan asociada a la infancia como el Tintín de Hergé, el Daniel el Travieso de Hank Ketcham o los Carlitos y Snoopy de Charles Schulz, con un toque de los mundos de George Herriman y su Krazy Kat en los fondos; especialmente presente en los campos desiertos de Nuevo México que sirven de hogar para sus protagonistas.

Kid Cosmic es un pequeño milagro, una trepidante joya escrita y animada de forma impecable que devuelve a McCracken a la completa libertad creativa de sus orígenes y a la vez le lleva al límite, experimentando con los mejores elementos de sus tres series anteriores como si de Piedras del Poder se trataran y dando como resultado una obra aún mejor. 

Es una historia tan sincera como efectiva, con una tesis tan personal y humana como a menudo sorprendentemente política y de rabiosa actualidad, que en plena fiebre superheroica tiene clarísimo como contar lo que quiere contar sin resultar redundante ni dejar de lado a ningún público por el camino. Y con algo de suerte, también inspirará a más de un chaval a ponerse a dibujar a los Héroes Locales desde su propio punto de vista.

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