El coche de Claire Fisher o la moto de Jax Teller alejándose en el horizonte, el interior de una tienda coreana en The Wire, un pequeño restaurante en Los Soprano o, por supuesto, una boda en Juego de Tronos.
La pequeña pantalla nos ha hecho llorar a lo grande. Sin embargo, y aunque a veces lo olvidemos (o finjamos olvidarlo), muchas de las lágrimas que hemos derramado ante la televisión las han provocado series españolas.
Las ficciones nacionales, como las americanas, han propiciado cábalas y debates enconados entre sus seguidores, han provocado que algunos cerrasen los ojos cuando cierto personaje de Resines abría los suyos…y, por supuesto, han trenzado un nudo de centenares de gargantas. Estas fueron algunas de las ocasiones en que el audiovisual español nos hizo llorar.
'Verano azul' (1981-1982)
Antes de que existiesen los spoilers, la revista Supertele anunció en su portada lo siguiente: “Chanquete se muere el domingo”. Chanquete, como sabrán incluso los que no han visto (si es que queda alguien) Verano azul, era el viejo pescador al que daba vida (o, al menos, lo hacía hasta ese domingo) Antonio Ferrandis.
El 7 de febrero de 1982, cuando el verano aún quedaba lejos, este país se enfrentó a uno de los momentos más dolorosos de su historia nacional: la defunción de Chanquete, que Pancho (José Luis Fernández) trajo a voz en grito a unos espectadores literalmente incontables, ya que la medición de audiencias llegó a España de la mano de las cadenas privadas.
'Juncal' (1989)
La tauromaquia nunca ha tenido un gran arraigo en el cine español. Contadas son las películas notables en las que su protagonista ha vestido el traje de luces: quizás sea necesario trasladarse al brillante noir de Juan Antonio Bardem Las cinco de la tarde (1961) para encontrar la primera.
Sin embargo, una de las mejores series que se han emitido en este país, Juncal, tenía como personaje central a un viejo matador de toros, calavera y mujeriego, al que interpretaba Paco Rabal.
De tan sólo siete episodios, Juncal es una folclórica versión de Don Quijote, en la que Sancho Panza trabajaba de limpiabotas (Rafael Álvarez “El brujo”) y El Caballero de la Blanca Luna, un toro para el cual Juncal se había hecho ya demasiado viejo.
En su último episodio, Paco Rabal salta al ruedo de la Maestranza para hacerse cargo de una faena que su hijo es incapaz de culminar. Tras someter al animal con algún pase de mérito, Juncal es corneado y muere, aunque su fantasma (“la pantasma”, dice el personaje de Rafael Álvarez) sigue dejándose ver ante su fiel -excesivamente fiel, tal vez- amigo Búfalo.
'El comisario' (1999-2009)
En El comisario, apenas quedaba ya nada del adorable niño de ojos azules al que Juanjo Artero había interpretado en Verano azul. De hecho, para cuando se emitió el último episodio de El comisario, Juanjo Artero se encontraba más cerca de los 58 años que tenía Antonio Ferrandis al empezar a rodar la icónica serie que de los 26 que tenía entonces Julia (María Garralón).
El subinspector Charlie al que encarnó Artero era uno de los policías de la televisiva comisaría de San Fernando. A las órdenes de Tito Valverde y junto a su compañero Pope (Marcial Álvarez), con el que formaba una suerte de Starsky y Hutch a la madrileña, Charlie se convirtió en un rostro familiar en la televisión española a fuerza de aparecer en 182 de los 191 episodios que componían El comisario.
El show de Elena, el capítulo con el que esta serie se despidió en 2009, tiene un final ambiguo: Charlie, postrado en una cama de hospital a causa de una herida, se reconcilia por fin con su compañero Pope, que se marcha de la habitación, dejándolo solo. Pero, ¿se recupera Charlie? ¿Acaso muere?
La cancelación de El comisario dejó en el aire esta duda hasta que, en 2016, Juanjo Artero resucitó a su personaje en El príncipe. Fue entonces cuando supimos que el subinspector Charlie no sólo no había muerto sino que, además, se había trasladado a Granada, donde era comisario.
'El internado' (2007-2010)
Definitivamente, había que estar ahí, siguiendo la serie semana a semana, para saber lo mucho que sufrieron los espectadores de El internado en su temporada final. Con el colegio transformado en foco de una enfermedad mortal y una misteriosa máquina que podía salvarlos a todos pendiente de fabricación, la audiencia se preparaba para lo peor. Y lo peor llegó.
Si bien los alumnos eran los grandes protagonistas de El internado, Fermín (Raúl Fernández de Pablo), cocinero pluriempleado como agente secreto, era uno de los personajes favoritos del Laguna Negra. Tras seguirlo durante seis temporadas, este 007 castizo murió de una inesperada puñalada cuando los espectadores ya parecían avistar un final feliz.
A cambio, “María, ¿sabes cuánto te querido?” se transformó en el “Jack, hay un bote, Jack” de una nueva pero ya inevitablemente traumatizada generación de seriéfilos.
'Merlí' (2015-2018)
La televisión autonómica de Cataluña sacó un exitoso conejo de su chistera con esta serie en la que Merlí, en lugar de ser un mago medieval, era un terrenal profesor de Filosofía, preocupado por la gentrificación de Barcelona e interpretado por Francesc Orella.
Las tres temporadas de Merlí cosecharon una asombrosa audiencia fuera y dentro de Cataluña, provocando que la serie se doblase al español y se distribuyese en Latinoamérica.
Su último episodio, titulado Merlí Bergeron (cada uno de los anteriores había tenido el nombre de un filósofo real), conmovió a la creciente audiencia al hacer que su protagonista se desplomase de improviso, sin que apenas hubiera tiempo para llevarlo al hospital, donde fallece. Siete años después, los alumnos de Merlí se reencuentran para rememorar a la vida del que fue su mentor.
'La casa de papel' (2017-2021)
Aunque tuvo dos finales (uno, el de su época en Antena 3, y el segundo, ya en Netflix), el desenlace más memorable fue el primero. Su desembarco en la plataforma de la ene roja hizo de La casa de papel un fenómeno internacional, que originó no sólo una secuela sino, incluso, un remake coreano.
El destino de Berlín, a estas alturas, es tan notorio como el de Chanquete. Con una serie en camino en la que se profundizará en el personaje, la segunda temporada de La casa de papel se despidió del estafador interpretado por Pedro Alonso, quien, aquejado de una enfermedad incurable, decidió mantenerse en su puesto, tras una ametralladora, para que El Profesor tuviese la oportunidad de escapar.
De esta forma, La casa de papel se anotó un tanto difícil y perverso: conseguir que nos compadeciésemos de un personaje al que habíamos visto tomar una esclava sexual apenas unos episodios antes.
'Los Serrano' (2003-2008)
Algunas series han provocado que sus espectadores lloren, y no necesariamente conmoviéndolos. El final de Los Serrano logró que cualquier guionista que se sienta ante su primer borrador tenga en mente lo que puede pasarle si juega mal sus cartas. Si las juega realmente mal y a ciegas.
La serie protagonizada por Antonio Resines es una advertencia metacinematográfica. Ella se descalabró por un precipicio para que las demás aprendiesen a pisar con cuidado. Es la gran mártir de nuestro universo seriéfilo, y por tanto merece aparecer en esta lista.
“Esto va a acabar como Los Serrano, ya verás tú”, es una frase que uno escucha con cierta frecuencia ante la serie que empieza, como quien no quiere la cosa, a trastabillar, deslizando el fantasma de una solución final en forma de largo sueño: “Anda, qué mal he dormido, qué pesadillas más extrañas. Pero, espera un momento, ¿tú qué haces aquí? ¿No te habías muerto?”.
En realidad, Los Serrano sólo fueron pioneros de este arte en nuestro país, ya que la veterana Dallas había apostado, años antes, por un desenlace parecido: ante una trama que se les iba de las manos tras la muerte de Bobby, el hermano del avieso J.R., su viuda se despierta una mañana y descubre a su difunto marido enjabonándose en la ducha.
Así que, guionistas del mundo, que el futuro os depare un horizonte sin sueños porque, a veces, en las series, los sueños son el material con el que se hacen las catástrofes.
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