'Desde dentro': Steven Moffat vuelve a cautivar en Netflix con un asesino detective y un sacerdote al límite

Imagen de portada de 'Desde dentro' en Netflix con Stanley Tucci y David Tennant
Imagen de portada de 'Desde dentro' en Netflix con Stanley Tucci y David Tennant
(Netflix)
Imagen de portada de 'Desde dentro' en Netflix con Stanley Tucci y David Tennant

A principios de 2020, Steven Moffat y Mark Gatiss, artífices de la apreciable Sherlock, sedujeron a unos y desconcertaron a otros con su singular modulación del mito de Drácula para Netflix. Moffat, esta vez creador en solitario, ha vuelto a la mencionada plataforma, en el marco de la BBC y con el director Paul McGuigan plasmando sus ideas, con Desde dentro, miniserie de las que se degustan por su carga adictiva, el tipo de thriller desplegado, sus elementos potentes y los detalles de guion, estructura y tono 'marca de la casa'.

La figura del asesino 'detective' daba para la típica serie procedimental con su punto vistoso y diferente (y su fondo convencional), si bien Moffat y McGuigan la concentran en cuatro capítulos. Mucho mejor. Stanley Tucci encarna a un preso en el corredor de la muerte condenado por asesinar y mutilar a su esposa que, sin embargo, por su mente brillante recibe visitas de personas en busca de respuestas sobre ‘casos especiales’. No en vano era criminólogo.

Un papel bombón al que el actor, a menudo desaprovechado en pantalla, se entrega mientras disfruta y ofrece una interpretación para gourmets por su retrato y sus matices: su condición de monstruo frente a su racionalidad y su capacidad de ver aquello en lo que los demás no se fijan, su ego, su modo de jugar con quienes acuden a él, el hecho de que no desea la ejecución pero la considera proporcional a lo que hizo…

La historia se construye asimismo sobre el personaje de David Tennant, inmenso en el rol de un pastor protestante, un sacerdote británico en representación del hombre normal al que la gravedad de sus repentinos problemas le lleva a acciones y decisiones que no querría realizar ni tomar. Corre con la culpa que no tiene (al principio) y se ‘inmola’, primero por sus valores y después por amor a su familia. Su proceso también remite a la desesperación, a la huida hacia adelante y a las situaciones que se van de las manos y se enrevesan sin que haya ya solución.

David Tennant, en 'Desde dentro'
David Tennant, en 'Desde dentro'
(Netflix)

La doble base narrativa edificada sobre Tucci y Tennant se complementa con un tercer personaje clave, el encarnado por Dolly Wells, quien ya sorprendió en Drácula y que vuelve a hacerlo en esta ocasión. Es la profesora de matemáticas del hijo del religioso retenida en el sótano a raíz de lo que descubre y de lo que sospecha. No obstante, su perfil no se ajusta al de la típica víctima, en absoluto, del mismo modo que en la miniserie sobre el rey de la noche su papel de monja no se adscribía a lo habitual. La mujer denota valentía, inteligencia y visión para anticiparse. Intenta manipular a sus captores (el pastor y su mujer) para hallar una salida, ya que es consciente de que todo apunta a que al final se verán obligados a asesinarla.

Una de las particularidades de Desde dentro reside en su estructura debido a que transcurre en paralelo en Estados Unidos y en Inglaterra, con los protagonistas por separado. El pegamento entre ambas vías expositivas, el punto de unión, lo ejerce una joven periodista inglesa que primero visita a Grieff para conseguir una entrevista sobre su dedicación detectivesca y después, al sentir que algo malo le ha sucedido a Janyce (con la que está en deuda como muestra el notable prólogo), le pide ayuda para salvarla. El personaje, a cargo de Lydia West, no desprende tanto jugo pero tiene su función interna.

Por otro lado, merece la pena detenerse en la mujer del pastor (Lyndsey Marshal), en su chocante reacción inicial cuando su esposo le confiesa el panorama, en la actitud que toma al entender qué es lo que por desgracia tienen que hacer (las consecuencias no les dejan otra opción) y en las implicaciones que manifiesta acerca de tapar un secuestro violento y de planificar un posible asesinato. Aparte, ya en el terreno más secundario, llama la atención el vecino de celda de Grieff, podría decirse que su amigo, un asesino en serie que en las entrevistas con sus 'clientes' hace de 'grabadora humana' por su memoria fotográfica.

Stanley Tucci, en 'Desde dentro'
Stanley Tucci, en 'Desde dentro'
(Netflix)

La propuesta de Moffat desprende sugerencia y alicientes en virtud de sus descripciones, detalles, situaciones y diálogos. La tensión exhibe su nivel en la dinámica del último episodio, y antes en la sobresaliente articulación de la secuencia que detona los hechos, mérito de McGuigan. En la misma intervienen un horrible hallazgo en un pincho USB (vídeos de pederastia) por parte de la profesora, la conclusión lógica de que el contenido pertenece al hijo del pastor o a este, el equívoco de fondo (no es de ninguno de los dos), la incomodidad y la circunstancia mal gestionada (el sacerdote no sabe explicarse, en parte porque quiere proteger al culpable), aspectos que una vez han conducido a la violencia no dejan otra salida que la citada y radical huida hacia adelante.

Respecto a los diálogos, cabe resaltar las consideraciones del atípico condenado, tanto acerca de sus casos como las referentes a su vida y a la naturaleza humana, el juego psicológico latente cuando la víctima habla con sus captores y las conversaciones que en medio de la coyuntura límite y la desesperación mantienen marido y mujer.

El capítulo de cierre resalta la habilidad y la inteligencia de Moffat por el modo en que convergen las historias. El sello del creador y guionista queda patente en las salidas de tono humorísticas introducidas en momentos de fuerte tensión, que juegan con lo risible, con lo desesperado y con la negrura. Ese atrevimiento en forma de toques particulares le suele gustar a Moffat.

A partir del recluso a la espera de su ejecución y del pastor en graves problemas, Desde dentro alude a la violencia que pueden cometer los hombres. Un subtexto que tiene su inspiración en el despertar tras el #MeToo, cuyos ecos resuenan de manera buscada en el prólogo. El discurso encierra recorrido aterrador por aquello de lo que puede ocurrir si se juntan los elementos y se tiene un mal día, pero no convence su parte categórica y tajante, sin duda influenciada por el cauce mencionado. El título original, Inside Man, ya lo dice. Moffat no atina con ese lado de la base conceptual, sensación compatible con el aprecio general suscitado.

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