Crítica de ‘Sky Rojo’, tu nueva adicción de Netflix (quieras o no)

La comedia negrísima de Álex Pina es puro 'exploitation', sororidad y rock and roll.
Verónica Sánchez, Lali Espósito y Yany Prado
Verónica Sánchez, Lali Espósito y Yany Prado
Verónica Sánchez, Lali Espósito y Yany Prado

Hay una escena en el primer episodio de Sky Rojo en la que Coral (Verónica Sánchez), prostituta en el Club Las Novias de Tenerife, nos confiesa en voz en off lo escrupulosa que es mientras la vemos chupar los dedos de varios clientes a lo largo de una jornada laboral. Esta secuencia refleja la esencia tan peculiar de la nueva serie de Álex Pina (La casa de papel): es puro goce y entretenimiento pasado por el humor más negro, pero también un retrato osado y sin complejos de la prostitución.

Tras ver los cuatro primeros episodios de esta ficción, podemos confirmar lo que sus adelantos han dejado entrever: es violenta, impredecible, desprejuiciada y adictiva. Mezcla perfecta entre Kill Bill y Pulp Fiction, con reminiscencias de Los ángeles de Charlie y hasta Thelma y Luise (y nunca diríamos estos nombres en vano), todo en ella funciona como un engranaje perfectamente engrasado. 

Si al "Quentin World", como se refiere Quentin Tarantino al universo compartido entre sus películas, ese lugar de antihéroes y brutalidad explícita, le aceleramos el ritmo cardíaco hasta rozar el infarto, sin morfina que apacigüe el dolor, tendremos como resultado el chute de adrenalina en clave femenina (y feminista) que es Sky Rojo. Hay mucho de Tarantino en ella, pero Pina consigue ir más allá del maestro del 'exploitation' moderno y crear un mundo único, con un lenguaje propio.

Lali Espósito es Wendy, Verónica Sánchez es Coral y Yany Prado es Gina
Lali Espósito es Wendy, Verónica Sánchez es Coral y Yany Prado es Gina

Las protagonistas, esas 'novias' sin katana pero con faldas cortas, melenas de colores y alma guerrera, son unas supervivientes imperfectamente carismáticas: tres prostitutas ahogadas por sus circunstancias que huyen de su proxeneta (Asier Etxeandia, terrorífico e hipnótico a partes iguales) tras herirlo de gravedad. Tres perfiles totalmente opuestos pero perfectamente complementarios: Coral, la líder emocionalmente inalcanzable; Gina (Yany Prado), la inocencia incorruptible; y Wendy (apoteósica Lali Espósito), la honestidad bruta y el sarcasmo con acento argentino, una bomba de mecha muy corta.

Ellas nos guían en este ‘Pina World' que plasma desde la fantasía casi onírica, la luminosidad tinerfeña y las luces de neón, pero sin cobardía ni corrección política, la crudeza de la prostitución y la trata de blancas. El creador recupera su fetichismo por la iconografía y los personajes casi de cómic, aspectos que ya explotó en Vis a Vis o La casa de pape, en la serie a la que mejor le sientan. 

Y, como no hay trama redonda sin secundarios a la altura, además de Etxeandia bien merecen una mención especial sus secuaces, Moisés (Miguel Ángel Silvestre) y Christian (Enric Auquer), dos hermanos que sirven a menudo de alivio cómico y recuerdan a los clásicos tontainas inocentones a la caza de las protagonistas. Tienen mucho de Vincent y Jules de Pulp Fiction, "los sicarios más inútiles de la historia", así como de los matones de Fargo, los de Guy Ritchie (Snatch) o, por qué no, los de Airbag.

Christian (Enric Auquer) y Moisés (Miguel Ángel Silvestre), los secuaces de Romeo (Asier Etxeandia)
Christian (Enric Auquer) y Moisés (Miguel Ángel Silvestre), los secuaces de Romeo (Asier Etxeandia)

Sky Rojo abraza el humor más negro y lo convierte en su mejor aliado para abordar la esclavitud sexual. Esta no es una apuesta pegada a la realidad y, sin embargo, resulta igual o más descarnada que un relato documental sobre esta problemática tan sensible. Tiñe la liberación e independencia femenina de colores rosa chicle, rojo sofá de escay y rubio platino, para adentrarnos en una huida desesperada y frenética, en episodios de 30 minutos sin tiempo para pensar entre atropellos involuntarios (“El intermitente, Marca, marca”), mobiliario de Ikea, perforaciones en el pecho y un arcoíris de narcóticos.

Sky Rojo es muchas cosas y toda hipérbole se le queda corta: un disfrute absoluto que abraza la comedia negra y la violencia extrema; exceso y absurdidad cargadas de momentos WTF; una oda a la sororidad en colores fucsia; una ruptura de estigmas sobre la prostitución; un desfase adictivo entregado a lo inesperado; una apuesta ambiciosa de factura impecable y luminosa; el perfecto equilibrio entre acción cuidada y corazón indomable; y sí, también un reparto (con Espósito y Etxeandia como pilotos al volante de este descapotable sin frenos) ensamblado a la perfección en una aventura tarantinesca en la que cada segundo pasa algo. 

Netflix España tiene un nuevo fenómeno entre manos con una trama prácticamente sin fisuras, un ritmo que no decae y un acabado de calidad indiscutible en todos los ámbitos técnicos. Es impredecible y efectiva (por momentos, algo efectista), como un campo de minas del que no sabes salir. Y tampoco quieres, porque Wendy, Gina o Romeo son un subidón de éxtasis, absoluto estímulo, euforia y alucinaciones en colores chillones. Puro exploitation tarantinesco, y más. Te volverás adicto, quieras o no.

Sky Rojo se estrena en Netflix el 19 de marzo.

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