“Era una época oscura donde parecía que nunca habría otras películas, y nos sorprendió que pudiera haber algo más”. Esa época oscura, para Dave Filoni, fue la transición de los años 80 a los 90. La trilogía original de Star Wars había quedado bien atrás, de forma que los ansiosos fans solo pudieran desde entonces relacionarse con la franquicia a través del Universo Expandido, que seguía enriqueciendo la continuidad de las películas con cómics, videojuegos y novelas. Pero nada parecía a la altura del cine. Nada, hasta que llegó Heredero del Imperio.
Heredero del Imperio, en 1991, iniciaba la llamada Trilogía de Thrawn, y en esta novela Timothy Zahn nos situaba cinco años después de El retorno del Jedi, cuando el grupo de héroes canónico (Luke, Leia, Han, Chewbacca, Lando) se topaba con una amenaza inesperada para la floreciente Nueva República: el Gran Almirante Thrawn, liderando una flota de remanentes del Imperio. La historia continuó en El despertar de la Fuerza Oscura y La última orden, y luego en otras dos novelas: El espectro del pasado y Visión del futuro.
Si tan queridas son estas novelas para el fandom no se debe solo a cómo conectaron rápidamente con otras obras (los videojuegos TIE Fighter o Dark Forces), sino por los personajes tan carismáticos que presentaron. Estaba Mara Jade, esa sirviente del Emperador que tras enamorarse de Luke se decantaba por el Lado Luminoso. Y por supuesto estaba Thrawn, un villano de carisma incombustible, que hoy por hoy quizá sea el personaje más popular de Star Wars que nunca haya aparecido en una película. Quizá, junto a Ahsoka Tano.
Una leyenda de Star Wars
Pero nada de lo que narrado entre Heredero del Imperio y Visión del futuro ha ocurrido oficialmente. Cuando Disney compró Lucasfilm en 2012, los fans quedaron consternados ante la noticia de que todas las historias bajo el marco del Universo Expandido (básicamente cualquier cosa que no hubiera aparecido en una película o una serie) formaba parte de un cajón de sastre conocido como Star Wars Legends. Eso implicaba la desaparición de Mara Jade y Thrawn de la continuidad oficial.
Pero Filoni, un gran fan de Thrawn, ya estaba a bordo. Y las cosas no podían quedar así. En 2016, hacia el ecuador de Star Wars Rebels, el equipo de guionistas necesitaba un enemigo que pudiera dar un respiro a Darth Vader en estos años previos a lo narrado por la trilogía original. Así que Filoni trajo de vuelta a Thrawn. Con una apariencia y genealogía bastante similar a la de Star Wars Legends: su llamativa piel azul, sus ojos rojos, su pertenencia a la especie chiss y sobre todo su carácter, aquél por el que es tan querido entre el fandom.
A Thrawn (cuyo nombre natal, del planeta Csilla, es Mitth’raw’nuruodo) es conocido como el “más brillante de los secuaces del Emperador”: un estratega militar de inteligencia prodigiosa que, de no haber sido derrotado antes, habría dificultado muchísimo la victoria de la Alianza Rebelde en El retorno del Jedi. Buena parte del temor que inspira se debe a que es un líder que estimula la creatividad de sus soldados, premiando su lealtad desde una empatía muy alejada de como suelen mandar Vader y el Emperador. Es lo que le hace tan peligroso.
Thrawn además gusta de conocer en profundidad a sus enemigos. De estudiarlos, conversar con ellos si es posible, para descubrir sus puntos débiles y diseñar la mejor estrategia. En Star Wars Rebels debutó cuando el estallido rebelde en Lothal (sistema que focaliza la trama de esta serie animada) se antojaba demasiado peligroso, así que fue destinado ahí junto a su Séptima Flota, y a bordo del destructor estelar Quimera. Fue el gran enemigo a batir en las temporadas 3 y 4 de la serie de Filoni.
Y fue, claro, todo un acontecimiento para el fandom. El Universo Expandido volvía a tener vida propia (acaso porque Disney no podía permanecer ciega a las ideas tan estimulantes que había barajado), y esto condujo a que un año después de su regreso televisivo, Timothy Zahn pudiera trabajar nuevamente con él. El padre de Thrawn, así las cosas, se lanzó a escribir una nueva trilogía que indagara en los orígenes del personaje, ajustándolo a la versión actualizada que mostraba Filoni. Una de las novelas, Thrawn: Alianzas, fue especialmente reveladora.
Esta historia se ambientaba en las Guerras Clon, y narraba un encuentro providencial entre un joven Thrawn y nada menos que Anakin Skywalker. El joven Jedi, aún lejos de caer en el Lado Oscuro, precisaba su ayuda para buscar a Padmé Amidala, y Thrawn le necesitaba para limar sus propios conflictos. De esta alianza forzosa nació un respeto mutuo: ambos quedaron admirados del talento bélico del otro, y Zahn nos dejaba intuir que este encuentro había sido lo que, años después, facilitaría el ascenso imperial de Thrawn. Pues Darth Vader se acordaba de él. Sabía de su valía, y le recomendó para el puesto.
El inevitable reencuentro
Entre 2017 y 2021 Zahn ha escrito otras dos trilogías dedicadas a Thrawn. Es la niña de sus ojos, y a estas alturas un personaje tan poliédrico como pudiera serlo Anakin. Su maldad está fuera de toda duda, pero también un atractivo al que Filoni no pudo permanecer ajeno, de modo que Thrawn se robara el show en los últimos episodios de Star Wars Rebels. Hasta que, hacia el final de la serie, se produjera su necesaria derrota.
Luego de que Ezra Bridger salvara a Ahsoka de su duelo con Vader gracias al Mundo entre Mundos (haciéndonos entender que existía una suerte de viaje en el tiempo en la galaxia), este intrépido Jedi medía sus fuerzas con Thrawn en una épica batalla final. Pero Bridger no se había desplazado allí sin un plan. Usando su vínculo con los purrgil (criaturas alienígenas semejantes a ballenas con capacidad para influir en el hiperespacio) lanzó una manada de estos animales contra el Quimera, así que la nave se perdió en la inmensidad del cosmos.
Pero claro, Bridger iba con él. Es posible que todo esto ya te suene porque forma parte del planteamiento de Ahsoka. Cinco años después de El retorno del Jedi (como cinco años habían transcurrido hasta Heredero del Imperio), Ahsoka cree que ya va siendo hora de encontrar a Ezra, sobre todo porque tiene sospechas firmes de que lo que queda del Imperio quiere hacer lo propio con Thrawn. Las facciones imperiales desperdigadas por la galaxia que han quedado tras la destrucción de la Segunda Estrella de la Muerte han perdido a Vader y al Emperador, pero saben que con Thrawn al mando aún pueden tener una oportunidad.
Según conocimos a Ahsoka con los rasgos de Rosario Dawson en cierto episodio de The Mandalorian, supimos que Disney había permitido a Filoni continuar con la historia de Star Wars Rebels… a lo grande. En acción real, con actores de carne y hueso. The Mandalorian ha ido dejando entrever que los remanentes imperiales quieren tanto encontrar a Thrawn como poner en marcha algo llamado el Proyecto Nigromante, que precisa de la sangre de Grogu. Como todo esto ha de culminar con la trilogía de secuelas, podemos atar cabos.
El Proyecto Nigromante quiere resucitar a Palpatine (y lo conseguirá, pues Palpatine es el enemigo final de El ascenso de Skywalker). Mientras, la intención de hallar a Thrawn es darle al diezmado Imperio la energía suficiente como para reagruparse en torno a la Primera Orden. Y hay algo más. La división cinematográfica de Lucasfilm está en las últimas, pero hay un plan firme de que Filoni dirija eventualmente una película propia, donde confluyan las tramas de las series que viene comandando. Mandalorian, El libro de Boba Fett y Ahsoka.
Thrawn acaba de hacer aparición por fin en Ahsoka (ahora con Lars Mikkelsen, que siempre le había puesto voz en los dibujos, poniéndole rostro también), junto a Ezra Bridger. Thrawn está deseoso de ponerse a liderar a las fuerzas imperiales y defenestrar a la joven Nueva República. Parece un enemigo demasiado poderoso como para que pueda ser derrotado por Ahsoka y sus compañeros. Así que es muy posible que Thrawn vaya a ser el gran villano de esa misteriosa película de Filoni, sirviendo de antesala para El despertar de la Fuerza.
No deja de ser una hipótesis, pero el camino transmedia que ha seguido Thrawn conduce orgánicamente a eso. Un villano tan temible merece una película propia. Y Filoni está dispuesto a todo para dársela.
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