Yvette Vickers, la playmate y actriz de culto de los autocines que apareció momificada

Salió en el clásico de ci-fi 'El ataque de la mujer de 50 pies', pero se arrepintió de no haber logrado otros papeles.
Yvette Vickers en 'El ataque de la mujer de 50 pies' (1958)
Yvette Vickers en 'El ataque de la mujer de 50 pies' (1958)
Cinemanía
Yvette Vickers en 'El ataque de la mujer de 50 pies' (1958)

27 de abril de 2011. En la zona residencial de Benedict Canyon, Los Ángeles, la actriz Susan Savage husmea en las propiedades de su vecina Yvette Vickers. Extrañada porque el buzón está lleno de telarañas, entra en la mansión y encuentra su cadáver momificado; la autopsia demostrará que llevaba un año muerta. 

El cuerpo se conservó gracias a las paredes de piedra, pero poco quedaba ya de aquella chica que, según el historiador Alan K. Rode, “tenía el físico ideal para las películas de autocine de los años 50”.

Yvette Iola Vedder nació en Kansas City en 1928. Cuando estudiaba Periodismo en UCLA descubrió su verdadera vocación en un cursillo de teatro. Tocada por la suerte del principiante, se asomó por vez primera a la gran pantalla en la obra maestra El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950). 

Ya rebautizada como Yvette Vickers, consiguió un papel en la policiaca Atajo al infierno (1957), única película que dirigió el actor James Cagney y un estrepitoso fracaso que la condenó a las galeras de la serie B. Su siguiente película sería Reformatorio femenino (1957), en cuyo cartel aparece entre rejas, peleándose con otra chica.

La otra chica de ciencia ficción

Intérprete carismática y eficaz, su trabajo más recordado es el de la pilingui que le roba el marido a la gigantona de El ataque de la mujer de 50 pies (Nathan H. Juran, 1958), una respuesta oportunista y prefeminista a El asombroso hombre creciente. 

Yvette Vickers y William Hudson en 'El ataque de la mujer de 50 pies' (1958)
Yvette Vickers y William Hudson en 'El ataque de la mujer de 50 pies' (1958)
Cinemanía

Aunque fue calificada por la revista Time como “una de las peores películas jamás rodadas”, acabaría convertida en cult classic, inspirando al mismísimo Fellini su sketch de Boccaccio 70 y dando lugar a un remake con Daryl Hannah estrenado en 1993.

En 1959, Vickers posó con el culo al aire para la revista Playboy, en una escandalosa sesión fotografiada por Russ Meyer. Y, ya puesta, también se desnudó en El ataque de las sanguijuelas gigantes (1959), otra mítica b-movie donde encarna a una esposa promiscua. En la vida real, tampoco fue manca: se casó tres veces y vivió romances secretos con Lee Marvin y Cary Grant.

A partir de los años 60 se centró en la televisión, y sólo haría un par de trabajitos cinematográficos: Escándalo en la playa (1963), donde practica yoga en biquini, y Hud, el más salvaje entre mil (1963), con Paul Newman. Tras rodar la terrorífica Evil Spirits (1991), abandonó definitivamente el séptimo arte.

Sin pareja ni familia, se recluyó en su mansión, saliendo sólo para asistir a algún festival de cine. Pese a su misantropía, siempre contestaba las cartas de los fans, que aliviaban su soledad con piropos y parabienes. Mas no era una mujer satisfecha con su carrera, y confesaba que le hubiera gustado “interpretar otro tipo de papeles y trabajar en películas más importantes”. No falla: al final, todos queremos más.

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