Las películas imprescindibles de Walter Hill, el director que cambió Hollywood... y se quedó sin nada

Firmó taquillazos y descubrió a Eddie Murphy pero también se arriesgó (y pagó por ello).
Eddie Murphy y Nick Nolte en 'Límite 48 horas'.
Eddie Murphy y Nick Nolte en 'Límite 48 horas'.
Cinemanía
Eddie Murphy y Nick Nolte en 'Límite 48 horas'.

“Todas mis películas son westerns”, declaró Walter Hill en 2007, admitiendo reconocerse a sí mismo en ese género donde “los problemas morales están despojados de los cauces habituales de control social”. Dado ese punto de vista, es probable que el director de El cazador de recompensas se identifique hoy en día con ese pistolero solitario que conoció mejores días, pero cuyo pulso aún le permite sostener un revólver.

Tras haberse curtido como ayudante en clásicos de la talla de Bullitt y aguantado las cogorzas de Sam Peckinpah, Hill firmó y produjo en los 70 y los 80 películas que no solo triunfaron en taquilla, sino que también marcaron tendencia en la industria. Pero también arriesgó su carrera y su fortuna en otros filmes que fracasaron apoteósicamente, algunos de los cuales son títulos de culto hoy en día. 

Ahora, el cineasta vuelve con un entrañable western de bajo presupuesto protagonizado por Christoph Waltz y Willem Dafoe, un actor al que ayudó a saltar a la fama y le devuelve el favor. Es el momento de repasar sus títulos insignia y acordarnos de cuánto le debe Hollywood. 

'Límite 48 horas' (1982)

Clint Eastwood no estaba por la labor y el caché de Richard Pryor era demasiado alto. Así pues, tras fichar a Nick Nolte como policía cascarrabias, Hill siguió el consejo de su futura esposa Hildy Gottlieb agenciándose a aquel cómico de Saturday Night Live al que ella representaba y que jamás había rodado una película. 

Con tales mimbres, este híbrido de comedia y acción no solo resultó un taquillazo y un modelo a seguir por todo policíaco de los 80, sino también el debut cinematográfico de un Eddie Murphy que rodaría Superdetective en Hollywood dos años más tarde.

'Driver' (1978)

Por muy asesinable que resulte a veces, Nicolas Winding Refn paga sus deudas: el danés reconoce sin tapujos la deuda de su cine en general, y de Drive en particular, con el segundo largo de Hill tras El luchador (1975). Un gesto que se agradece, más que por constatar lo evidente, por reivindicar este thriller casi abstracto sobre la rivalidad entre el conductor de fugas Ryan O’Neal y el detective Bruce Dern, con una Isabelle Adjani trasplantada a Hollywood en funciones de femme fatale.

'Forajidos de leyenda' (1980)

Tras haber trabajado como meritorio en Bonanza y La ley del revólver, entre otras series con sombrero de ala ancha, a Walter Hill le picaba el gusanillo del western. Así pues, cuando llegó a sus oídos que James y Stacy Keach querían rodar una película sobre la historia de Jesse y Frank James, se apuntó a aquel proyecto que George Roy Hill (Dos hombres y un destino) había rechazado al considerarlo poco menos que un chiste.

Finalmente, la película batió récords de ADN compartido en un mismo plató: además de los Keach (que escribieron el guion) y de los Carradine (David, Keith y Robert), figuraron en ella Dennis y Randy Quaid, así como Christopher y Nicolas Guest como sustitutos de última hora para Jeff y Beau Bridges.

'The Warriors' (1979)

Asqueado por la visión romántica de las bandas juveniles que ofrecía West Side Story, el trabajador social Sol Yurick escribió en 1965 una novelita sobre pandilleros en fuga modelada a partir de la Anábasis de Jenofonte. 

Catorce años después, y en manos de Hill, aquella historia se convirtió en una pesadilla neoyorquina gloriosamente macarra, capaz de generar alarmas sociales (las cuales, a su vez, hicieron que Paramount anulase su campaña promocional) y cuya huella sigue haciéndose notar hoy en día: si has visto John Wick 4, sabes de lo que estamos hablando.

'Calles de fuego' (1984)

Tras el éxito de Límite 48 horas, Walter Hill y el productor Joel Silver invirtieron sus ganancias en esta “fábula de rock’n’roll”, inspirada por La bella y la bestia de Cocteau, que se estampó en taquilla de forma épica. La historia, sin embargo, la ha puesto en su lugar.

Esto no se debe necesariamente a las interpretaciones de Willem Dafoe o de la entrañable Amy Madigan (premiada en Sitges), ni tampoco a su estilizada puesta en escena, sino más bien al hecho de que el éxito de la cinta en Japón inspirase videojuegos beat’em up tan influyentes como Final Fight o Streets of Rage: los caminos de la cultura pop son inescrutables.

'Cruce de caminos' (1986)

Tras Karate Kid, Ralph Macchio se convierte en un joven guitarrista clásico aspirante a bluesman, asesorado por un veterano (Joe Seneca) que contrajo una deuda con Satán por tomarse demasiado en serio ciertas leyendas sobre las encrucijadas de Mississippi. 

La película, orientada al público juvenil, sufrió un golpe fatal en taquilla cuando la MPAA le adjudicó una calificación para adultos, pero no tardó en ganarse el estatus de culto gracias a la música de Ry Cooder y el pique final de Macchio contra un Steve Vai diabólico.

'Alien' (1979 - como productor)

Desesperados por no encontrar respaldo financiero para aquello del bicho xenomorfo, Dan O’Bannon y Ronald Shusset tiraron por la ventana del despacho de Walter Hill un guion con una nota que rezaba “Léeme, por favor”. Hill y Dan Gillett, su socio en la compañía Brandywine, reescribieron el libreto, cambiaron al héroe por una heroína, se fijaron en un tal Ridley Scott como posible director de la cinta... y el resto ya nos lo sabemos todos.

'La huida' (1972 - como guionista)

La novela era un clásico del thriller literario, pero su último tramo resultaba deprimente hasta para los estándares de Sam Peckinpah. Como Steve McQueen no andaba con ganas de bajón, un joven Walter Hill cargó con el mochuelo de sustituir a Jim Thompson (autor del original y guionista del Atraco perfecto de Kubrick) como responsable literario del filme durante cuyo rodaje se fraguó el amorío entre el actor y Ali McGraw.

'El gran despilfarro' (1985)

Tras un cataclismo financiero como Calles de fuego, Hill necesitaba un taquillazo. Y lo consiguió, sacándose además la espina de no haber podido trabajar junto a Richard Pryor (más politoxicómano que nunca) en Límite 48 horas, con una película que ayudó a escribir el libro de estilo de la comedia ochentera. Ganancias aparte, el cineasta no se corta en calificar al filme de “aberración”.

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