Cannes 2022 | Sergei Loznitsa concreta el horror abstracto de la guerra en 'The Natural History of Destruction'

El nuevo documental de archivo del cineasta ucraniano contiene imágenes aterradoras de los bombardeos de la 2GM.
The Natural History of Destruction
The Natural History of Destruction
Cinemanía
The Natural History of Destruction

Cuando se cumplen tres meses del inicio de la invasión rusa de Ucrania y el estallido de la guerra explícita, el Festival de Cannes proyecta fuera de competición el nuevo trabajo documental de Sergei Loznitsa, realmente oportuno dadas las desgraciadas circunstancias. The Natural History of Destruction emplea metraje de archivo procedente de la Segunda Guerra Mundial donde se muestra el bombardeo aliado de ciudades alemanas como Colonia o Hamburgo.

Nacido en Bielorrusia, el cineasta más relevante de Ucrania reparte su obra entre películas de ficción brutas y elocuentes como Donbass (2018) y descomunales documentales con imágenes de archivo como Babi Yar. Context (2021), por citar dos títulos que tuvieron sus respectivas presentaciones en Cannes. The Natural History of Destruction pertenece al segundo grupo, donde Loznitsa siempre demuestra una capacidad excepcional para rastrear bibliotecas de imágenes, restaurar material, reencuadrarlo, añadirle nuevo sonido postsincronizado y presentarlo tan reluciente como si hubiera sido rodado ayer.

Esa sensación de inmediatez contribuye a potenciar el sobrecogimiento que causan las imágenes de The Natural History of Destruction. Primero se ven bonitas estampas de vida cotidiana en las calles de las localidades alemanas, donde la gente se dedica a sus labores y come en terrazas. Poco a poco, primero en los bordes de los planos y luego de forma evidente, van apareciendo esvásticas y soldados nazis cuya presencia ayuda a datar irremediablemente las escenas. Pronto el ambiente bélico es omnipresente y del cielo empiezan a llover bombas.

En sus documentales, Loznitsa siempre deja que sean las imágenes las que hablen, así que las suele presentar sin excesivo marco. Si en Babi Yar. Context se apoyaba en un texto de Vasili Grossman sobre la invasión nazi de Ucrania y el antisemitismo de la población, aquí solamente cita desde el título un libro de W. G. Sebald, Sobre la historia natural de la destrucción, donde el escritor alemán vuelve sobre las 131 localidades de su país que fueron bombardeadas por los Aliados, causando seiscientas mil bajas civiles y dejando a siete millones y medio de personas sin hogar.

La pertinencia de dichos bombardeos sobre población civil por parte de los gobiernos que luchaban contra la atrocidad nazi siempre ha sido un asunto de tratamiento moralmente incómodo, como sabe bien Loznitsa, que asegura que ha tenido grandes dificultades para financiar este proyecto por su enfoque. Que su finalización coincida con la guerra desatada en Ucrania y las ruinas humeantes de Mariupol en los medios realza de forma terrible su relevancia al meter el dedo en la llaga: esto ocurre cuando se emplean técnicas de destrucción masiva y exterminio.

The Natural History of Destruction y sus escalofriantes imágenes, tomadas de noticieros cinematográficos y grabaciones de propaganda de la época, también pone en cuestión el discurso sobre la mediatización de la guerra y la deshumanización de la masacre a través de los medios de comunicación. Había una voluntad documental y propagandística detrás del metraje que se muestra en el filme, pero su captación no deja de asombrar dados los medios y condiciones de la época. 

Loznitsa ha recuperado tomas aéreas de la Royal Air Force británica y la Luftwaffe alemana que pondrían los pelos de punta a cualquier espectador de Top Gun: Maverick. Esos cielos sembrados de bombas en caída libre entre montañas de humo que suben desde las explosiones de ciudades arrasadas llegan a transformarse en composiciones abstractas de destrucción y muerte tan escalofriantes como su comparación con lo que ha quedado fuera del tema de la película pese a ser el bombardeo clave de la Segunda Guerra Mundial: las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Quizás demasiado incluso para una historia de la destrucción.

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