Quién es Alberto Vázquez, el director que ha revolucionado la animación española con 'Unicorn Wars'

El director  lleva años abanderando el cine animado adulto en España y estrena este viernes su esperado nuevo largometraje bélico.
Unicorn Wars
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Cinemanía
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Charlando hace unos meses en el festival de Annecy, hogar del estreno mundial de Unicorn Wars, Alberto Vázquez nos destacaba abiertamente una de sus motivaciones para trabajar en el mundo de la animación. Vázquez, un graduado de Bellas Artes nacido en Galicia, lleva décadas recurriendo a mundos de fantasía y a criaturas de cuento para hablar a fondo de la realidad. Su método, según él, le permite saltarse cualquier censura y tocar los temas que quiera bajo el escudo metafórico de la fábula. Y no es sorprendente, pensándolo un poco, que tal apasionado de la mitología use el medio animado cual caballo de Troya.

Vázquez se forjó en el mundo del fanzine, formando parte de antologías underground tan influyentes y recordadas como Nosotros somos los muertos o Dos veces breve. También fue clave en la fundación del sello Polaqia, un legendario colectivo gallego de autores de cómic bajo el cual publicaría su primera obra en solitario, Alter ego.

Pero fue su siguiente cómic como guionista y dibujante, Psiconautas, el que realmente le daría a conocer como autor. Centrado en la Galicia desindustrializada durante la llegada de la heroína, época que Vázquez presenció de primera mano, Psiconautas recurría a esta etapa para hablar del desencanto sociopolítico juvenil, todo mediante una alegoría de cuento de hadas protagonizada por animales parlantes. Esto, además de establecer su clara identidad autoral, le valió el reconocimiento de la industria del cómic y terminó inspirando su primer cortometraje: Birdboy.

Unicorn Wars
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Birdboy, coescrito y codirigido junto al animador Pedro Rivero, le otorgó a Vázquez su primer Goya. Fue este éxito el que le dio la oportunidad de convertirlo en un largometraje, de nuevo a cuatro manos con Rivero; y Psiconautas: los niños olvidados se convirtió en uno de los grandes estrenos de la animación independiente de la década pasada, cosechando premios (otro Goya entre ellos) y adaptando el cómic que lo empezó todo con una inteligencia y una maestría visual pocas veces vistas en el cine animado patrio.

La producción de la película, sin embargo, se extendió tanto que Vázquez sintió la necesidad de contar algo más por el camino. En paralelo, y con un equipo muy pequeño (la lista de animadores se reduce a dos: la ilustradora italiana Giovanna Lopalco y el propio director), firmó el corto Sangre de unicornio; centrado en la relación fraternal entre dos adorables ositos enzarzados en una guerra milenaria contra unicornios místicos. Y años después, Vázquez no había logrado dejar de pensar en ello.

Ese fue el origen de Unicorn Wars, su segundo largometraje, que le permitiría expandir ese relato para hablar del origen de todas las guerras. Uniendo su pasión por el cine bélico con las fábulas infantiles tenebristas (en su pitch inicial, vendió la película como una fusión de Apocalypse Now y Bambi con un toque bíblico adicional), la película habla de las doctrinas religiosas y su papel clave en la mitología recurriendo al ya tan establecido universo fantástico de su autor.

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Y es que la prolificidad de Vázquez no ha impedido que su voz resuene en cualquier proyecto. Sus cortometrajes más recientes, el demoledor Homeless Home y el delirante Decorado (que le dio su tercer Goya, en un caso inaudito, la misma noche que Psiconautas fue premiada), le han permitido refinar su identidad visual sin dejar nunca atrás su talento para contar una historia. 

Tampoco ha abandonado el mundo editorial, ilustrando cuentos infantiles escritos por El Hematocrítico y firmando recientemente el multipremiado cómic La Caza. Incluso ha explorado terrenos como la música (fue percusionista en la banda Mano de Obra) o el videojuego (es diseñador y director de arte en el juego indie para móviles Microbian).

Es por todo ello que reivindicar la figura de Vázquez, un artista multidisciplinar cuyo universo propio no deja de crecer, resulta clave en una industria en la que el cine animado independiente parece estar reduciéndose cada vez más. Figuras como la suya son clave para que el público pueda ver cada vez más la animación como un medio capaz de contar cualquier historia, así como abrir puertas para que esas historias puedan contarse en primer lugar. Y es que los caballos de Troya de Alberto Vázquez podrían ser el primer paso para que la animación adulta española pueda salir de su escondite, lograr que sellos autorales como el suyo pisen fácilmente las salas de cine, y evitar que eso se siga sintiendo como una odisea. 

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