No cabe dudas de que, en los últimos años, la industria española ha registrado un estallido del cine dirigido por mujeres. Lo mejor de este estallido (llamarlo movimiento acaso sería reduccionista) es que no tiene homogeneidad alguna, y las directoras que lo integran practican todo tipo de aproximaciones y géneros. Por el lado del terror ha convenido en destacar Carlota Pereda, que luego de convertir su cortometraje Cerdita en largo, apunta a haber llegado para quedarse.
La ermita (Netflix)
De este modo, y muy poco después de que Cerdita obtuviera numerosos elogios, Pereda volvió al género con una película bastante distinta. La ermita tenía nuevamente en su reparto a Laura Galán (que lo había dado todo para Pereda en las versiones de Cerdita), pero la unía con Belén Rueda dentro de una historia muy distinta. Una que no ha deparado tan buenas críticas, pero que certifica que Pereda tiene mucho que contar.
El color púrpura (HBO Max)
Cambiando radicalmente de tercio, una cosa que viene sucediendo de un tiempo a esta parte en la industria estadounidense es que ya no se conforma con remakes al uso, sino que se aprovecha de las revisiones que cada película famosa haya experimentado sobre los escenarios de Broadway. Esto es, que últimamente abundan los remakes musicales, y frente a Matilda o Chicas malas esta nueva adaptación de Alice Walker pudo aspirar a llevarse algún Oscar. No lo hizo, pero al menos ha llegado a HBO Max para que puedas volver a conmoverte con sus personajes.
Ellos: El miedo (Amazon Prime Video)
Entretanto, y si crees que la proximidad del puente de mayo puede ser un buen momento de empezar con alguna serie, tienes en Amazon Prime uno de los grandes hallazgos del terror de los últimos tiempos. Complementando el horror de índole racial de Jordan Peele, Ellos ha conseguido inquietar a sus espectadores durante varios episodios muy intensos, que por cierto acaban de estrenar nueva temporada con el sugerente (a la vez que lógico) título de El miedo.
El conde (Netflix)
Volviendo a Netflix, y si te sigue interesando la confluencia de terror y política, tienes el último estreno de Pablo Larraín. Uno que descansa en un planteamiento bastante original: imaginar al dictador chileno Augusto Pinochet como un vampiro, que estuvo durante su gobierno chupando la sangre de sus ciudadanos. Aquí hay más comedia y sátira que terror, pero igualmente es un buen plan de domingo.
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