'Oppenheimer' tiene una conexión inesperada (y muy triste) con 'Indiana Jones y el dial del destino'

Se podría decir que una película acaba donde empieza la otra.
'Oppenheimer' e 'Indiana Jones y el dial del destino'
'Oppenheimer' e 'Indiana Jones y el dial del destino'
'Oppenheimer' e 'Indiana Jones y el dial del destino'

En 2023 ningún blockbuster es capaz de triunfar. Más allá de Super Mario Bros. La película, de Avatar: El sentido del agua arrasando desde el año pasado, y si acaso de Guardianes de la Galaxia. Volumen 3, los estudios se las ven y desean para sacar de sus películas una recaudación satisfactoria. Posiblemente, porque la mayoría de sus presupuestos son desmedidos. Es el caso tal cual de Indiana Jones y el dial del destino, a la que a estas alturas no le quedan expectativas de ser un éxito.

Sobre todo porque ya han llegado a posteriori otras películas potentes, que quieren enderezar un año tan malo. Parece que tampoco lo conseguirá Misión imposible: Sentencia mortal - Parte 1, pero hete aquí que ahora nos topamos con el duelo de Barbie y Oppenheimer y, en particular, con una sorprendente conexión entre la película de Christopher Nolan y la cuarta entrega de Indiana Jones. No es una conexión estilo la que mantiene el film de James Mangold con la última Misión imposible (en tanto a una escena de acción en un tren para la que compartieron atrezo) sino algo más sutil, que emana de la propia historia.

De la Segunda Guerra Mundial a la Guerra Fría

Oppenheimer es una película histórica. Se adscribe escrupulosamente al biopic, por muchos jugueteos que haga Nolan con las líneas temporales y los flashbacks (ya conocemos sus filias), y este biopic es el de J. Robert Oppenheimer: el llamado padre de la bomba atómica a quien interpreta Cillian Murphy. La película hace un completo repaso de su vida, desde que es estudiante hasta que es introducido en el Proyecto Manhattan, y todo lo que ocurre después de que los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki concluyan brutalmente la Segunda Guerra Mundial.

En lo que ocurre después está la miga. Una tesis que sostiene Oppenheimer es que estos bombardeos no terminaron la Segunda Guerra Mundial (Hitler ya estaba muerto y los japoneses a punto de rendirse), sino que inauguraron la Guerra Fría entre EE.UU. y la Unión Soviética. Esta larguísima contienda estuvo marcada por el miedo atómico y por una caza de brujas en EE.UU. impulsada por figuras como el senador McCarthy, queriendo erradicar cualquier signo de comunismo. Oppenheimer, por mucha reputación que tuviera, había sido sindicalista en su juventud y simpatizante del Partido Comunista.

De modo que fue defenestrado. Antiguos conocidos y enemigos enconados trabajaron en su caída, con una campaña de desprestigio que le hizo perder su credencial de seguridad. La película subraya que si Oppenheimer se unió al Proyecto Manhattan fue por el miedo a que los nazis crearan la bomba atómica antes que los aliados, pero durante el desarrollo fue quedando claro que los EE.UU. temían los posibles avances de la Unión Soviética (sus aliados en el conflicto) de forma análoga a las acciones de Hitler. Una vez cayeron los nazis, Stalin pasaba a ser el enemigo principal. Y contra este enemigo, Oppenheimer no era tan útil.

La película describe, pues, el cinismo de la política exterior de EE.UU., y a Oppenheimer como una víctima que se encuentra emocionalmente anulada tras el genocidio al que ha contribuido. Ahí es donde entra Indiana Jones y el dial del destino. La película de James Mangold no es histórica, pero se ambienta en un año muy concreto: 1969. La llegada del hombre a la luna, en la que Indy descubre que han intervenido científicos nazis exiliados tras la caída del Tercer Reich. Jürgen Voller (Mads Mikkelsen) es de hecho un antiguo nazi que quiere aprovechar su buena relación con el gobierno estadounidense para encontrar la Anticitera, viajar en el tiempo y cambiar el desenlace de la Segunda Guerra Mundial.

Dentro de la NASA hubo nazis, en efecto. Científicos que EE.UU. había reclutado de los despojos de la Alemania derrotada sin que hubieran mostrado ningún arrepentimiento por sus crímenes: científicos que a EE.UU. le resultaban útiles. La reubicación de estos nazis en el programa espacial se desarrolló en el marco de la Operación Paperclip, que vendría a ser el anverso de la caza de brujas y de todo lo que le ocurrió a Oppenheimer: en EE.UU. no podía haber comunistas, pero sí nazis.

¿Porque eran más útiles para ese alunizaje que tan clave podía ser en la Guerra Fría, porque incomodaban menos al país que supuestos partidarios de la Unión Soviética? Indiana Jones y el dial del destino parte entonces del deprimente momento político con el que concluye Oppenheimer: una Guerra Fría donde el país que ganó finalmente lo hizo gracias a instrumentalizar cualquier alianza, sin ningún signo ético, sin más directriz que asegurar su poder económico y geopolítico. 

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