"Todo está en el juego": las mejores escenas de Michael K. Williams como Omar en 'The Wire'

La serie policíaca más influyente del milenio no sería lo mismo sin Omar, y sin el actor que le dio vida. 
Michael K. Williams como Omar Little en 'The Wire'.
Michael K. Williams como Omar Little en 'The Wire'.
Cinemanía
Michael K. Williams como Omar Little en 'The Wire'.

Ocurrió por sorpresa, y nos dejó helados. La muerte de Michael K. Williams a los 54 años resultó tan súbita como lamentable, privándonos de un actor que había encarnado a uno de los personajes más singulares de la TV contemporánea. Porque, si es cierto que el género policíaco no ha vuelto a ser el mismo desde The Wire, la serie de David Simon no habría sido la misma sin Omar Little. 

Durante las cinco temporadas del show, Williams encarnó a un forajido de leyenda, tan cargado de contradicciones como ese Baltimore infernal donde transcurrían sus aventuras. Implacable pero caballeroso, experto en el 'juego' de las calles pero tan sumido en él como los narcotraficantes a los que robaba, y nada dispuesto a ocultar su homosexualidad en un lugar donde eso te priva automáticamente de todo respeto. 

Gracias a sus cualidades y al talento del actor (que, sin embargo, nunca raspó una nominación al Emmy por su trabajo en la serie), Omar se convirtió en el personaje insignia de The Wire, contando entre sus fans al mismísimo Barack Obama. Y también cosechó unas cuantas escenas únicas que siempre estarán en la memoria colectiva: aquí van nuestras favoritas.

"Omar's comin, yo!"

Momentos como este se repitieron a lo largo de la serie, y nunca nos cansamos de ellos: para dejar claro el estatus legendario del personaje, nada mejor que mostrar cómo las esquinas se vacían cada vez que suena The Farmer in the Dell y esa silueta larguirucha envuelta en un abrigo negro aparece en el horizonte.

"Si vienes a por el rey, será mejor que no falles"

¿Por qué los gángsters de Baltimore miran a Omar con un santo terror? Aquí tienes la respuesta: una emboscada nocturna, aparentemente infalible, se va a pique cuando el forajido sorprende a sus perseguidores y los baña en una lluvia de plomo. Si piensas que el personaje de Williams parecía haberse escapado de un western, pocas escenas mejores que esta para argumentarlo. 

El juicio

El policía Jimmy McNulty (Dominic West) necesitaba a un testigo para meter en chirona a Bird Hilton. Omar, por su parte, quería venganza tras el asesinato de su novio. Así pues, se fraguó una alianza a resultas de la cual nuestro antihéroe subió al estrado (luciendo una corbata inenarrable) para levantar un falso testimonio lleno de astucia y marrullería. Veredicto: culpable.

Nunca en domingo

Resulta que, pese a todo, Omar tiene un punto débil: esa abuela que le crió de niño, a la que acompaña a misa todas las semanas (¡vestido de traje!) y que piensa que su nieto trabaja en una cafetería del aeropuerto. Así pues, normal que Slim Charles (Anwan Glover) pierda los nervios cuando descubre que sus matones han puesto en peligro a la señora, dejándola sin sombrero en el proceso. A partir de ese momento, es personal. 

Cara a cara con el Hermano Mouzone

Si hay un personaje en The Wire capaz de igualar a Omar en poder destructivo, es el asesino a sueldo mejor vestido y mejor hablado de Baltimore (Michael Potts). Incluso un show tan sobrio en su puesta en escena como este no se resistió a rodar el primer encuentro entre ambos como una conferencia entre dos ángeles de la muerte. 

La muerte de Stringer Bell

Dicen que a Idris Elba se le cayeron los palos del sombrajo cuando David Simon y el resto de guionistas le comunicaron que su personaje iba a estirar la pata. Menos mal que la despedida del consigliere de los Barksdale estuvo a la altura de su poderío: acorralado por Mouzone y un Omar sediento de venganza, Stringer se sobrepone al miedo y pronuncia su última orden.

Por un puñado de cereales para el desayuno

El aura terrorífica que rodea a Omar no se desvanece nunca. Ni siquiera cuando la mala memoria de Renaldo (Ramón Rodríguez) le obliga a partir en pos de un paquete de Cheerios a la tienda más cercana. Y, aunque su expedición sea solo para comprar cereales, su reputación le hace volver a casa con un extra muy valorado en el mercado negro: cría fama y échate a dormir…

La partida de póker

Ya lo dice Omar: "Todo está en el juego". A resultas de una alianza temporal con Proposition Joe (Robert F. Chew), el forajido se lo demuestra a Marlo Stanfield (Jamie Hector) arruinándole una timba y llevándose su preciado anillo. Aunque no tengas ni papa de póker, cualquiera sabe que dos pistolas del 45 están por encima de una escalera de color. 

"Dile a Marlo que he quemado el dinero"

Con la pierna destrozada y el corazón roto, Omar se embarcó en una cruzada de lo más destructiva contra la banda de Stanfield. Propinándole a su enemigo, además, la humillación definitiva: en un mundo donde el dinero es la última ley, nuestro pistolero no se corta en iluminar las noches del gueto con el resplandor de los fajos de billetes al arder. 

Y al final…

¿Quién acabó con la vida del temible Omar? Pues ningún asesino legendario ni ningún capo sediento de venganza. Una viborilla callejera como Kenard (Thulisio Dingwall) se apuntó el tanto volándole los sesos mientras hacía la compra. Para quienes viven en el juego, la muerte es así: inesperada. 

Los camellos suspiraron de alivio, los policías pensaron que había sido una muerte de tantas (ya te vale, McNulty…), los periódicos no se molestaron en dar la noticia y, como última humillación, los forenses se equivocaron al marcar el cadáver. Pero la leyenda no se extingue: pregunta en las esquinas…

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