La repentina muerte de Michael K, Williams ha dejado en shock a la industria cinematográfica y televisiva, aún incapaz de asumir que ya no dispondrá de un actor que en cada intervención siempre era capaz de captar la atención de los espectadores. El planeta entero quedó deslumbrado por esa habilidad al ver su interpretación de Omar Little en The Wire, uno de los personajes más recordados del audiovisual de la primera década del siglo.
Williams demostró que lo que podía haber sido un impecable acierto de casting iba más allá. Nadie como él para interpretar el personaje que David Simon empleó para reflejar la complejidad de todas las contradicciones morales, violencia y sufrimiento humano de su retrato colectivo de la intersección entre la soga del capitalismo, el entramado de las drogas y la putrefacción de las instituciones con Baltimore de fondo. Pero, a pesar de sus múltiples capas, no se le podía encapsular en ese único registro.
Y mira que Hollywood lo intentó. Igual que otros actores afroamericanos de físico contundente, Michael K. Williams, que tenía dos clamorosas cicatrices recorriéndole la cara desde que le rajaron con una cuchilla durante una pelea callejera el día de su 25 cumpleaños, estuvo sometido a un firme proceso de encasillamiento a partir del tipo de papeles que llegaban a su mesa.
El encasillamiento
Había sido Omar Little, una fuerza al margen de la ley, de código ético tan férreo como su inclemencia, facilidad para las frases lapidarias y un dolor interno encerrado bajo siete llaves. ¿Resultado? Más papeles de gangster, matón, tipo duro, presidiario o drogadicto.
Por supuesto, el propio actor era consciente de ello como demostró en este vídeo de HBO para The Atlantic.
RIP Michael K. Williams pic.twitter.com/DiG6eMf2dK
— ◍ ◯ Garrett (@smilingnodding) September 6, 2021
Williams tenía una manera especial de lograr que esa reducción de personajes no importara, dando a cada uno entidad propia y memorable. Con su percha y voz penetrante, Chalky White, el jefe criminal negro de Atlantic City en Boardwalk Empire era un poderoso contrapeso de elegancia y buenas maneras frente al protagonista de Steve Buscemi.
Freddy Knight, el preso más poderoso de Rikers Island en la miniserie The Night Of , daba miedo y generaba atracción a partes iguales; justo lo que requería el personaje.
El ritmo en el cuerpo
Michael K. Williams dejó los estudios y un trabajo temporal que tenía en una farmacéutica para buscar futuro en el mundo del espectáculo. Eso le llevó a vivir un tiempo en la calle durante su veintena, mientras buscaba trabajo como bailarín.
Así apareció en vídeos y actuaciones en vivo de Kym Sims, George Michael o Madonna. Tras cumplir 25 años con la cara cosida de puntos fueron esas cicatrices las que lo pusieron en la órbita de los videoclips de rap. Ya no solo era un tipo duro, sino que su rasgos lo refrendaban.
Es una pena que su carrera haya terminado trágicamente sin que podamos ver al actor en un musical clásico –al menos más clásico que el experimento hip-hop de A Day in the Life (2009), donde rapeaban todos los diálogos–, pero los vecinos de su barrio neoyorquino de East Flatbush, en Brooklyn, podrán recordar cuando iban por la calle y podían toparse con Williams fardando de movimientos en el parque.
Las adicciones
Con la franqueza habitual con la que Williams siempre se expresaba en las entrevistas, el actor no esquivaba hablar de los momentos más sombríos de su vida. Reconocía que su relación con el alcohol y otras drogas había sido altamente problemática en su juventud.
En una entrevista con la presentadora Tamron Hall, con motivo del estreno de su última película El traficante, se mostró muy sincero abordando los riesgos y mecanismos de las recaídas incluso cuando crees que tienes controlada una adicción.
"Se piensa que cuando una persona deja las drogas o el alcohol todos sus problemas desaparecen, pero no hay nada menos cierto que eso", explicaba Williams. "Las drogas y el alcohol no son los problemas, sino los síntomas de esos problemas. Una vez que ellos desaparecen, es necesario trabajar en los defectos de la personalidad, en el desvío de tu brújula moral. Esas son las razones por las que nos habíamos drogado, la incapacidad para lidiar con la vida en sus términos".
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