Mathieu Kassovitz, el actor de 'Amélie' que definió el cine de suburbio parisino con 'El odio'

De 'enfant terrible' del cine social a director rompetaquillas: el chico de la moto que enamoró a Amélie ha sido una figura clave del reciente cine francés en compañía de su amigo Vincent Cassel.
Mathieu Kassovitz en 'Amélie'
Mathieu Kassovitz en 'Amélie' con Audrey Tautou
Cinemanía
Mathieu Kassovitz en 'Amélie'

El actor y director francés Mathieu Kassovitz ha sufrido un accidente de moto en un circuito de velocidad de París que lo ha llevado al hospital en un estado "preocupante" aunque "su pronóstico vital no corre peligro", según han recogido los medios de comunicación locales. 

La fulgurante trayectoria de Mathieu Kassovitz dentro del cine francés —industria a la que ya pertenecía desde su origen familiar, hijo del director y guionista Peter Kassovitz y la montadora Chantal Rémy— es una arquetípica historia de triunfo solvente y aupado por el Festival de Cannes. 

Tras un primer cortometraje autoproducido y protagonizado por sí mismo, Fierrot le pou (1990), donde dejaba clara la herencia artística que profesaba tanto a Luc Besson como a Jean-Luc Godard, Kassovitz acudió a Cannes con el corto Cauchemar Blanc (1991), adaptación de un cómic de Moebius que anticipaba el impacto sobre el adocenado cine social que lograría con su primer largometraje.

Hablamos de El odio (1995), una de las óperas primas más importantes del cine francés de finales del siglo XX. Kasssovitz, que un año antes había sido celebrado como actor en el debut de Jacques Audiard, Regarde les hommes tomber (1994), triunfó en Cannes como mejor director y en los premios César con los galardones de mejor película y mejor montaje. Lo más importante de todo, hizo un filme de gran impacto generacional.

El odio, con su textura urbana, fotografía sucia en blanco y negro, florituras formales increíbles y un endiablado ritmo de canción de hip hop, con el tema Nique la Police de Assassin como himno contestatario, no solo definió el manual de estilo de todo el cine social y urbano que vendría en las tres décadas posteriores, sino la estética misma de los disturbios y descontento social enquistados en la banlieue.

Vincent Cassel es otro de los ingredientes de El odio que llegó para quedarse. Después de convertir otro de sus cortos en el drama criminal Asesino(s) (1997), Kassovitz contó con su amigo Cassel de nuevo como protagonista junto a Jean Reno del thriller policial Los ríos de color púrpura (2000), uno de los mayores éxitos internacionales del cine francés que sirvió al director como pasarela directa a Hollywood.

Sin embargo, la industria estadounidense no fue muy acogedora. Kassovitz dirigió allí Gothika (2003), uno de los proyectos de terror de más alto nivel de la productora Dark Castle, montada por Joel Silver y Robert Zemeckis, que destacaba por su reparto (Halle Berry, Robert Downey Jr., Penélope Cruz) y obtuvo un resultado aceptable en taquilla (141 millones de dólares de recaudación mundial frente a un presupuesto de 40 millones) pero supuso tal defenestración crítica que no le dejó con ganas de seguir por esa senda.

Mayor fortuna internacional tuvo la faceta actoral de Kassovitz en esta época. El éxito global de Amélie (2001) llevó a que fuera conocido en todo el planeta como Nino, el muchacho coleccionista de fotos de fotomatón abandonadas del que se enamora el personaje de Audrey Tautou. Con Amén. (2002), de Costa-Gavras, fue nominado al César de mejor actor y trabajó con Steven Spielberg (Múnich, 2005), Delépine & Kervern (Louise-Michel, 2008) o Steven Soderbergh (Indomable, 2011).

Babylon A.D. (2008) fue un intento de superproducción de ciencia ficción, con Vin Diesel Michelle Yeoh de protagonistas, que se estrelló colosalmente en taquilla. Tras otro fracaso posterior, el del drama histórico L'ordre et la morale (2011), Kassovitz quedó apartado de la silla de dirección hasta que asumió la realización de algunos episodios de la serie Oficina de infiltrados, que protagoniza como actor. 

Así las cosas, últimamente se ha volcado más en su carrera interpretativa colaborando con directores como Cédric Kahn (Vida salvaje, 2014), Michael Haneke (Happy End, 2017) o Yann Gozlan (Visions, 2023).

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