15 años de las torturas de 'Martyrs', la película extrema maldita en España que sacudió Francia y Sitges

Mylène Jampanoï y Morjana Alaoui, protagonistas de 'Martyrs'
Mylène Jampanoï y Morjana Alaoui, protagonistas de 'Martyrs'
(Vértigo)
Mylène Jampanoï y Morjana Alaoui, protagonistas de 'Martyrs'

No hace tanto tiempo en el mundo del cine se hablaba, y mucho, del terror extremo francés, tendencia ahora poco mencionada, como ocurre con otras. Ahí estaban títulos sangrientamente impactantes como Alta tensión, Al interior, La horda o Frontierè(s), sugerente lista en la que sin duda Martyrs figura al frente por todo lo que generó. Se cumplen 15 años del estreno en Francia de la película de Pascal Laugier, revisada y recuperada por Cinemanía.

Laugier había debutado con El internado (2004), si bien Martyrs constituyó su contundente carta de presentación. La obra chocó por su brutalidad, su carácter radical y pronto surgió la polémica por su tratamiento, con una plasmación de la violencia definida por la sequedad y la frialdad de los agresores, la indefensión absoluta de las mujeres víctimas de las situaciones de cautiverio y tortura y el énfasis continuado en esas escenas. Una dinámica regada de situaciones fuertemente gráficas, vía simbolizada en el cuerpo desollado.

Imagen del Blu-Ray de 'Martyrs' lanzado en España a finales de 2021
Imagen del Blu-Ray de 'Martyrs' lanzado en España a finales de 2021
(Cinemanía)

Martyrs sacudió Sitges 2008 (provocó naúseas y algún vómito) y luego en España quedó en el limbo (algo nada nuevo). No salió del circuito de festivales, nunca se estrenó en salas y tampoco podía conseguirse en formato físico, teniendo que recurrir a versiones extranjeras. En la actualidad no se halla disponible en ninguna plataforma. Ese malditismo se subsanó en cierto modo en 2021, ya que Vértigo rescató la obra lanzando una edición limitada convertida en singular tesoro para coleccionistas. En la misma se advertía de "imágenes extremadamente violentas que pueden herir la sensibilidad".

La monstruosidad, las torturas y su fuerte carga

El filme retiene su impacto y desprende un claro aura de propuesta radical (y de culto). Ante todo sorprende y deja grabada la fuerte carga que la envuelve, dimensión con su lado enfermizo. Si uno se acerca a ella por primera vez puede darse el caso de que, si el espectador es más que consciente de lo que va a ver por lo mucho que se comentó en su día lo del grado de violencia, no impresione en la misma medida con que lo hizo 15 años atrás. Eso no quiere decir que no remueva ni que no incomode. Depende del estómago que se tenga.

La historia refleja el profundísimo efecto de la tortura y los malos tratos, horror que perturbó a una joven que de niña, en los 70, consiguió escapar de sus captores. La huella quedó y la mujer monstruosa que la asalta y la persigue con virulencia animal años después, en los 80, representa precisamente el trauma, el trastorno y la culpa. Ese estado anímico explica que irrumpa con violencia en la casa en la que cree que están los responsables de lo que padeció.

De hecho, tras el prólogo sobre la huida y el hallazgo del lugar en el que estaba la niña, Martyrs comienza como una home invasion guiada por la venganza, con Lucie matando a quemarropa a los miembros de una familia, adolescentes incluidos. Una de las víctimas es, por cierto, un juvenil Xavier Dolan. Cometido el cuádruple crimen llega su amiga Anna, la única persona que la entiende y con la que ha mantenido relación desde lo que le ocurrió. En su vínculo asoman la influencia ejercida y, por parte de Anna, la situación de quien sigue un camino por amor. Hay que resaltar la inmersión y la entrega interpretativas de Mylène Jampanoï y Morjana Alaoui.

Morjana Alaoi, en 'Martyrs', la película extrema de Pascal Laugier
Morjana Alaoui, en 'Martyrs', la película extrema de Pascal Laugier
(Vértigo)

Parece que el relato va a quedarse en las implicaciones de lo sucedido en la casa y en los ataques de la mujer monstruosa, si bien Laugier se rige por una evolución definida por sucesivos pasajes narrativos. Establece varios puntos de inflexión que van transformando la historia. Un proceso con su sugerencia aunque tienda a la redundancia, primero expresiva (la mujer mutilada y salvaje) y después narrativa (el cautiverio después del horrible descubrimiento).

En el maltrato expuesto entonces es cuando está más presente el factor polémico de Martyrs. Laugier se detiene en las fases de hundimiento y sometimiento físico y mental sufridos por la joven para señalar lo que buscan los inmisericordes captores, tratamiento que puede dar la impresión de que se 'recrea' demasiado. No viene mal matizar que los torturadores son un hombre y una mujer (los vigilantes) y que la mente creativa detrás de semejantes barbaridades es una señora que se intuye que pertenece a una organización de la elite.

'Martyrs', el martirio y lo místico

Después de uno de sus giros, la película desvela el concepto de martirio que motiva el título elegido. Una idea casi igual de perturbadora que las propias imágenes fuertemente gráficas. Además de estremecer, se reviste de un componente místico, trascendente y elevado que aporta extrañeza y remite a la etiqueta de culto del largometraje. Esta evocación se produce cuando Laugier lleva al límite la cuestión de la destrucción corporal, hablando del trance y del umbral. El epílogo se cierra con ecos de justicia poética y con un detalle existencial que resuena por oscuro y desalentador.

En la filmografía posterior de Laugier figuran El hombre de las sombras (2012), menos convencional de lo que parece, y la enfermiza Ghostland (2018). Dos propuestas reivindicables e interesantes en las que se detectan varios de los aspectos que introdujo en Martyrs, obra que por cierto tuvo en 2015 un intrascendente y olvidadísimo remake estadounidense.

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