Los 10 momentazos musicales del cine de 2021

Este año ha sido increíblemente prolífico en el estreno de musicales puros, y en escenas espectaculares al ritmo de temazos.
Mads Mikkelsen en 'Otra ronda'
Mads Mikkelsen en 'Otra ronda'
Mads Mikkelsen en 'Otra ronda'

Parece que han transcurrido siglos, pero el caso es que Cats se estrenó en las Navidades de 2019. Hace dos años. El cachondeo internetero y las propias bondades del film de Tom Hooper apuntaban a maldecir el musical cinematográfico por siempre, y de hecho pocos meses después empezó la pandemia. La industria hollywoodiense contuvo la respiración, y no parecía haber ánimos para dignificar el género luego de Cats. Hasta que, de repente, 2021 se autoproclamó como el año de los musicales.

La crisis del COVID-19 no ha terminado (de hecho estas semanas afrontamos nuevos y terribles rebrotes), pero el género más proclive a animarnos ha hallado múltiples exponentes en los últimos meses. En su mayor parte, sin el apoyo del público. El fracaso de la nueva West Side Story viene a sentenciar un año terrible para los musicales… al menos en lo referente a la recaudación. Ciñéndonos a las películas en sí, estas nos han regalado numerosos momentos para olvidar el caos infernal que se vivía ahí fuera, a través de números antológicos. Ocasionalmente, sacados de una película que ni siquiera era un musical en sí.

Aquí los 10 momentos del cine de 2021 que nos hicieron reparar en el poder de la música, y más ganas nos devolvieron de mover el esqueleto.

¿Empezamos? ('Annette', Leos Carax)

El primer Festival de Cannes celebrado en pandemia fue inaugurado por Leos Carax, causando reacciones de todo tipo de ante el primer musical que dirigía el autor de Los amantes del Pont-Neuf. La música siempre había sido indispensable en la filmografía del cineasta francés, pero nunca había acogido el papel protagónico del que disfrutó en este espectáculo auspiciado por Ron y Russell Mael, miembros de la banda Sparks. Un espectáculo centrado en las máscaras, en el vacío de la fama y en la masculinidad furibunda que representaba un bestial Adam Driver.

Annette es un musical calculadamente insatisfactorio, más relacionado con la ópera o los arrebatos introspectivos de Bob Fosse que con la lúdica grandilocuencia de Broadway. El romance entre un humorista stand-up y una cantante (Driver y Marion Cotillard) nos desafiaba constantemente a buscar la verdad tras el artificio, y no había muestra más feroz de esto que la escena inicial, donde el equipo abandona el estudio mirando a cámara y nos exhorta a "empezar". Un momento tan automáticamente icónico que el mismo año fue parodiado por la tropa de Nacho Vigalondo para presentar la segunda temporada de su late night, Los felices 20. Con resultados, si cabe, igual de brillantes.

Paris Hilton en la farmacia ('Una joven prometedora', Emerald Fennell)

Carey Mulligan y Bo Burnham en 'Una joven prometedora'
Carey Mulligan y Bo Burnham en 'Una joven prometedora'

El debut de Emerald Fennell con el largometraje (a quien conocimos como Camilla Parker-Bowles en The Crown y showrunner de Killing Eve) no dejó a nadie indiferente. Su despiadada exploración de la cultura de la violación irritó y entusiasmó a partes iguales, allanando el camino de Una joven prometedora en los Oscar hasta darle el premio a Mejor guion original y confirmándose como la respuesta más feroz al MeToo en la que el mainstream había incurrido hasta ahora. ¿Lo mejor de todo? Que no dejaba de ser una comedia desternillante.

Y también negrísima, presta a la discusión, que alternaba el drama con momentos de distensión tan ágiles como este. Cassie (Carey Mulligan) creía haber encontrado al hombre de sus sueños en Ryan (Bo Burnham), sintiéndose tan relajada como para bailar con él en el escenario más improbable al ritmo de Stars Are Blind, de Paris Hilton. No conviene aquí especificar cómo acababa este romance, pero sí destacar el gran año que ha sido para Burnham, quien poco después estrenaría en Netflix un aclamadísimo especial de comedia musical afrontando la aterradora combinación entre confinamiento y cumplir 30 años: Inside.

Vamos Mads, sal a bailar ('Otra ronda', Thomas Vinterberg)

La personal película de Thomas Vinterberg (concluida al poco de la muerte de su hija Ida en un accidente de tráfico) fue abriéndose paso en los festivales europeos hasta alzarse con el Oscar a Mejor película extranjera, sin que la crítica lograra ponerse de acuerdo en si era una obra deprimente o vitalista. Quizá porque Otra ronda gira en torno al famoso adagio de Homer Simpson que concibe el alcohol como causa y a la vez solución de todos nuestros problemas, y no es en absoluto una película de tesis monolítica, prefiriendo explorar con libertad las debilidades y anhelos de un grupo de profesores cuarentones.

Grupo liderado por Mads Mikkelsen en una interpretación antológica, que al comienzo de Otra ronda se proponía hacer un curioso experimento: paliar diariamente su supuesto déficit de alcohol en sangre, teorizado por el psiquiatra Finn Skårderud. Y, vaya, someterse a una borrachera perpetua. La escena final, con Mikkelsen corriéndose la juerga padre junto a unos universitarios recién graduados, es casi tan inolvidable como el pegadizo tema que la ambienta: What a life de Scarlet Pleasure. Una canción cuyo videoclip adjuntamos a continuación porque claramente no vas a resistirte a volverla a escuchar.

Si fuéramos ricos ('En un barrio de Nueva York, John M. Chu)

Más que el año de los musicales, 2021 ha sido el año de Lin-Manuel Miranda. El ritmo con el que se han estrenado películas en las que él cumplía un rol creativo ha sido asombroso, reflejando cómo Hollywood se ha rendido al talento del creador de Hamilton para tratar de asimilarlo como buenamente pueda. En un barrio de Nueva York adapta, así, el musical con el que Miranda alcanzó la fama en 2005, In the heights, reservándose su artífice un pequeño papel mientras el protagonista, Usnavi, pasa a estar interpretado por Anthony Ramos.

96.000 describe las ensoñaciones del vecindario de Washington Heights en caso de que ganaran la lotería. Una secuencia modélica por cómo traslada lo visto en las tablas a una piscina pública, donde la cámara viaja de un rincón a otro acotando un espacio de gran complejidad, realzado por las letras ágiles y el ritmo hip hop típicos de Miranda. Es, sin duda, la cumbre de la película, de una grandeza que el propio compositor no pudo igualar cuando meses después debutó como director en tick, tick… ¡BOOM!, biopic de Jonathan Larson. Aunque, en la preciosa carta de amor a Broadway que puedes ver bajo estas líneas, se quedara cerca.

Juego de espejos ('Última noche en el Soho, Edgar Wright)

Thomasin McKenzie y Anya Taylor-Joy
Thomasin McKenzie y Anya Taylor-Joy

El director de Scott Pilgrim contra el mundo nos ha malacostumbrado a trabajos cuyo mimo estético aparece estrechamente combinado con un equilibrado chorro de melomanía. De la paliza a los zombies a ritmo de Don’t Stop Me Now hasta la totalidad de Baby Driver, Edgar Wright muestra una preocupación constante por poner a dialogar imagen y música, dejando una potente impresión en el espectador que ha vertebrado un estilo absolutamente enérgico y desbordante. Última noche en el Soho es, en ese sentido, un prodigio de tantos.

También una película donde Wright se mete en más jardines de lo habitual (hay quien diría que sin tanta fortuna como cuando ceñía sus tramas al pub y alrededores), fusionando nostalgia y misoginia en un cóctel pese a todo irresistible. El primer viaje de Eloise (Thomasin McKenzie) al Londres de los 60, transmutada en Sandie (Anya Taylor-Joy), nos entrega así uno de los pasajes más deslumbrantes de la carrera del británico, cuando su baile con Matt Smith mientras suena Wade in the Water deja entrever un elaboradísimo juego de reflejos. 

Hugo hace memoria ('Todos hablan de Jamie', Jonathan Butterell)

Hace un rato mencionábamos que 2021 ha sido el año de los musicales, pero esto no quiere decir ni que hayan sido buenos, ni que hayan contado con las herramientas apropiadas para llegar al público. En el caso de Todos hablan de Jamie (adaptación de un espectáculo teatral que a su vez adaptaba los hechos reales del documental británico Jamie: Drag Queen at 16) está claro que no nos hallamos ante una gran película, pero sí un título que habría dado algo más que hablar si no se hubiera limitado a llegar a unos pocos cines seleccionados, y luego fuera enviado al catálogo de Amazon Prime sin excesivas ceremonias.

Todos hablan de Jamie, centrada en la historia real de un adolescente gay que sueña con convertirse en drag queen, se une por tanto al conjunto de musicales fallidos que nutren la Cenicienta de Camila Cabello o Querido Evan Hansen, pero se distancia de ellos gracias a alguna secuencia muy lograda. Por ejemplo, cuando Jamie (Max Harwood) conoce a Hugo Battersby (Richard E Grant) y este le narra sus años de estrella del drag. Freddie Mercury, Margaret Thatcher, Lady Di y el SIDA se cruzan en un amasijo de grabaciones correspondientes a los años 80 y 90 donde asistimos a la época triunfal de Loco Chanelle, así como a su declive. Un número carente de coreografías, pero lleno de emoción visceral.

Catarsis en la feria de Elche ('Espíritu sagrado', Chema García Ibarra)

Fotograma de 'Espíritu sagrado'
Fotograma de 'Espíritu sagrado'

Es difícil describir Espíritu sagrado sin caer en perífrasis bombásticas que traten de abordar el caudal intelectual de la película de Chema García Ibarra… o al menos es difícil hacerlo sin que la radical sencillez de sus planteamientos las convierta en fórmulas vacías. Lo que ha de importarnos es que la película más extraña y maravillosa que este año nos ha brindado nuestro cine no se parece a nada, comprometida con una frialdad desangelada que apenas llega a despegarse del argumento. Pero, cuando lo hace, es devastador.

El mejor ejemplo es la escena de la feria. José Manuel (Nacho Fernández) lleva a su sobrina a montarse en una de las atracciones, queriendo pasar un momento íntimo con ella mientras son circundados por la tragedia más oscura. Entonces suena una chiflada versión de Zombie de los Cranberries a manos de los Sobraos, y las imágenes de tío y sobrina girando se llenan de una poesía devastadora. Casi tan devastadora como cuando meses antes Zack Snyder también recurrió al mismo tema, en versión acústica, para ambientar el final de… su película de zombies. Zack no conoce la vergüenza, y por eso le queremos.

Huracanes de jacarandas ('Encanto', Jared Bush, Byron Howard y Charise Castro-Smith)

Tras incursiones recientes como El emperador y sus locuras o Coco, Disney ha vuelto a nutrirse del imaginario latinoamericano (Colombia, concretamente), para poner en pie un musical lleno de color y alegría con estatus de clásico. La historia de los Madrigal, familia cuyos integrantes han sido bendecidos con dones sobrehumanos, tiene el sabor del realismo mágico y de Gabriel García Márquez sazonados con cumbia, pero sobre todo tiene la sucesión de números musicales más apabullante de 2021, echando mano del poderío técnico y las posibilidades de la animación para cimentar un mundo donde, a veces, el placer nos impide respirar.

Números musicales escritos por, volvemos a él, Lin-Manuel Miranda, que nuevamente hacen del maridaje de estilos y sensibilidades (pasados por el tamiz del hip hop) su gran virtud. La secuencia correspondiente a la reconciliación de las hermanas Mirabel e Isabela es un absoluto derroche pop, donde cada plano es una avalancha delirante de dinamismo (bordando lo lisérgico) y el estribillo es automáticamente pegajoso. Ese huracán de jacarandas, genial construcción fonética, que se alinea con la hiperexpresividad de un número anterior con la firma de Miranda, correspondiente a Vivo. En efecto, 2021 también ha sido un grandísimo año para el cine de animación.

Un momento de respiro ('Titane', Julia Ducournau)

Vincent Lindon en 'Titane'
Vincent Lindon en 'Titane'

Es posible que las comparaciones con David Cronenberg y las alertas contra su violencia explícita (en la línea del anterior trabajo de la directora, Crudo, que tampoco acabó resultando para tanto) hayan terminado jugando en contra de Titane, una de las Palmas de Oro más controvertidas en el historial de Cannes. Porque vale, la primera mitad del segundo largometraje de Julia Ducournau es capaz de dejarte en shock con sus giros locos y sus imágenes retorcidas, consagradas a presentar por todo lo alto a su heroína, Alexia (Agathe Rousselle). Una vez avanzado el metraje, sin embargo, la cosa cambia.

Según aparece el personaje de Vincent Lindon, Titane pasa a convertirse en un drama familiar no exento de ternura, que busca a cada tanto darles espacios para la tranquilidad y el disfrute a sus protagonistas. Esta especie de armonía inesperada, que contrasta ferozmente con lo visto hasta entonces, alcanza unos extremos catárticos en la secuencia que involucra a la nueva familia de Alexia, compuesta por integrantes del cuerpo de bomberos, bailando Light House de Future Islands. La iluminación púrpura, los rostros relajados, los bailes extáticos… todo contribuye a arrojarnos el instante más conmovedor de la breve, pero interesantísima, filmografía de Ducournau.

Clásico sobre clásico ('West Side Story', Steven Spielberg)

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Y, cuando el año ya tocaba a su fin, se hizo el milagro. Era inevitable tachar de suicida el empeño de Steven Spielberg por rodar una nueva versión de West Side Story. No solo por cómo la adaptación anterior había arrasado con el público y los Oscar de 1961; también por lo archiconocido del espectáculo y su imbricación absoluta en el acerbo cultural estadounidense. De ahí que, por muy magnífico cineasta que sea, haya sorprendido tanto que West Side Story sea la obra maestra que es, un torrente de energía cinematográfica en estado silvestre que pone broche de oro a la cosecha de musicales.

Es difícil quedarse con uno solo de los magistrales números que la componen (la competencia estaba reñida con Tonight, Gee Officer Krupke o el baile del gimnasio), pero vamos a hacerlo igualmente con América. Con un uso obscenamente dinámico del escenario y las coreografías, Spielberg ha logrado componer una secuencia que es tan icónica a su modo como lo fue la correspondiente a los años 60, con Rita Moreno transmutada en una pletórica Ariana DeBose. Un hito que se ha alcanzado tanto desde la arrogancia como desde el amor al musical, que al fin y al cabo es lo que exhuma West Side Story por todos sus poros. 

A continuación puedes recordar cómo era el número inicial, y regodearte en la comparativa más gratificante del mundo.

Y de propina... ('Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos', Destin Daniel Cretton)

Por supuesto que la mejor escena poscréditos de la historia de Marvel Studios iba a tener lugar en un karaoke.

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