Las salas de cine en España no están dispuestas a rendirse

Según datos del Ministerio de Sanidad en los cines no se habría producido ningún brote en los cuatro meses que llevan las salas abiertas al público
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Las salas de cine en España no están dispuestas a rendirse

Aforos reducidos, distancias de seguridad, dispensadores de gel hidroalcohólico en cada esquina, mascarillas permanentes durante toda la proyección… Sin lugar a dudas, la crisis sanitaria del coronavirus ha modificado por completo la experiencia del espectador a la hora de acudir a la sala de cine, ese lugar mágico que, desde sus orígenes, nos ha permitido viajar sin levantarnos siquiera del asiento, en una suerte de ritual que, hasta el momento, las plataformas VOD no han sido capaces de emular.

Tras casi tres meses de parón durante el Estado de Alarma, las primeras salas reabrieron sus puertas al público el 12 de junio, contando con numerosas restricciones a fin de proteger la salud pública. La iniciativa #YoVoyAlCine, lanzada por FEDICINE y FECE, las federaciones de distribución y exhibición españolas, buscaba reforzar la confianza de un espectador que, cómo no, estaba en su derecho de tener miedo a retomar sus costumbres cinéfilas en épocas de tanta incertidumbre sanitaria.

Pese a su buen funcionamiento y al respeto generalizado por tales medidas –según datos del Ministerio de Sanidad en los cines no se habría producido ningún brote tras más de cuatro meses que lleva el sector abierto al público–, el sector de la exhibición cinematográfica ha sufrido un tremendo varapalo del que no le está resultando fácil reponerse.

Más aún cuando, en los últimos años y tras los estragos causados por, entre otras problemáticas, el enorme auge de la piratería o la crisis económica de 2008, el negocio parecía estar remontando. Ejemplo de ello fue el tremendo éxito de iniciativas como la Fiesta del Cine, la cual, frente al encarecimiento progresivo de las entradas (casi un 50% en apenas una década), vendría a dar muestra del interés por parte del público de continuar asistiendo a las salas, siempre y cuando fuese a un precio razonable.

Esta mejora progresiva quedaría plasmada en el 22º Censo de Salas de Cine, llevado a cabo por la AIMC el pasado año: entre abril de 2018 y abril de 2019, el número de locales de exhibición en España pasó de 697 a 723. Un aumento que mantenía la tendencia positiva de los últimos años, insuflando esperanza en el horizonte de la exhibición cinematográfica; incremento que, sin embargo, seguía quedando muy lejos de las cifras alcanzadas en la era dorada de las salas de cine.

Los Cines Paz: la cuarta sala más antigua de España

El refuerzo de las medidas de seguridad llevado a cabo tras el verano ha agravado la complicada situación de las salas de cine en un último trimestre del año 2020 nada halagüeño.

Los efectos derivados de ello, como el reciente estreno de la nueva versión de Mulán directamente en la plataforma Disney+ sin paso previo por la sala oscura, práctica que se repetirá el próximo mes de diciembre con el último film de Pixar, Soul, parece estar dejando huérfanas de estrenos a las salas de exhibición. Y es que, de los grandes blockbusters que preveían estrenarse este año, únicamente Tenet ha podido ser visto en la gran pantalla.

Sin embargo, y pese a todo, “el sector del cine en España nunca antes en su historia había estado tan unido como ahora”, cuenta Carolina Góngora, cuya familia regenta los madrileños Cines Paz desde hace casi cuatro décadas.

El pasado mes de junio, cuando se levantó el Estado de Alarma, reabrieron sus cinco salas apostando de nuevo por estrenos semanales y con el regreso de toda su plantilla de empleados. “El problema es que desde entonces nos ha faltado el público”, argumenta Góngora, razón por la que se han decidido, en tanto que empresa familiar, a cerrar temporalmente a fin de evitar que las deudas terminasen por llevarles a una clausura definitiva.

Los Paz, inaugurados el 13 de noviembre de 1943, han vivido en carnes propias los diferentes altibajos que ha sufrido la industria del cine a lo largo de las últimas décadas: de la aparición del vídeo a la recesión económica del 2008, pasando por la piratería, que trajo unas pérdidas de 4.000.000.000 de dólares a la industria del cine llegado el año 1999. “Este último ha sido, sin duda, el mayor problema que ha habido en la industria a lo largo de toda su historia”, señala la actual dueña de los Paz.

Las salas de cine en España no están dispuestas a rendirse

Sin embargo, acontecimientos para el recuerdo no han faltado en su camino: en 1964, el intérprete George Chakiris llegó a acudir a la fiesta que acompañaba al estreno español de West Side Story; “una década, la de los 60, importantísima, en la que la gente acudía en masa a las salas de cine”, reseña Carolina, nostálgica. Los informes anuales del ICAA lo corroboran: en 1968 España contaba con 7761 pantallas frente a las 3695 de las que se dio cuenta el pasado año.

“Pero el hito más grande de nuestra sala tuvo lugar en el 66, cuando llegó a los Paz Doctor Zhivago, que fue vista por un millón de espectadores y que duró nada más y nada menos que 481 días en cartel”, cuenta, ilusionada.

“Actualmente, nuestro público fiel ronda los sesenta años, y la situación sanitaria, como es lógico, no favorece que asistan a las salas”. Un miedo que, argumenta convencida, no tiene que ver con el acto de ir al cine en sí mismo, sino con cuestiones tan básicas como salir a la calle o hacer uso del transporte público.

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Los Cines Paz tienen claro, sin embargo, que reabrirán sus puertas pronto: una vez que su público tenga el ánimo de retomar la actividad cinéfila. Y es que el cuarto cine más antiguo de Madrid encontró su nicho cuando, en 1997, redistribuyó las mil butacas de su única sala entre cinco pantallas, empezando a optar asimismo por un tipo muy concreto de programación.

“Nosotros no tenemos terror, ni acción, ni ciencia ficción; desde finales de los 90 venimos apostando mayoritariamente por producciones europeas en versión doblada que abordan historias humanas y emotivas y que son, a fin de cuentas, las que nos han ayudado a labrarnos un público verdaderamente fiel”. Carolina Góngora se refiere a las conocidas por muchos como “señoras de los Paz”.

Phenomena Experience: una forma única de entender la cinefilia

Una cuestión, la de la especialización, que se antoja también fundamental para una sala tan diferente como la Phenomena Experience. Nacida el 19 de diciembre de 2014, esta sala barcelonesa ha encontrado en la programación de ciclos y retrospectivas de filmes de culto –cine de género y Serie B, mayoritariamente– la principal de sus armas, habiéndose labrado en apenas seis años de vida un amplio abanico de espectadores fieles a su propuesta y a su tan personal manera de entender la cinefilia.

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Sin embargo, resultando deficitaria buena parte de su programación, han sido siempre los estrenos de mayor éxito los que les han permitido continuar adelante. “Por ejemplo, tras tres meses cerrados durante el confinamiento y con una ausencia casi absoluta de películas de estreno, la llegada de Tenet permitió que pudiéramos sobrevivir”, cuenta Nacho Cerdà, cineasta y principal responsable de la sala. “Y es que no siempre programas lo que te gustaría, pero hay una serie de gastos que tenemos que compensar: lo que significa hoy un Wonder Woman, por ejemplo, es lo que nos permite sufragar este tipo de programación alternativa que buscamos defender”.

Su pantalla, una de las más grandes del país, unida a un sistema de sonido de última tecnología y a una muy cuidada y atmosférica ambientación, han convertido a la Phenomena en uno de los estandartes de la experiencia cinematográfica en España. Tres hitos resultan fundamentales, cuenta Cerdá, en la breve historia de la sala: la llegada de Mad Max: Fury Road, el estreno “en gloriosos 70 mm” de Los odiosos ocho y la visita de Christopher Nolan en el año 2017 para presentar su película Dunkerque.

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Sin embargo, dada la situación sanitaria, la implementación constante de nuevas restricciones les está impidiendo tener una programación tan atada como antaño, viéndose obligados a recurrir constantemente a la improvisación, lo cual, según Cerdà, es un gran obstáculo para un proyecto de estas características.

Pese al daño ocasionado por la pandemia, el responsable de la sala barcelonesa insiste en encontrar el lado positivo de todo esto: “En los últimos meses hemos notado un aumento en las sesiones de repertorio que antes no atraían a tanta gente, lo que ha resultado ser una agradable sorpresa para nosotros”, señala, optimista. “Sobre todo, es un gusto encontrarse a gente joven que, dada la ausencia de estrenos, ha tenido la posibilidad de descubrir en nuestro cine clásicos y joyas del séptimo arte como Persona, de Bergman, o El bueno, el feo y el malo, de Leone”.

Los Cines Embajadores: el acto romántico de abrir un cine en 2020

Más jóvenes aún que la Phenomena de Barcelona son los Cines Embajadores, la sala de exhibición de más reciente apertura en España: Fernando Lobo, responsable de prensa de la distribuidora Surtsey Films, tenía todo listo para echar a andar este, su nuevo proyecto, justo cuando arribó la pandemia.

Tras el confinamiento, los Embajadores terminaron por abrir sus puertas al público el pasado junio. Un acto decididamente romántico en tiempos tan complicados para la exhibición cinematográfica, más aún cuando se opta por la versión original subtitulada. “Fue un pequeño quebradero de cabeza en un inicio”, recuerda Lobo, “pero al final nos decidimos: la VOS podía restarnos público, sí, pero también ayudaría a definirnos”.

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La apertura fue bastante exitosa. “Obtuvimos muy buenas cifras durante unas primeras semanas brutales, en plena ilusión por la desescalada”, cuenta Lobo, “pero en el mes de agosto la cosa se complicó”. Y dirige un especial agradecimiento a Santiago Segura: “Se pegó la tournée por toda España para promocionar su película Padre no hay más que uno 2, cuando todo apuntaba en nuestra contra, llegando a recaudar casi 10 millones de euros y suponiendo un auténtico trasplante de pulmón para el sector”.

De igual forma que los Paz y la Phenomena, que, más allá de la proyección de filmes, acogen actividades y eventos alternativos –de masterclasses a presentaciones, pasando por retransmisiones de conciertos–, en los Embajadores entendieron las dificultades traídas por la pandemia como una necesidad de reinvención constante.

Las salas de cine en España no están dispuestas a rendirse

“Por ejemplo, y con la intención de dinamizar nuestra programación, actualmente estamos llevando a cabo un ciclo bajo el título Cine y Política: Grandes dilemas del Siglo XXI, contando en los pases con la presencia de figuras reconocidas de dicho sector como Joaquín Almunia, Rita Maestre o Unai Sordo”, relata Lobo.

Y es que los Cines Embajadores, ubicados en una zona no gentrificada de Madrid que contaba ya con una amplia oferta cultural (del Matadero a La Casa Encendida, pasando por el Reina Sofía o el Museo del Ferrocarril), aspiraba en su momento a suplir la ausencia de un cine de estreno, pero también a funcionar como algo más: una casa de la cultura que permitiese continuar “haciendo barrio”.

Las salas de cine en España no están dispuestas a rendirse

Tan solo tres ejemplos, los Paz, la Phenomena y los Embajadores, dispares todos ellos en antigüedad y programación, que dan muestra de la ardua situación que vive el sector en tiempos del coronavirus. Ardua, sí, pero también luminosa: en palabras de Fernando Lobo, “la gente que visita nuestros cines se da cuenta al instante, aunque la mascarilla nos cubra el rostro, de que tenemos siempre dibujada una sonrisa”.

Cuando la experiencia del cine no llega a todas partes

Pero hay mundo más allá de Madrid y Barcelona y del resto de cines que, junto a los ya citados, resisten ante la difícil situación. Y es ahí donde surge otro de los hechos más preocupantes.

En su artículo académico de 2015 La exhibición cinematográfica española: una industria en recesión, José Vicente García Santamaría y Lidia Maestro Espínola identificaban el retroceso, en un panorama como el actual en el que tan solo un 20% de los complejos de cine resultan rentables, a un escenario propio de principios de los ochenta.

Y es que más del 40% del territorio español ha dejado de disponer de salas de exhibición, al igual que sucedió cuando, cuarenta años atrás, un amplio número de capitales de provincias y de poblaciones con menos de cien mil habitantes vieron borradas del mapa todas sus salas comerciales.

Así, solo en la Comunidad de Madrid el 80% de la población tiene un cine cerca de casa. En País Vasco, Murcia y Asturias tal porcentaje se reduce hasta los dos tercios, y en lugares como Cataluña, Baleares, la Comunidad Valenciana o Andalucía, solo la mitad de sus habitantes cuentan con un cine no muy alejado de su domicilio.

La peor parte recae en Navarra, Extremadura, Castilla La Mancha y Galicia, donde el 60% de los habitantes tienen suma dificultad para vivir la experiencia cinematográfica, por lejanía de sus hogares respecto de las salas.

Mirando hacia delante

El pasado 12 de agosto, el BOE hizo públicas las ayudas directas, por valor de 13 millones de euros, a las que podrían optar las salas de exhibición a fin de sufragar las medidas sanitarias adoptadas y la promoción de la reapertura de los cines. Ayudas que comprenderían desde los 8.000 euros para las salas con una sola pantalla, hasta los 32.000 euros accesibles para los complejos con más de ocho.

Y es que, en tiempos de crisis sanitaria, el miedo de muchos a encerrarse durante dos horas en una sala compartida con desconocidos no se lo está poniendo nada fácil a los exhibidores.

En los últimos meses, la prensa y los diferentes medios de comunicación han ofrecido también, en multitud de ocasiones, su apoyo a la causa, buscando trasladar a la población un mensaje claro: si somos respetuosos con nosotros mismos y con los demás, sentarnos de nuevo frente al gran rectángulo blanco continuará siendo seguro.

Seguro y, no lo olvidemos, necesario: mantener con vida estos espacios mágicos, tantas veces oasis en mitad del agotador ruido cotidiano, depende en gran parte de nosotros, los cinéfilos. Aquellos que aún sentimos un escalofrío en la espalda cuando el acomodador rompe nuestra entrada, descorre la cortina y nos desea un feliz viaje.

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